Candil de la calle, oscuridad de la casa
NOEMÍ LUNA AYALA
Ahora resulta que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador será “candil de la calle y oscuridad de la casa”. O sea, será Candil de Venezuela y oscuridad de México, porque los recursos públicos que aportamos todas las mexicanas y todos los mexicanos, a través del pago de impuestos, ya no serán para atender los grandes problemas de nuestro país.
No, no, no. Serán para instaurar el programa “Vuelta a la patria”, con el que se dará un apoyo social de 110 dólares mensuales, unos 11 mil pesos por medio año, a migrantes venezolanos para que regresen a su nación, el lugar que dejaron por falta de oportunidades, violencia, bajos salarios y represión del régimen de dictador Nicolás Maduro.
El gobierno morenista informó que tiene cuatro mil millones de dólares para atender la migración; es decir, regalar a migrantes en tránsito un apoyo similar a los programas sociales electoreros “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Sembrado Vida”. Ya anunció que será para venezolanos, colombianos y ecuatorianos…¡y a ver a quién más se le ocurre entregar mil 800 pesos por mes.
López Obrador está obsesionado con la idea de respaldar a los regímenes dictatoriales, porque su sueño es ser como ellos. Probablemente por eso firmó el acuerdo con Nicolás Maduro para instaurar el programa Vuelta a la Patria y regalar nuestro dinero.
Igualito lo hizo para financiar al régimen cubano de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con quien signó un convenio para traer a México médicos cubanos, con sueldos mensuales de casi 146 mil pesos. Claro que las jugosas dietas las cobró la dictadura de la isla.
Con 4 mil millones de dólares López Obrado podría atender muchos graves problemas de México. Para comenzar podría combatir la inseguridad, principal demanda de la gente, al incrementar salarios y equipar a policías, que están avasallados por la delincuencia organizada.
Le doy otra idea a López Obrador para usar el dinero que regala: fortalecer las unidades de búsqueda de 120 mil personas desaparecidas en su sexenio. Localizarlas sería más efectivo que quitarlas del padrón, para artificialmente disminuir la cifra a menos de 100 mil casos, porque las madres buscadoras “tienen otros datos”. A ellas podría entregarles equipos, ya que a diario arriesgan la vida para hacer el trabajo que abandonó el Estado.
El presupuesto podría aplicarse a atender la pobreza, dado que en el sexenio lopezobradorista se registró 1 millón de nuevos pobres; o utilizarse para mejor el sistema de salud de México, aunque no igualemos a Dinamarca; ya de perdido, surtir los 25 millones de recetas rechazadas en la megafarmacia.
López Obrado no quiere detener la migración. Quiere conformar un ejército electoral de agradecidos, que, junto con los Siervos de la Nación, opere en la elección presidencial. Los primeros por gratitud pudieran ser movilizados y hasta convertirse en grupos de choque para amedrentar a votantes; y los segundos, intimidan y compran voluntades para condicionar el voto.
El presidente ya gesta el “golpe de Estado” que tanto promueve. Pero se va a equivocar, porque los programas sociales se van a quedar una vez que Xóchitl Gálvez sea presidenta.