La impunidad nuestra de cada día
SARA LOVERA
La fotoperiodista María del Sol Cruz Jarquín fue asesinada el 2 de junio de 2018, junto con Pamela Terán Pineda, candidata a la sindicatura de Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Tres años después, ninguna instancia, de la Presidencia de la República, la Fiscalía estatal a los órganos electorales, ha hecho justicia.
Es impunidad, lo que impide a México hablar de democracia. Resulta desgarrador e incomprensible mirar esa pirámide de burocracias, incompetencia, displicencia y complicidad. Impunidad es la “excepción de castigo o escape de la sanción a una falta o delito”. Es esa que viven miles de madres del feminicidio.
Hay en este horrendo crimen un sedimento de intereses inconfesables, no sólo oídos sordos.
Tres años después, son inimaginables los trámites, las demandas, los obstáculos, las audiencias. El 24 de noviembre de 2020, la madre de la fotoperiodista, Soledad Jarquín Edgar, Premio Nacional de Periodismo, creyó en el poder presidencial. Estuvo en la mañanera, en Palacio Nacional. Ese mismo día la “atendió” la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Seis meses después, nada ha avanzado. Son cuatro los delitos de cara a una simulación en cadena:
Uno: el electoral. Fue un delito que María del Sol Cruz Jarquín haya sido enviada por su jefe, el secretario de Asuntos Indígenas, Francisco Javier Montero López, a cubrir la campaña de su hermano Hageo Montero López, candidato a la presidencia municipal. Las autoridades, primero desecharon el recurso; luego, todo acabó con una insultante multa. El gobernador Alejandro Murat Hinojosa solo separó al funcionario.
Dos: lo penal. El exfiscal Rubén Vasconcelos, durante más de dos años, enredó el caso, lo desvió, fue cómplice. Hoy defenestrado, está libre. Numerosas organizaciones piden cárcel para él. ¿A quién le sirvió?
Tres: robo. Desparecieron las pertenencias de María del Sol Cruz Jarquín, entre estas su computadora, donde estaba todo su trabajo de fotografía. Pero nada se hizo. Se sabe quién, pero está libre.
Cuatro: Los derechos humanos y el feminicidio. Inalcanzables, asuntos sin importancia. Gobernación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), la Cámara de Diputados y otras instancias, han sido ineficientes e inútiles.
Sin embargo, desde el 2 de junio de 2018 hay voces y movilizaciones; por supuesto, difusión y entereza en la madre y las organizaciones feministas, gremiales y de mujeres. La escucha y la política: muertas.
Respuesta: tibia, tardada y sin efecto. El feminicidio de María del Solo Cruz Jarquín, reducidas a fuegos artificiales y simulación. A tres años, sólo una persona detenida; las audiencias: inútiles, dilatadas. El peregrinar incesante, el dolor profundo. En Oaxaca, las autoridades se excusan, señalando, como si fuera pecado, que el caso está politizado.
Ahora, una nueva campaña, que no es conspiración, está en proceso, convocada a partir de este lunes, invita a sumarse: “Justicia para Sol es Justicia para todas”. Hoy, nada las puede callar ni nada las puede detener. Más información: [email protected] con Verónica Santiago, al 9511099505, o con Cinthia Pacheco, al 9515704566. Veremos.
* Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx