Una muerte anunciada

SARA LOVERA

Era octubre de 2018, las funcionarias inquietas, subían y bajaban en las oficinas del Instituto Nacional de las Mujeres, (Inmujeres) porque  yo había publicado una semana antes que en Palacio Nacional se decidió, sin consulta alguna, que el instituto sería dirigido por Nadine Gasman Zylbermann.

Se trataba de una médica integrante de las redes latinoamericanas de salud reproductiva, funcionaria internacional y amiga de varias feministas influyentes, entre ellas, Marta Lamas y Malú Micher quien junto con Olga Sánchez Cordero, organizaron la transición sexenal de la política de género.

La imposición desató revuelo y disgusto porque en diciembre tomaría posesión el nuevo gobierno y para el cargo de presidenta del Inmujeres, la institución encargada de la política nacional de género, ya se habían apuntado varias feministas con amplia trayectoria.

La administración de Gasman Zylbeman fue gris  desde el primer día,  el 29 de febrero de 2019. Perdió rápidamente la estatura de su predecesora en el gobierno de Enrique Peña Nieto.

La institución cabeza de la política de género convalidó la reducción presupuestal del nuevo gobierno, avaló la desaparición de Proequidad, que otorgaba recursos a pequeñas agrupaciones en las zonas más pobres del país, lo que significó la quita del 75 por ciento de los recursos a las Casas de la Mujer Campesina y ese mismo año aprobó el bando que negó recursos a más de 400 organizaciones civiles, de mujeres y feministas.

Guardó silencio cuando en plena pandemia, el presidente de la República dijo que las llamadas de urgencia por violencia en casa, eran falsas. Aguantó el vaciado del anexo 13 del presupuesto, para las acciones de igualdad en toda la administración pública.

Nadine quiso dirigir la OPS en febrero de 2022, pero no  pudo. Sin la mínima autonomía  durante 17 meses no echó a andar el Programa Nacional de Igualdad; se hizo a un lado para que la Secretaria de Gobernación, la ministra en retiro, hoy senadora de la República, actuara en cuestiones de violencia de género. No dijo nada cuando se desdibujó el Paimef, el único programa nacional de prevención de la violencia.

Nadine forma parte del grupo de mujeres que se presentaron como feministas hace casi 6 años, un puñado de mujeres 4T que nunca protestaron por las vallas en el zócalo cada  8 de Marzo; convalidaron los calificativos de AMLO, en el sentido de que las feministas son manipuladas por sus adversarios y conservadoras, calificativos extendidos hoy a las madres buscadoras y víctimas del feminicidio.

Perdimos 30 años de  trabajo institucional a favor de las mujeres

El feminismo de Estado se plegó. Atestigüé cómo pasó  sin pena ni gloria la firma de los acuerdos del Foro Generación Igualdad de México y la Alianza Global de los Cuidados, ratificado  París  en 2021. No debe sorprendernos que la iniciativa esté archivada en el Congreso.

Nadie sabe del Acuerdo por la Igualdad entre Hombres y Mujeres, firmado en marzo de 2022. Ni interesa que  522 municipios pobres, se quedaron sin recursos para las mujeres. Y un largo etcétera que incluye el desapego institucional más grande de la historia en salud para todas y todos.

Además, 8 gobernadoras, 6 de morena, siendo mujeres  abandonaron la política de igualdad y de violencia de género. Ninguna publicó sus programas a tiempo, lo que hace imposible  evaluar qué se hizo o hace.

Insisto, hemos perdido 30 años del  trabajo institucional a favor de todas las mujeres. El mito de primero las pobres, es el mito que discutió Clara Zétkin con Lenin, cuando éste alegó, “primero la Revolución, luego veremos”. Que las mujeres sean la mitad de la población y la mitad de quienes votarán este 2 de junio, no importa para esta administración. Veremos.