La Casa de los Perros: El plan pro migrantes de Rodrigo Ureño Bañuelos
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Jerez, municipio emblemático no sólo por su riqueza cultural y arquitectónica, sino por su estrecho vínculo con la migración, enfrenta hoy una crisis que amenaza con redefinir su economía y tejido social.
El anuncio del presidente municipal, Rodrigo Ureño Bañuelos, sobre un programa de apoyo a migrantes deportados ha generado expectativas y cuestionamientos, ya que esta estrategia responde a un fenómeno que afecta tanto a la identidad como a la estabilidad económica de la región.
Con una población actual de aproximadamente 57 mil habitantes, Jerez es un claro ejemplo de un pueblo binacional: se estima que más de 60 mil jerezanos residen en Estados Unidos. Este flujo migratorio ha sostenido durante décadas a miles de familias a través de remesas, alcanzando cerca de 400 millones de dólares anuales.
Durante el primer trimestre de 2024, el municipio recibió 28.6 millones de dólares en remesas, ubicándose como el cuarto receptor en el estado, por debajo de Juan Aldama (49.9 millones), Fresnillo (38.4 millones) y la capital (31 millones).
Estas cifras subrayan la profunda dependencia económica de Jerez respecto a las divisas enviadas por sus migrantes. Cada dólar que llega no sólo garantiza la subsistencia de las familias, sino también impulsa el comercio, la construcción y el bienestar social.
A nivel estatal, Zacatecas recibió mil 416 millones de dólares en remesas durante los tres primeros trimestres de 2024, lo que representó un aumento del 2.9 por ciento respecto al año anterior.
Este flujo, que equivale a un promedio de 4.3 millones de dólares diarios, coloca al estado en el duodécimo lugar nacional, lejos de Michoacán, Jalisco y Guanajuato, que encabezan la lista con ingresos que superan los mil millones de dólares en el mismo periodo.
Sin embargo, las remesas siguen siendo esenciales para Zacatecas, un estado donde cada transferencia electrónica –que conforma el 98.8 por ciento del total– tiene un impacto directo en el desarrollo local.
En este contexto, la reciente ola de deportaciones masivas impulsada por el gobierno de Estados Unidos amenaza con desestabilizar el frágil equilibrio de Jerez y de otros municipios zacatecanos.
Para un pueblo cuya economía depende tan profundamente de las remesas, la llegada de migrantes retornados no sólo representa un desafío económico, sino también social y emocional.
Ante esta realidad, Rodrigo Ureño ha presentado un plan que promete apoyo integral a los deportados.
El programa incluye la creación de un Comité de Emergencia, compuesto por actores del gobierno municipal, organizaciones religiosas y civiles, para coordinar la asistencia humanitaria.
Además, se plantea habilitar centros de admisión temporal, implementar programas de salud física y psicológica, gestionar fondos de emergencia y ofrecer asesoría legal.
Estas medidas son una respuesta directa a las necesidades inmediatas de los migrantes retornados.
El desafío radica en garantizar que estas acciones trasciendan el asistencialismo y logren una verdadera reintegración de los migrantes a la comunidad.
La historia de Zacatecas es también la historia de un México transnacional, donde las comunidades migrantes son el puente entre dos mundos.
En Jerez, más de 60 mil jerezanos han construido una vida en Estados Unidos, mientras envían recursos a sus familias, un fenómeno que refleja además de la resistencia, también la capacidad de adaptación de sus habitantes.
Sin embargo, las políticas migratorias estadounidenses ponen a prueba esta relación binacional, recordando que las cifras son únicamente un reflejo del impacto humano detrás de cada envío.
El alcalde Ureño Bañuelos ha definido a Jerez como “un pueblo binacional, trabajador y honesto”. Sus palabras reflejan una realidad, pero también una responsabilidad.
El éxito de su plan dependerá de la capacidad de su administración para implementar políticas eficaces, pero también de la colaboración entre sectores sociales y económicos. Más allá de las remesas, el verdadero potencial de Jerez radica en su espíritu de comunidad y resiliencia.
La prueba para Rodrigo Ureño y para Jerez será demostrar que, en tiempos de crisis, un pueblo binacional puede ser también un pueblo solidario y visionario.
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