La Casa de los Perros: caminando rumbo a Venezuela

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) fue vendida por Andrés Manuel López Obrador como la panacea. Sí, el remedio, la medicina, la pócima secreta que lograría la autosuficiencia alimentaria en los cuatro granos básicos –maíz, trigo, arroz, frijol– y la leche.

Con esto, dijo en su momento el expresidente de la 4T, la paraestatal fomentaría el desarrollo económico y social del país y todos los mexicanos, sobre todo los productores, serían super felices.

Al final todo terminó en una “mancha” enorme que dejó ver sin filtros cómo gobierna Morena:

Un desvío de recursos de algo así como dos mil 700 millones de pesos. Una cuarta parte de los nueve mil 500 millones que el órgano auditor federal, léase la Auditoría Superior de la Federación, había detectado como “posible” quebranto.

La corrupción en la Segalmex de López Obrador, el que gime su mantra de no robar, no mentir y no traicionar, hasta el momento se mantiene, como muchas otras manchas de su sexenio, en la impunidad porque, dijeron cínicamente, se trató de “un caso excepcional”.

Y los productores de Zacatecas que confiaron en que Andrés López les cumpliría y que el estado, en sus tiempos boyantes conocido como el granero de México, volvería a ser lo que un día fue, pues no. No pasó nada. Todo siguió igual, o peor. La 4T de López Obrador les falló.

Con un precio de garantía de 21 pesos el kilo de frijol, aunado a una sequía que quebró la tierra, los productores de Zacatecas se quedaron como el chinito: nomás milando.

Ahora, una vez más, un gobierno de Morena, hoy encabezado por Claudia Sheinbaum, promete que todo cambiará para bien. Que ya no habrá corrupción y que la felicidad sí llegará. Que será una realidad, pero de las buenas.

Ha sido el diputado federal por Morena, José Narro Céspedes, quien se encargó de celebrar que será este 1 de noviembre cuando se abran los centros de acopio de frijol. Y lo mejor: que el precio de garantía será de 27 pesos por cada kilo.

Los encargados de gobernar al país habían sumado y restado y preveían que el precio rondaría entre los 25 y 26 pesos.

Pero no, después de 30 años, el kilo de frijol tendría mejor precio que el Diesel, lo que, explicó Narro Céspedes, beneficiará a más de 75 mil productores con un proceso de capitalización, sin dejar de lado la derrama económica que esto implica.

Eso sí, tampoco es que se pueda cantar victoria, pues mientras Claudia Sheinbaum y el secretario de Agricultura, Julio Berdegué Sacristán no confirmen, seguimos en las mismas.

Qué miedo

Cuando el presidente vio comprometida su jefatura absoluta optó por desprestigiar al Poder Judicial ante los ojos de la sociedad, con el objetivo de contar con una legitimidad que le permitiera avanzar.

Entonces, para poder controlar todos los resortes institucionales del país discurrió su propio coup d’etat contra la máxima autoridad judicial del país.

Lo hizo mediante una ley aprobada con la mayoría que lo apoyaba desde el mismísimo lugar en el que se hacen las leyes.

A pesar de todas las alertas internacionales que indicaban que sus planes configuraban un atentado contra la democracia, nada le importó. Se fue con todo.

Por ejemplo, Human Rights Watch dijo que esa maniobra “agravaría la falta de independencia judicial”. Pero le valió.

Eso sí, no era el primero al que esa idea se le ocurría, ya Alberto Fujimori, en Perú, comandó un “autogolpe” y también limpió de un escobazo con la independencia de magistrados al llevar a cabo destituciones masivas y privándolos de su estabilidad en los cargos.

La expresidenta chilena Michelle Bachelet, en su momento, alertó sobre la precariedad del Poder Judicial y dijo: “La independencia del sistema de justicia se ha visto socavada considerablemente por la inseguridad en la tenencia de jueces y fiscales; la falta de transparencia en el proceso de su designación; las condiciones de trabajo precarias; y la interferencia política”.

Pero nada importó. Eran minucias que no lo iban a detener. Faltaba más.

Comenzaba un largo camino de golpes contra la justicia iniciando con cumplir con el objetivo de contar con jueces amigos de su círculo cercano.

Además, con el apoyo del pueblo comenzó una persecución de funcionarios judiciales como nunca, tanto así que con la mano en la cintura podía suspender a un juez si contaba con siete quejas, fueran las que fueran. Cientos quedaron en el camino.

Hay un caso, el de una jueza que no aceptó los designios del poder y terminó detenida en su domicilio sin orden alguna y presa tres años y medio.

Así inició el confinamiento a la sombra de una celda de los “rebeldes”, porque los aliados obtuvieron un lugar en el sistema de justicia, léase militantes activos e incluso diputados del partido de gobierno.

Porque, lo sabemos bien, controlando el Poder Judicial se controla al país.

Hugo Chávez así comenzó y llevó a la desgracia a Venezuela. Así, Nicolás Maduro siguió sus pasos y el pueblo, ni tan bueno ni tan sabio, del país sudamericano hoy padecen lo indecible.

Ya lo escribió el filósofo George Santayana: “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.

Y tristemente, vamos para allá volando, pero eso sí, disfrutando lo votado.

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