La Casa de los Perros: el fallido «zar anticorrupción» en Zacatecas

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

A sólo un mes de cumplir tres años de que el entonces diputado de Morena, Ernesto González Romo, con ojos vidriosos por las lágrimas contenidas, denunciara una rocambolesca trama de empresas fantasmas que surtían de “propuestas” legislativas a diputados, del sonado caso nada se sabe.

Ese apestoso asunto que, aseguró en su momento González Romo, alcanzaría los 200 millones de pesos birlados a los zacatecanos, pero que involucraba a la entonces secretaria de Gobierno, Gabriela Pinedo Morales, y al actual diputado y presidente de la Jucopo, y en ese entonces secretario del Campo, Jesús Padilla Estrada, hoy goza de impunidad plena.

Pero Ernesto González, tras recibir un buen jalón de orejas, optó por la salida más cómoda: el silencio. Como quien dice, se hizo pato.

Y como el pez por la boca muere, el hoy secretario de la Función Pública cayó, suponemos, sin querer queriendo, en la misma circunstancia que el exgobernador Alejandro Tello Cristerna cuando “encubrió los actos de corrupción del exgobernador Miguel Alonso”, según sus dichos.

Porque el candidato perdedor a la diputación local por Fresnillo en la pasada elección cuando buscaba afanosa, y al final infructuosamente su reelección, en la Glosa se llenó la boca cuando una y otra vez acusó a los otros de encubrir a sus compadres.

Pero, no nos hagamos que la Virgen nos habla, exactamente igual que como supuestamente Alejandro Tello tapó las corruptelas de Miguel Alonso, de la misma manera él hizo un show, jaló reflectores y, al final, se hizo como el Tío Lolo y terminó escondiendo, ayudado por los de la nueva gobernanza, las corruptelas de los flamantes legisladores.

Porque si en realidad su afán de servir a los zacatecanos con honestidad, honradez, probidad, integridad y rectitud fuera sincero, ese fétido asuntito de la Estafa Legislativa hubiera ocupado, una y otra vez, sus intervenciones durante el tiempo que fue diputado.

Obvio no fue así.

De ahí que ahora resulta una desvergüenza que con sus frases matonas: “la verdad siempre se impone”, “los procesos de cambio tardan, pero nadie puede negar que se detuvo la rapiña», y “la honestidad es el camino”, quiera venir a dormir al velador.

Ernesto González Romo, quien accedió a su fallida candidatura como un pago de factura a su mentora, la diputada federal Soledad Luévano Cantú, y que hoy ocupa la titularidad de la Secretaría de la Función Pública, sin ninguna experiencia en el tema, sólo como un premio de consolación, de ninguna manera podrá jamás erigirse como el zar anticorrupción. Never forever.

Y lo tiene bien claro.

Por eso cuando la diputada Maritere López García, presidenta de la Comisión del Sistema Estatal Anticorrupción, le espetó en su cara que el principal acto de corrupción era aceptar un cargo para el que no se está preparado, nomás tragó saliva.

El secretario de la Función Pública ya tiene en el encargo una quincena, y hasta la fecha ha dedicado su tiempo, por el que pagan los zacatecanos, en seguir escarbando en el pasado.

Lo dijo bien la panista López García: “es más cómodo hablar de la corrupción del pasado que asumir el costo de un gobierno que no ha cumplido con su responsabilidad».

Y si él, como hombre preparado entiende perfectamente que esa labor no tiene ningún caso porque esos asuntos ya prescribieron, también debe comprender que esas acciones también son corrupción.

Utilizar recursos públicos para armar shows sin ton ni son, son actos de corrupción; gastar el dinero de los zacatecanos en “rencillas” personales, obviamente también son actos de corrupción.

Lo más sensato, decente y cuerdo es que Ernesto González se ponga a trabajar en dar resultados fehacientes a los zacatecanos, no llamaradas de petate.

Y ya que el secretario de la Función Pública está tan preocupado por el destino del Centro Cultural «Toma de Zacatecas» y el Velódromo, que dijo, están abandonados, sería bueno saber si no es un acto de corrupción el que la nueva gobernanza, tan ansiosa por otorgar bienestar a los zacatecanos, no ponga manos a la obra y ponga a funcionar ambas propiedades gubernamentales.

¿O las seguirán manteniendo en el olvido para tener de dónde agarrar carnita para sus discursos durante tres años más?

Por cierto, eso de hacerse la vístima porque su super interesante comparecencia no la llevaron al Pleno y la aventaron al vestíbulo para ser atendida por menos de una docena de diputados no nos hacer llorar a nadie.

Más bien, que vaya y le reclame a Jesús Padilla, dueño de la Jucopo y mandamás en la LXVI Legislatura, o a Susana Barragán Espinosa, presidenta de la Mesa Directiva.

Los diputados del montón claro que no tienen ni voz ni voto. Sea serio secretario.

Presentación en Jerez

Este viernes, el senador morenista Saúl Monreal Ávila no sólo acudirá a Jerez a comerse unas deliciosas tostadas. ¡No! Estará en el Pueblo Mágico, y acompañado por el alcalde perredista Rodrigo Ureño Bañuelos, en la presentación de su libro autobiográfico «Saúl, una historia que nos conecta».

Ya sus simpatizantes se alistan para abarrotar el Teatro Hinojosa y aplaudirle al escritor.

Mientras tanto, con el huracán Milton, de categoría 5, tocando tierra en la Península de Yucatán, los mexicanos deseamos que ese monstruo climático no traiga desgracias.

Y los que andamos por acá, a disfrutar de lo votado ¿o no?

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