La verdadera debilidad de la alianza “Va por México”
AQUILES CÓRDOVA MORÁN
Le han llovido críticas a la alianza PAN-PRI-PRD por sus respectivas listas de candidatos a diputados plurinominales, es decir, que no tendrán que someterse al juicio de las urnas. Aquí, algunos ejemplos.
Proceso.com.mx en la columna de Álvaro Delgado del 3 de febrero: “PAN incluye en listas plurinominales a caciques, burócratas, familiares y amigos de dirigentes”. Luego, hace un resumen biográfico de los principales integrantes de la lista que resulta, por lo menos, desalentador. Forbes MÉXICO del 4 de febrero dice: “Dirigentes del PRI se «apañan» primeros lugares de diputaciones plurinominales”, y detalla: “Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del Comité Ejecutivo del PRI, Carolina Viggiano, secretaria general del Partido, así como Laura Haro y la secretaria de Vinculación, ocupan los primeros lugares de la lista plurinominal, lo que garantiza su llegada de manera directa a la Cámara de Diputados.” Menciona en seguida a Ismael Hernández Deras, exgobernador de Durango, presidente de la CNC y actual diputado, y a Rubén Moreira Valdés, exgobernador de Coahuila, diputado y esposo de Carolina Viggiano entre otros. Por mi parte, aclaro que la lista sí incluye nombres nuevos, al parecer de indígenas, afrodescendientes y otras minorías, pero casi todos en posiciones sin posibilidad de llegar al Congreso, entre ellos algunos antorchistas.
Templo Mayor de REFORMA del 5 de febrero dice: “¡QUÉ BÁRBARO! ¿Se acuerdan de cómo le fue al PRI cuando Roberto Madrazo se agandalló el partido? Bueno, pues algo similar es lo que hizo Alejandro «Alito», Moreno con las candidaturas plurinominales. Las repartió entre sus cercanos, sus muuuy cercanos y hasta para él mismo: sin tantito pudor, el campechano se puso en el primer lugar.” Por último, cito la nota de Horacio Jiménez en El Universal del 6 de febrero: “Van contra Morena con «dinosaurios» y cartuchos quemados” y como subtítulo: “Alianza Va por México rescata a «impresentables» y «dinosaurios» para quitarle la mayoría a Morena; siguen dando continuidad a «amiguismos» y «compadrazgos» critican los especialistas”. Para completar el panorama, hay que decir que lo mismo ocurre en los dominios de Morena, donde abundan los “cartuchos quemados” tanto en el actual Gobierno como entre los que aspiran a cargos de elección popular, en este 2021 y en elecciones futuras. Aun así, es preocupante la unánime descalificación de las y los candidatos de la alianza (con excepción del PRD). Nadie en sus cabales puede desdeñar el impacto de tal descalificación en la opinión pública y, por tanto, en los resultados de la elección.
Sin embargo, en honor a la verdad, nuestro punto de vista va más allá: México no necesita caras nuevas sino ideas nuevas, es decir, un proyecto de país que renueve y supere al que hemos venido construyendo durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, necesidad que se hace más urgente en vista del desastre por el que nos conduce Morena. Un proyecto de país basado en el conocimiento exacto de las causas del descontento social que exaltó al poder a López Obrador y que ofrezca soluciones racionales, eficaces y sólidamente fundadas a tal descontento. De nada sirven caras nuevas con ideas viejas, aunque se acepte que la gente joven es más proclive al cambio y a la innovación. Ahora bien, ¿cuál es la causa de la reticencia de los partidos a generar un proyecto de país capaz de entusiasmar a los electores? A mi juicio, se trata de la visible decadencia de toda la clase política mexicana, de la cual Morena y su mal Gobierno son una prueba irrefutable.
La decadencia de los priistas surge del prolongado ejercicio centralizado del poder durante todo el siglo XX, lo que herrumbró su capacidad de análisis y de lucha. Eric S. Thompson, hablando de la decadencia de la civilización maya después de 250 años de dominio absoluto de los cocomes de Mayapán, dijo: “Un poder prolongado y centralizado genera necesariamente corrupción y engendra lentitud mental”. Con la llegada del modelo neoliberal, toda la clase política mexicana perdió los últimos y débiles restos de pensamiento crítico y analítico que le quedaban, pues todos los problemas y las soluciones se confiaron a la “mano invisible” del mercado. En el PAN, la atrofia nace de que sus nuevas generaciones se niegan a reconocer que México y el mundo han cambiado mucho desde la época de sus fundadores. Se aferran al fundamentalismo conservador que los ha caracterizado desde 1929. La excepción, otra vez, es el PRD. Ellos poseen una filosofía coherente del mundo y la sociedad y hacen esfuerzos por aplicar el pensamiento científico a los problemas, pero su inmersión absoluta en las lides electorales con exclusión de la lucha de masas ha acabado por obnubilar su mirada crítica y transformadora.
La decadencia impide a todos jugar el papel de verdadera oposición al gobierno de López Obrador, un gobierno que da material de sobra para reducirlo a su verdadera estatura intelectual y política en muy poco tiempo. No lo han hecho; han preferido las críticas parciales, los pinchazos esporádicos en busca de mejores condiciones para negociar pequeñeces y asegurar su sobrevivencia política en espera de mejores tiempos. Parecen no darse cuenta de que el fracaso del neoliberalismo es ya un consenso mundial; ignoran voluntariamente lo que dice Stiglitz: “Tres motivos resonaban por todo el mundo: que los mercados no estaban funcionando como se suponía que tenían que hacerlo, ya que a todas luces no eran ni eficientes ni estables; que el sistema político no había corregido los fallos del mercado; y que los sistemas económico y político son fundamentalmente injustos ( Joseph Stiglitz, El precio de la desigualdad, p. 25). Y más adelante agrega: “Los apologistas de la desigualdad –y hay muchos (como en México, ACM)- rebaten con el argumento de que dar más dinero a los de arriba beneficia a todo el mundo, en parte da lugar a un mayor crecimiento. Se trata de una idea denominada teoría económica del goteo. Tiene un largo pedigrí y hace tiempo que está desacreditada (…) una mayor desigualdad no ha dado lugar a más crecimiento y, de hecho, la mayoría de los estadounidenses ha visto como sus ingresos disminuían o se estancaban”. Lo que en realidad ocurre “… es lo contrario de la teoría económica del goteo: las riquezas que se han acumulado en los más altos se han producido a expensas de los de más abajo.” (obra citada, p. 53) Es fácil ver que en México ocurre lo mismo, solo que potenciado por su carácter de economía pequeña, subdesarrollada y dependiente.
Pero oigamos la voz autorizada y actual de Vladímir Putin, presidente de la Federación de Rusia, uno de los políticos más completos, sagaces e informados del planeta, ante el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza: “A juzgar por las estadísticas, incluso a pesar de las profundas crisis de 2008 y 2020, el periodo de los últimos cuarenta años puede considerarse exitoso o incluso súper exitoso para la economía mundial. Desde 1980, el PIB per cápita mundial (…) se ha duplicado. Este es definitivamente un indicador positivo.” Sin embargo, “Durante los últimos 30 años, en varios países desarrollados, los ingresos de más de la mitad de los ciudadanos (…) se han estancado y no han aumentado. Pero el costo de los servicios de educación y salud ha aumentado. ¿Y saben ustedes cuánto? Tres veces. Es decir, millones de personas, incluso en los países ricos, han dejado de ver la perspectiva de incrementar sus ingresos. Al mismo tiempo, se enfrenta a problemas: cómo mantenerse sanos a ellos mismos y a sus padres, cómo brindar una educación de calidad a los niños.” Cualquier parecido con nuestra realidad es, por supuesto, cualquier cosa menos pura coincidencia.
El presidente Putin dice: “… la pregunta principal (…) es (…) quién recibió el principal beneficio de esto (se refiere al crecimiento exitoso de la economía y del PIB mundiales antes mencionados)”. Y responde: “La respuesta es conocida, es obvia, el uno por ciento de la población” (las negritas son de ACM). Para él no hay duda de que tal injusticia se debe al llamado «Consenso de Washington»”, es decir, al neoliberalismo salvaje impuesto a los pueblos del mundo por el imperialismo mundial. Añade: “Es claro que el mundo no puede seguir el camino de construir una economía que funcione para un millón (…). Es una actitud destructiva. Este modelo es por definición, inestable”. Se requiere un modelo nuevo y superior que garantice el bienestar de todos. Y propone:
“Primero, una persona debe tener un entorno de vida cómodo. Se trata de vivienda e infraestructura accesible: transporte, energía, servicios públicos. Y, por supuesto, el bienestar ambiental, esto nunca debe olvidarse. Segundo. Una persona debe estar segura de que tendrá un trabajo que le proporcionará un ingreso en constante crecimiento y, en consecuencia, un nivel de vida decente. Debe tener acceso a mecanismos de aprendizaje efectivos a lo largo de su vida (…) que le permita desarrollar y construir su carrera, y luego de su culminación, recibir una pensión digna y un paquete social. Tercero. Una persona debe estar segura de que recibirá una atención médica eficaz y de alta calidad cuando se requiera, que el sistema de salud en cualquier caso le garantice el acceso al nivel moderno de servicios. Cuarto. Independientemente de los ingresos de la familia, los niños deben poder recibir una educación decente y desarrollar su potencial. Cada niño tiene este potencial” (Ver EL PAÍS DIGITAL del 27 de enero).
No hay duda: el mundo necesita cirugía mayor, pero nuestros políticos no lo ven así. A los antorchistas, en cambio, nos parece inaudito que quiera llevarse a cabo, hoy, una campaña electoral para renovar la H. Cámara de Diputados sin ofrecer a las masas una alternativa de país y de vida distintos y mejores para todos, semejante a los cuatro puntos que propone el presidente Putin. Sencillamente absurdo e inaceptable. Por eso creemos que este es el verdadero error de la alianza Va por México, error o carencia que, aunque no sea su intención, reduce su propuesta a una simple vuelta al pasado que el pueblo ya rechazó y al que no desea volver, salvo que se le engañe y manipule para ocultarle la verdad. Y eso tampoco honraría a los partidos aliancistas.