La Casa de los Perros: Zacatecas, sí, otra vez, a los últimos lugares
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Cuando un gobierno, sea del color y del sabor que Usted guste y mande, vive cada uno de los días de su administración sexenal en un mundo alterno, como dirían en Marvel, en el multiverso, los avances que se esperan en el bienestar de los ciudadanos resultan ser nulos.
Y este universo en el que los otros datos y las insulsas justificaciones a los yerros se convierten en el pan de cada día, aquella frase de la herencia maldita resurge de entre las cenizas para convertirse en mantra: ¿Qué horas son? Las que Usted diga señor.
Claro, la reverencia, el respetuoso beso en la mano y la entrega del taco de lengua son indispensables.
En Zacatecas, y en esta insufrible nueva gobernanza, quien se ha subido al tren de las mentiras, del engaño, de los datos inflados, del no estar en lo que debe, y que no piensa bajarse jamás, gracias a la confianza ciega que alguien le tiene es el secretario de Economía (ya sé, suena a chiste) Rodrigo Castañeda Miranda.
Resulta que mientras él le endulza el oído al desnudo emperador, publica ofertas de trabajo en Canadá, y todos los días, en camisa empapada en sudor, desde su escritorio se regodea en sueños guajiros, Zacatecas sigue no estancado, sino padeciendo su peor escenario.
De acuerdo con la encuesta Data Coparmex 2.0 del primer cuatrimestre del 2023, esa que mide el porcentaje de socios de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) que consideran cuándo y dónde es buen momento para invertir, en comparación con el año anterior, sí ya se la saben: Zacatecas está en penúltimo lugar.
En esta medición, tristemente, los estados con el menor interés por invertir son Morelos con 20 por ciento, Zacatecas con 28 por ciento y Nayarit con 38.1 por ciento.
Como quien dice, son las tres entidades en México con resultados inferiores al 40 por ciento de los socios de la confederación que estiman hay un mejor escenario para concretar inversiones.
En contraparte, Querétaro, Yucatán y Michoacán son quienes lideran la lista de estados con mayor ánimo para invertir.
Querétaro, gobernado por el PAN, recibió la anuencia del 65.3 por ciento de los socios Coparmex que aseguran es buen momento para realizar inversiones.
Le sigue Yucatán, también gobernado por el PAN, con el 64.3% de asertividad. Comparten el tercer puesto Michoacán, con gobierno de Morena, y Nuevo León, con mandatario emanado de Movimiento Ciudadano, con un 63.9 por ciento.
Lo bueno de la situación para el país es que, a nivel nacional, el 53.4 por ciento de los socios Coparmex discurrieron que, en comparación con 2022, ahora es buen momento para invertir. Lo feo es que Zacatecas no está en la mira de nadie.
Aunque nos cuenten un cuento chino de esos que ya no hacen reír, sino llorar.
Pero, hay que acepar que mientras los componentes que motivan la inversión privada son: estado de derecho, calidad de vida, disponibilidad de personal e infraestructura, Zacatecas seguirá en los últimos lugares. Ni modo.
Porque, seamos honestos, el que Villanueva sea hoy Pueblo Mágico definitivamente no sacará al estado del profundo socavón en el que está metido.
O de algo ha servido a los Pueblos Mágicos de Jerez, de Guadalupe, de Nochistlán, de Pinos, del Teúl, Sombrerete, en medio todos ellos de una escalada de violencia que no se detiene, este programa de membrete, el que gracias al presidente de la fallida 4T, Andrés Manuel López Obrador, no cuenta con un solo peso para apoyar a los gobiernos municipales. ¡Claro que no!
La nueva gobernanza, hoy ocupada en celebrar el nacimiento de una cebra en el parque La Encantada, no ha tenido la capacidad de llevar a la basura la incertidumbre sobre el contexto económico, político y la inseguridad que Zacatecas padece.
El estado, tristemente, tiene la peor imagen a nivel nacional. Una imagen de desidia, de pereza, de valemadrismo, de otros datos en un mundo alterno que sólo disfrutan quienes, bajo el amparo del poder político, son capaces de, en seis meses, construir mansiones lujosas y super equipadas en Colinas del Padre.
¡Y que siga la fiesta! Porque sí, ¡sonría!, que vamos requetebién.
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