La Casa de los Perros: Adiós a los caciques en el PRI
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Los momentos de crisis, lejos de ser una barrera se convierten en una gran ventaja, en el punto culminante que, eso sí, puede significar un nuevo inicio, con más fuerza, o el final de las cosas.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Zacatecas sufrió un descalabro importante gracias al descuido, a los berrinches y a las imposiciones de caciques que, la verdad sea dicha, por el bien de ellos, de los priistas y, obviamente, de los zacatecanos, deben jubilarse ya.
La decisión unilateral de separarse, a mitad del proceso, de sus aliados de toda la vida, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza, por el simple hecho de que el cachorro así lo pidió, coadyuvó, eso nadie debe dudarlo, a que triunfos asegurados por el Revolucionario Institucional terminaran en desgracia.
Susana Rodríguez, líder estatal del PVEM, guiada en todo momento por Carlos Puente Salas, hizo lo conveniente y se lanzó a demostrar que, si bien son un partido pequeño en la entidad, con trabajo y los candidatos a los que los caciques tricolores hicieron el feo, podía arrebatarles alcaldías y la posibilidad de conseguir al menos otra diputación federal. Logró no sólo convertirse en la quinta fuerza en Zacatecas con el 6.61 por ciento, sino además se hizo de cuatro alcaldías y mandó al sexto lugar al otrora poderoso Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Nueva Alianza, con un esfuerzo más modesto, se quedó en el séptimo lugar, con el 4.45 por ciento, salvó su registro y consiguió cinco alcaldías.
La percepción a nivel nacional es que el tricolor está acabado, pero en Zacatecas obtuvo 18 ayuntamientos y, en la mayoría de los que perdió, se colocó en segundo lugar. Logró seis diputaciones de mayoría, una senaduría y una diputación federal.
Pero, se debe ser muy claro, lo logrado por el Revolucionario Institucional se debió, única y exclusivamente, al esfuerzo personal de cada candidato. Ellos, si bien tuvieron el apoyo del dirigente estatal Felipe Ramírez, que poco pudo hacer, navegaron solos en medio del Tsunami Morena.
La derrota sufrida en Fresnillo, con la votación más amplia que un candidato a la alcaldía jamás había obtenido, es la señal que todos esperaban para sacudirse, de una vez por todas, la pésima influencia que significa seguir dándole un lugar que, obviamente no merece, a la familia del cacique mayor, José Bonilla Robles.
Saúl Monreal Ávila, candidato a la Presidencia Municipal de Fresnillo, logró 54 mil 216 votos, luego de llevar a cabo una campaña impecable que, tras este triunfo, hay que decirlo con todas sus letras, lo coloca de entrada como el aspirante más fuerte a la gubernatura del estado para el 2021. Las cosas por su nombre.
José Bonilla, en todo momento, movió los hilos al interior del tricolor con el único propósito, mezquino, de que su cachorro, el que dice ser secretario del Campo, Adolfo Fito Bonilla, eliminara a los posibles aspirantes a la gubernatura. Creen en Los Álamos que merece ser el próximo abanderado del PRI y, claro está, el futuro inquilino de La Casa de los Perros. Qué equivocados están.
Su necedad tiene a Fresnillo sumida en el caos, y por lo tanto en la violencia imparable al no tener un gobierno que cumpla con las expectativas de una población que siempre se ha caracterizado por ser muy trabajadora. Quitar y poner alcaldes al antojo de Don Pepe cobró facturas y, por eso el candidato de Los álamos, Benjamín Medrano, perdió seis a uno frente al de Morena.
Hoy, el tricolor en Zacatecas se encuentra ante la posibilidad de convertirse en un partido testimonial que, dividido, puede terminar como el PRD, a unos puntos de quedarse sin registro a nivel estatal, o abrirle la puerta a caras nuevas, frescas, jóvenes y emprendedoras que sí saquen la casta y emprendan una renovación urgente y necesaria.
La lección recibida este 1 de julio, abre nuevas posibilidades, de ahí que las voces, ya en estos momentos al interior del PRI, se decantan por, en inicio, la salida de Felipe Ramírez, y la llegada de una nueva dirigencia que le dé rumbo verdadero.
Así, desde la madrugada del 2 de julio, comenzó a sonar el nombre de Carlos Peña Badillo, para ocuparse de este proceso de transformación, y de Isadora Santiváñez, como la secretaria general. Para este PRI recalcitrante, este par de caras nuevas le vendrían muy bien.
Y si bien Carlos Peña fue otra víctima del Tsunami Morena, al perder la diputación federal del Distrito III, frente al candidato de la coalición Juntos haremos historia, el ex rector de la UAZ, Alfredo Femat Bañuelos, logró sin apoyo y sí sorteando las zancadillas fresnillenses, 59 mil 377 sufragios, el 37.51 por ciento, según el PREP%. Fueron nueve mil 125 votos de diferencia, los que la estrategia del Verde y Nueva Alianza le negaron.
Desde La Casa de los Perros han comenzado a mover los hilos para que sea Gustavo Uribe, el actual diputado local, quien pudiera hacerse cargo de la dirigencia estatal del PRI, pero, seamos sinceros, el de Pinos no ha tenido un brillante desempeño desde su curul. Su único mérito ha sido obligar a los diputados de la bancada tricolor a seguir las órdenes de arriba. Pero su carácter no le ayuda del todo a conectar con la población, de ahí que, en el resto del estado, nadie lo conoce.
Hoy, los priistas esperan que, después de lo sucedido, los dejen elegir a quien dirija los destinos del otrora partidazo, solos, sin intervención caciquil y, mucho menos, de quien un día es el primer priista del estado y, al otro, un ciudadano más.
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