Aniversario del voto femenino

SARA LOVERA

Esta semana de octubre ya abrimos con varias actividades que se hacen cada año para celebrar el aniversario del voto ciudadano para las mujeres decretado el 17 de octubre de 1953. Un gran paso político que, sin embargo, durante años no significó gran cosa para las mujeres de a pie.

No obstante y hay que decirlo sin tapujos, la acción de decenas de diputadas y senadoras desde 1955, en que llegaron las primeras, ha sido muy importante. En los primeros años: la patria potestad, del divorcio, de los derechos maternales en la vida sindical, el de la vivienda, fue tema de ellas. Claro no se conocen porque además de estar ocultos en la prensa de la época, también han estado al margen de los llamados estudios de la mujer o de género.

Y me congratulo de saber hoy mucho más de esas mujeres que usaron su derecho a participar y ser postuladas. Una investigación inédita de las primeras diputadas locales y federales, de las primeras senadoras y presidentas municipales muestra cómo éstas mujeres mejoraron sus comunidades, en parques, jardines, hospitales, centros educativos, calles y crearon las primeras guarderías para madres trabajadoras, por ejemplo en Chilpancingo.

Su vida y su obra están ocultas. Siempre se prefiere el relumbrón, los grandes discursos y la presencia de las mujeres que han construido nuevas leyes y acciones, como la paridad en las listas electorales que acabará por cambiar en definitiva el panorama de las cámaras, los ayuntamientos y por supuesto, algunas políticas públicas.

No obstante hay huecos para reflexionar. Cosas que no se tocan en estos días de festejo y autovaloración. Las mujeres de a pie, son las que viven en carne propia, por ejemplo la carestía, la violencia cotidiana y la pérdida de sus hijas por secuestro o asesinato. Ellas no saben de estos jolgorios, en que se anuncian nuevas “herramientas”, se hacen talleres o conferencias que no logran cambiar ningún paradigma. Siguen ellas, la mayoría sin enterarse. Increíble.

Las mujeres de la vanguardia política, las que hacen presión para los cambios, las que organizan decenas de reuniones y discusiones, no han podido llegar a las otras mujeres ¿por qué? Porque hablan entre ellas, se reafirman en conocimientos y hallazgos, se vanaglorian de sus adelantos, escriben libros, hacen discursos, pero ojo, sistemáticamente han dejado de un lado a la comunicación efectiva. Los periódicos de pequeñas ciudades y capitales ni se enteran, ahí reina el patriarcado sin obstáculo alguno.

Los señores y muchas señoras de la radio siguen repitiendo las mismas estrofas de hace 50 años, si acaso hablan del tema cuando la mujer de poder en su comunidad, hace el discurso de ley el 8 de marzo, el 17 de octubre o cualquier otra efemérides, así, ocasionalmente. Mientras las estrofas reafirman la condición de subordinación de las mujeres, sistemáticamente.

Muchas de estas mujeres creen que se puede comunicar en las redes sociales. Si que se puede, pero no llega a las mujeres de a pie. Según los datos de especialistas y dedicados como Genaro Villamil, el blog más leído es el de una chica maquillista, pero las  obreras, campesinas, trabajadoras domésticas, trabajadoras informales, profesoras de escuela, maquillistas, pequeñas comerciantes, sobrecargos de aviación, físicas y químicas, manicuristas, empresarias pequeñas y grandes, no van a los talleres y seminarios de género, se enteran del feminicidio en las noticias de televisión y de vez en cuando oyen o ven Canal 11 en Diálogos en Confianza.

Los famoso twits, las redes sociales, son cosa de las y los jóvenes, se ven rápidamente por millones, sobre la superficie. Ahí, la competencia es la campaña violenta contra el feminismo que crece, el concepto de una palabra aterradora: “feminazi” se está haciendo popular y como se hace, no sé dónde y está  estratégicamente diseñado, llega, mucho más que los talleres, seminarios, discusiones entre iniciadas en lugares acordes para escuchar, entre ellas, lo que ya sabemos desde que Cuca García explicaba la ciudadanía a las miles, esas sí, de mujeres del Frente Único Pro Derechos de la Mujer, allá por los años 30.

Hice mi encuesta, entre muchísimas personas que veo, oigo o me comunico a través de las nuevas tecnologías de la comunicación, casi nadie sabe cómo se logró el voto, nadie conoce nombres, se sorprenden cuando se cuenta la vida de alguna de nuestras ancestras, y lo que es peor, no entienden el significado de la paridad, y si hablamos de la paridad horizontal, menos.

Yo insisto. Debían tomar en serio el tema. Pensar que seguirán siendo las iniciadas, las dueñas de los temas y las especialistas o “expertas”, mientras la gente no sepa. Son las expertas a las que les pasó de noche que Televisión Azteca firmó un acuerdo con ONU mujeres para poner “género” en sus contenidos. Nadie ha ido a hacerse presente con los dueños para preguntar qué onda.

También les pasó de noche el acuerdo del Secretario de Gobernación con la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión para que actúen con sus medios, para parar la violencia contra las mujeres. Para eso las oenegeneras, feministas, activistas, militantes, expertas, especialistas, responden ¡Ay no, qué horror! y casi matan a quien ocupa esos espacios.

Les cuento. Habrá quien los ocupe y sean o no de “mi fe y conocimiento, sabiduría y política”, la única, mi verdad total, “porque yo sí sé qué es feminismo y género”, empezarán a tener espacios que no nos van a gustar. Mujeres de los medios, con carrera, mujeres en el tema de mujeres, que tomaron alguna vez un taller, empresarias y otras, ya están listas para la nueva cadena de TV y listas para aprovechar un sexenio donde, desde el poder real, se han empujado temas fundamentales, políticas y acciones que forman ya parte del informe presidencial.

No se sorprendan. Y mientras tanto sigan hablando entre iniciadas, despreciando a la prensa, a los medios tradicionales que aún son los que llegan mayoritariamente, los que se leen en las radios locales, los programas de tele, que van a desparecer, pero faltan varias décadas, desprecien la estrategia de comunicación y hagan solamente sus twits y otros asuntos. Mientras las mujeres de a pie siguen viendo las telenovelas, escuchan mientras hacen otra cosa la radio tradicional y por supuesto adoran algunos o algunas periodistas de su región que les dan consejos, como si viviéramos en el siglo XIX.

Esto que digo, me duele, no hubo forma en más de 30 años de convencerlas de lo contrario. Ni hablar. Peor ahora, porque en efecto el reto es gigante. En las redes sociales, chequen lenguaje y temas. Luego me dicen, mientras tanto los hombres las siguen acosando, violando y matando. Es una desgracia.

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