La Casa de los Perros: El mal chiste llamado LXIV Legislatura
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
La LXIV Legislatura, con su mayoría estilo 4T, no ha cesado su empeño en demostrar que trabajar, lo que se dice trabajar, no es lo suyo.
A los 30 diputados lo que les interesa es la grilla. Lo que les gusta es el dinero. Lo único que saben hacer bien es obedecer a ciegas porque sus intereses personales, obvio, valen más, mucho más que la ciudadanía a la que juran representar.
Ayer, durante la sesión ordinaria, los de Morena, por ejemplo, no asistieron. Tuvo una permanencia fugaz la diputada Imelda Mauricio Esparza, hasta que le avisaron que sus triques estaban siendo desalojados de la que hoy es su exoficina.
Maribel Galván Jiménez, como nueva mandamás, necesitaba la oficina de la coordinación de la bancada guinda y fácil se le hizo pedir que las cositas de la de Villa González Ortega fueran enviadas a otra parte. Muy triste.
Así, cuando cada cinco minutos la sala de sesiones se vaciaba y se requería verificar el quórum para poder continuar, llegó a hacer el quite el diputado Ernesto González Romo. Pero su llegada a la sesión, como es costumbre, sólo sirvió para encender infiernitos y nada más.
Muy orondo, Ernesto González olvida que los zacatecanos viven momentos de angustia, de dolor, de falta de oportunidades, de crisis económica y en lugar de trabajar en bien de la población con leyes que la beneficien llegó a demostrar que la 4T es pura venganza, revanchismo y sinquehacer.
Ahora se le ocurrió presentar una iniciativa de Reforma Constitucional a la que llamó: “Ley Laviada”, para según él, garantizar la pluralidad dentro del Poder Legislativo y revocar la diputación a aquellos legisladores que, llegando por la vía plurinominal, cambien de partido político, «traicionando con ello a la ciudadanía y a la militancia que los llevó a ocupar una curul en el Congreso del Estado».
Un mal chiste que sólo violenta los derechos humanos de alguien, ya no digamos el diputado Enrique Laviada Cirerol, cualquiera que quiera cambiar de partido, de chamarra o hasta de calzones las veces que quiera y pueda.
Si hay derecho de cambiar de pareja de vida, por qué no lo habría de cambiar de partido. Son decisiones personales que el pueblo bueno y sabio se deberá encargar de juzgar, no un diputado con rencorosas ínfulas y resentimientos morenistas muy arraigados.
Pero no sólo del lado de los supuestos oficialistas de ocasión se cuecen habas. También del bando de la oposición hay sus queberes.
Resulta que los legisladores del PRI y del PAN, lo habrán notado, últimamente cuando van a trabajar han bajado el tono a las críticas en contra de la nueva gobernanza.
La razón la tenían muy escondida en el fondo de su corazón.
Resulta que fue en la casa del secretario de Turismo, y ahora nombrado enlace entre la oposición del Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, Le Roy Barragán Ocampo, donde se cocinó una rica cena para limar asperezas.
Puntuales llegaron los priistas y panistas, excepto Gabriela Basurto Ávila y José Juan Estrada Hernández, para degustar un rico guiso preparado por el anfitrión que, obvio, también invitó a su hija Susana Barragán Espinosa y su nueva amiga Priscila Benítez Sánchez.
Eso sí, ni a Enrique Laviada, ni a José Luis El Cepillo Figueroa, ni a José Juan Mendoza Maldonado se les invitó. Con esos, ni a la esquina.
Cuando uno a uno fueron llegando a la residencia de quien ha sido funcionario de primer nivel en cuatro gobiernos estatales de diferentes colores, en la puerta les fue solicitado amablemente el celular. Por aquello de que luego graban las conversaciones. Así la confianza. En fin.
Ya que estaban cada uno con un buen trago en la mano apareció el invitado sorpresa: nada menos que el inquilino de La Casa de los Perros que, sonriente, saludó a cada uno de mano y se sentó a platicar largo y tendido con ellos.
Ahí, David Monreal Ávila les avisó que debido a que en la Secretaría General de Gobierno no sacan un buey de la barranca sería Le Roy Barragán el enlace legislativo. ¡Faltaba más!
En esa cenita se les avisó que la nueva coordinadora del ala oficial sería Maribel Galván. Que como buenos políticos arreglarían sus diferencias y que, por lo pronto, se le cedía a la oposición la presidencia de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP), dejándola en manos del panista Guadalupe Correa Valdez, compadre y socio de Jesús Padilla Estrada, actual secretario del Campo. El de Tlaltenango irradiaba felicidad.
Se acordó que la mesa directiva sería para el Partido del Trabajo, con Xerardo Ramírez Muñoz al frente, y que la Comisión de Planeación, Patrimonio y Finanzas esa sí no la soltarían –ahí hay dinero–, porque era el regalo de consolación del morenista Armando Delgadillo Ruvalcaba.
David Monreal les prometió que desde ese momento las cosas iban a cambiar. Todos serían buenos amigos y que, de paso, les pedía su apoyo para que Virgilio Rivera Delgadillo llegara sin presiones al Poder Judicial.
Esta reunión súper privada sucedió justo un día antes de la elección del ex presidente del Instituto Electoral del Estado de Zacatecas (IEEZ) como magistrado. Por si había dudas en la temporalidad.
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