La Casa de los Perros | A un año del 8M violento en Zacatecas
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Mañana, 8 de marzo, las calles de Zacatecas volverán a teñirse de morado.
Regresarán las consignas, las pancartas, las voces quebradas y los puños en alto. Será un eco del 2024, cuando las mujeres marcharon para exigir justicia, igualdad y un alto a la violencia; pero también será un recordatorio amargo de que, hace exactamente un año, esas mismas calles fueron testigos de agresiones, humillaciones y golpes contra las manifestantes, sin que hasta la fecha alguno de los responsables haya sido castigado.
8M en Zacatecas, 2024
La manifestación del año pasado en conmemoración del Día Internacional de la Mujer concluyó con una represión violenta por parte de las autoridades.
Los videos que circularon en redes sociales mostraron a elementos antimotines atacando a las mujeres con gas lacrimógeno, mientras ellos justificaban sus acciones diciendo que sólo usaban extintores para “proteger” los monumentos de las acciones iconoclastas de las manifestantes.
Sin embargo, lo que las imágenes dejaron claro fue el abuso físico y psicológico: mujeres, muchas de ellas menores de edad, fueron arrastradas al Callejón de las Campanas —ubicado entre La Casa de los Perros y la Basílica Catedral de Zacatecas— donde fueron despojadas de sus pertenencias, amenazadas y amedrentadas.
Se documentaron al menos 10 denuncias oficiales contra la Policía Estatal Preventiva y la Policía de Vialidad por privación ilegal de la libertad, amenazas, lesiones, tortura y tentativa de feminicidio, además de 13 quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Ninguna ha prosperado.
La Fiscalía General de Justicia de Zacatecas, encabezada por Cristian Paul Camacho Osnaya, ha mostrado una alarmante falta de interés en la integración de las carpetas de investigación, mientras que las víctimas viven con el temor constante de ser nuevamente perseguidas por sus agresores.
El silencio institucional ha sido ensordecedor. Ni el inquilino de La Casa de los Perros ni el secretario general de Gobierno, Rodrigo Reyes Mugüerza, han respondido a las demandas de justicia.
Arturo Medina Mayoral, titular de la Secretaría de Seguridad Pública, lejos de tender puentes con las colectivas feministas, volvió a estigmatizar el movimiento, tachándolo de violento y pidiendo “paz” entre policías y manifestantes, equiparando a las víctimas con sus agresores.
En respuesta, el Movimiento Feminista de Zacatecas (MFZ) ha dejado clara su postura para el 8M de este 2025: no quieren presencia policial durante la marcha.
“No existe la garantía de que no se repitan los hechos de tortura registrados en 2024”, han dicho con firmeza.
Además, exigieron que las autoridades no utilicen a mujeres funcionarias como informantes encubiertas, buscando garantizar la seguridad y privacidad de las manifestantes.
El MFZ también hizo un llamado a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, para que implemente políticas públicas con recursos suficientes y acciones afirmativas reales, recalcando que mientras el gobierno presume una reducción de homicidios dolosos, la violencia hacia las mujeres sigue siendo ignorada.
Cifras que estremecen
En Zacatecas, las cifras oficiales revelan una realidad lacerante. De acuerdo con el INEGI, en 2023, el estado registró una participación femenina del 42 por ciento en las actividades económicas, por debajo de otras entidades como Oaxaca o Guerrero.
Un número que, lejos de reflejar empoderamiento, subraya la desigualdad persistente: las mujeres siguen siendo mayoría en sectores precarios y de bajos salarios, como los servicios de cuidado y el comercio minorista.
El fenómeno de las desapariciones es alarmante. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, durante el sexenio de David Monreal, de las tres mil 605 personas desaparecidas, no localizadas y localizadas, 936 son mujeres, principalmente de los municipios de Fresnillo, Guadalupe y Zacatecas, en ese orden.
La situación no mejora en el presente. Según las fichas de búsqueda publicadas por la Fiscalía General de Justicia del Estado de Zacatecas, entre el 1 de enero y el 6 de marzo de este 2025, se han reportado 33 mujeres desaparecidas, de las cuales 11 aún no han sido localizadas.
Lo más desgarrador: 19 de ellas son menores de 18 años.
Detrás de cada número hay una historia, una familia rota y una ausencia que se convierte en un grito más durante las marchas del 8M.
Estadísticas oficiales de la Incidencia Delictiva del Fuero Común, en conjunto con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, reflejan que Zacatecas tiene un registro promedio de 11 feminicidios por año.
Entre 2015 y 2024, se contabilizaron 102 casos de feminicidio en el estado, una cifra que desnuda la vulnerabilidad estructural de las mujeres zacatecanas.
El lema de este año, «Para las mujeres y niñas en toda su diversidad: derechos, igualdad y empoderamiento», suena hueco ante la impunidad que reina en Zacatecas. ¿De qué empoderamiento hablamos si una marcha pacífica termina a golpes? ¿Dónde está la igualdad cuando las cifras de participación económica apenas avanzan y las desapariciones se multiplican?
Mañana, las mujeres volverán a marchar. No sólo para recordar lo ocurrido hace un año, sino para exigir que no vuelva a repetirse. Porque si algo queda claro es que, en Zacatecas, la verdadera lucha no es únicamente por la igualdad: es contra el olvido y la indiferencia.
El 8M no es una celebración. Es un grito. Y Zacatecas, herido, lo volverá a lanzar
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