Castigo a madre-esposas

SARA LOVERA

Opuesto al discurso que mes a mes difunde la fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy Ramos, para “aumentar capacidad para ofrecer verdad y justicia a las mujeres”, ¿cómo no se dio cuenta que el representante máximo del patriarcado, el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, consiguió encarcelar a dos mujeres por un delito conocido como omisión de cuidados?

La fiscal, el Tribunal de Circuito, los ministerios públicos y una maraña de autoridades tuvieron a una mujer nonagenaria en prisión domiciliaria y a su hija en la cárcel por más de 500 días, acusadas de homicidio por supuesto descuido de un hombre mayor y enfermo.

El asunto y sus contornos debía analizarse por las abogadas feministas. Se trata del asunto más escandaloso, tras los crímenes de la inquisición y la quema de brujas del siglo XV. Todo el peso de la “ley” para una mujer que —según los órganos judiciales— incurrió en homicidio por “descuidar a su marido”, y para su hija por ayudarla, acusada de “garante accesorio”, un delito que la Suprema Corte de la Justicia de la Nación (SCJN) afirma que no existe.

Para encubrirse, Godoy Ramos dijo que ese delito está en la “doctrina” (sic), que busquemos en Google. Se interpretó, explica. Por mandato patriarcal, la hija fue juzgada como coautora del descuido. El fraseo de la fiscal es de lo más llamativo, cuando habla de pruebas y declaraciones.

El proceso, el juicio y la pérdida de la libertad de Alejandra Guadalupe Cuevas Morán y Laura Morán Servín —ahora liberadas por acuerdo de la SCJN— fueron sustentados en supuestas pruebas por no cumplir con su destino histórico: ser buenas madres-esposas, y descuidar obligaciones, históricamente responsabilidad de las mujeres.

El tema de los cuidados, ahora están en la picota, en discusiones en el gobierno, encabezados por la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Nadine Gasman Zylbermann, en foros y reuniones de diputadas y senadoras y “especialistas”. Aprobaron modificar la Constitución para establecer un Sistema Nacional de Cuidados que responsabiliza al Estado; hoy detenido en el Senado.

Se analiza así, la sujeción histórica de las mujeres al cuidado de su prole y familia, llamado “trabajo invisible” por Isabel Larguía y John Dumoulin (libro Hacia una ciencia de la liberación de la mujer) y al trabajo doméstico no remunerado, conocido hoy como economía del cuidado, buscando para las mujeres tiempo para ellas.

El caso ya es historia. Sucedió, sin darnos cuenta, sin análisis feminista. Debemos entrarle. El hoy fiscal, bajo sospecha de haber usado todo su poder para encarcelar a su cuñada, pero Godoy Ramos interpretó como asunto “privado”. Así, la fiscal feminista considera la acusación de homicidio “un asunto privado” de Gertz Manero. Su fiscalía, armó el expediente, lo envió a tribunales y un juez condenó a las dos mujeres. La fiscal detalla: “Se examinaron las pruebas, dos años, fueron suficientes”. Asusta su fraseo en entrevista de radio: “Acusación por omisión de cuidados”.

Hoy, los hechos provocan debate público sobre el papel asignado a las mujeres. Es una oportunidad de oro para hacer saber al patriarcado y a la opinión pública cómo opera la condena a las mujeres que “no cumplen su papel”, que no cuidan “como es su deber” a enfermos y maridos.

¿Cuántos procesos existen de este modo? No lo sabemos, pero es tiempo de abrir expedientes, mirar dentro de las cárceles, analizar la ideología que condena no sólo moralmente, sino con reglas del derecho patriarcal. Sosteniendo así la opresión activa contra las mujeres con el objetivo impuesto, de su “destino” principal: ser madres y esposas. Hay que pensar y actuar. Veremos…

*Periodista, directora del portal informativo: SemMéxico.mx