La Casa de los Perros: Recursos a la basura
CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
El gobernador de Aguascalientes, el panista Martín Orozco Sandoval, recibió en su terruño al inquilino de La Casa de los Perros, pero jamás esperó que Alejandro Tello Cristerna, sin empacho, soltara que son los integrantes del cártel de Los Talibanes, los que traen en jaque a ambas entidades, además de San Luis Potosí.
Martín Orozco, hasta el cansancio, se había dedicado a decir a sus gobernados que era Zacatecas, y sólo Zacatecas, el culpable de todos sus males en cuanto a inseguridad se refería, pero Tello Cristerna, quizás un poco harto de que se señale sólo a los zacatecanos de ser los violentos, aclaró las cosas.
Los vecinos, que presumen su desarrollo económico, sus calles limpias, sus grandes tiendas y enormes vialidades, albergan también a este peligroso y violento grupo, aunque lo quieran negar. Qué bueno que la problemática se conozca allá, se acepte y se comience a trabajar en conjunto. Y es que sólo juntos, coordinados, se podrá combatir este flagelo. No hay de otra.
Lo difícil de la situación para Zacatecas es que la contención de los grupos criminales no sea tan efectiva como en Aguascalientes, lo que quedó comprobado con el estudio que dio a conocer el Consejo Ciudadano Para la Seguridad Pública y Justicia Penal, que ubicó a la capital del estado, Fresnillo y Guadalupe, entre los 20 municipios más violentos en 2017.
Terrible enterarse que de 20 ciudades, tres de las más peligrosas estén justamente en Zacatecas. Estamos, como quien dice, a la par de Guerrero, Colima y Baja California.
Pero más preocupante saber que en 2017, fue Zacatecas el municipio con la más elevada tasa de secuestros: 14.97 por cada 100 mil habitantes, que es 15 veces más elevada que la tasa promedio para el país: 0.93. Ya superamos a Reynosa, que no es poca cosa. Las cosas no están bien.
Y aún hay más, de los 20 municipios con las tasas más altas de extorsiones, tres correspondieron a Veracruz; y tres –las mismas tres de siempre– también a Zacatecas.
Lo que sí resultó demoledor, además de estas cifras, fue el hecho de que la organización civil señale que es en estos tres municipios en donde se concentran ineficaces políticas gubernamentales de prevención del delito. Y crítica: basan sus estrategias en subsidios, cursos y en general acciones no coercitivas, lo que obviamente no ha funcionado.
Y peor aún, remarcan que «en su momento» advirtieron que estas políticas de contención no iban a funcionar y que sólo se «estaba arrojando a la basura grandes sumas del dinero de los contribuyentes». Así, Zacatecas y su estrategia para combatir la inseguridad fracasó, pero lo peor, sabían que no iba a funcionar y no tuvieron la visión de abandonarla a tiempo y adoptar la indicada. Ni modo.
Circo evangélico
Promovido por el líder estatal del Partido Encuentro Social, Nicolás Castañeda, quien aún no se puede resignar a que Cuauhtémoc Calderón Galván lo dejara como novia de pueblo, ahora protagonizó un circo evangélico con la única intención de imponer a quien él quiere, a como dé lugar, como candidato a la presidencia municipal de Zacatecas.
Así, juntó a varias mujeres con sus hijos quienes, a cambio de una despensa, gritan porras y piropos a quienes les indiquen, para según él «presentar», avalado en una política despensera que tanto daño le ha hecho a este país, a Salvador Llamas como su nuevo gallo.
El Partido Encuentro Social se olvida de los acuerdos, intenta pasar por alto el hecho de que toca a Morena designar al candidato a la alcaldía, y en un evidente acto anticipado de campaña, que seguramente será sancionado por el Instituto Nacional Electoral (INE), quiere hacer creer a los zacatecanos que Salvador Llamas es, justamente, el salvador del mundo.
No cabe duda que con este intento por minar la figura del precandidato de Morena, Ulises Mejía, sin dejar de lado las reuniones que con Rafael Candelas sostuvo, para también llevarlo como su propuesta, Nicolás Castañeda demuestra que lo suyo, lo suyo, es patrocinar liposucciones y no hacer política.
Relevo
Este día, en una sesión abierta y transparente, se llevará a cabo el relevo en la presidencia del IZAI. La Ley señala que deberán ser los tres comisionados, como pares y sin intromisión, quienes decidan a la persona que se encargará de administrar y representar en actos sociales, durante los siguientes dos años, al Instituto.
El paquete que deja Julieta del Río es muy grande, y la responsabilidad de quien asuma –todo parece indicar que sería Antonio de la Torre–, aún más. Y decimos que sería el comisionado De la Torre porque el recién llegado, Samuel Montoya, está impedido por ley de conocer la mayor parte de los asuntos que llegan al IZAI.
En su calidad de ex funcionario del Gobierno del Estado, Samuel Montoya no puede emitir opinión ni voto en todos y cada uno de los asuntos en los que el Poder Ejecutivo esté involucrado, y como presidente eso le restaría legalidad y, sobre todo, calidad moral y ética a un organismo que, en los últimos dos años, se ha distinguido justamente por su actuar.
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