8 de Marzo
SARA LOVERA
Este 8 de marzo se cumplen 111 años desde que se constituyó este día internacional para hacer visibles las demandas de las mujeres. En 1911, las europeas se habían movilizado ante la inminente Primera Guerra Mundial.
No fue una ocurrencia. En 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, Dinamarca, se acordó esa fecha, habían transcurrido más de cien años desde el nacimiento del feminismo en Francia. Entonces cundía un cambio: miles y miles de mujeres trabajaban en fábricas textiles y miles de ellas tenían casi 60 años luchando por el derecho al sufragio.
El feminismo es hoy un movimiento potente e internacional. No tiene gentilicio ni fronteras. Pasó de las demostraciones callejeras, congresos y conferencias a significar la condición de las mujeres y sus derechos, a la creación de un cuerpo de conocimientos, explicaciones científicas y sociológicas desde la experiencia de las mujeres. Explicó la opresión y discriminación y adoptó posturas políticas frente al sistema patriarcal.
No es un día para “reconocer” o “felicitar” a las mujeres. Este año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llama a promover liderazgos y luchar por la igualdad. Propuesta fuera de la realidad. Las voces de la cuarta ola del movimiento van a reafirmar su potencia transformadora y rechazo a todas las formas de patriarcalismo, exacerbadas por la pandemia del Covid 19, crisis que desnudó todas las aristas de la discriminación y la violencia contra las mujeres.
En México habrá unos 21 mil nuevos nacimientos en niñas, debido a la violencia en casa. No pararon aquí ni en el mundo los asesinatos de mujeres. El confinamiento generará 20 millones de deserciones escolares de niñas. Retrocedimos diez años en la participación laboral, millones perdieron sus pequeños negocios, en México creció la muerte materna por falta de servicios médicos.
La ONU está rebasada. Hay líderes mujeres en todas partes. De ahí la respuesta machista, violenta y simbólica. Muchas viven hostigamiento y persecución, como en Nicaragua o la Ciudad de México. A otras las satanizan con discursos descalificadores y sutilmente represivos. La igualdad legal se construyó en los últimos 300 años con sangre y cárcel. El patriarcado es la ideología del poder, crea sistemas jerárquicos y autoritarios en todo el mundo.
Leyes, derechos, reconocimiento, programas simuladores, instituciones de “género” están superadas. Las jóvenes feministas encabezan mundialmente una propuesta transformadora. Encabezan muchas las luchas sociales. En México, estas jóvenes de acción directa caminan al lado de las madres de las víctimas del feminicidio, de indígenas luchando por detener a las empresas trasnacionales que invaden sus tierras. Están al lado de la lucha ecologista y el uso de energías limpias.
Nadie, con un dedo de frente, puede responder. Los partidos o gobiernos ofrecen como concesión igualdad o espacios políticos o administrativos, porque es derecho constitucional, como la paridad en todo. Estas proposiciones suenan huecas. Ahora, eso sí, este movimiento, con otros, reclama respeto a los derechos humanos de las mujeres y justicia para las agraviadas, equilibrio en el reparto de la riqueza y cese a las desapariciones y erradicación de la violencia.
Por favor, no se equivoquen. En México, el feminismo, sus hallazgos, sus iniciativas, nacieron en la Colonia con la rebelión en los conventos, y en los siglos XVIII y XIX con movilizaciones y demandas. Fueron feministas las que se sumaron críticamente a Madero, a Carranza, a Lázaro Cárdenas. Veremos.
Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx