Universidad y sucesión ¿Rumbo a un modelo de gestión académico moderno?
* El debate de fondo: ¿Qué perfil de rector, para qué tipo de Universidad?
* La propuesta del Maestro Hiriart de separar las “Prepas” de la Universidad: ¿Una salida?
* En la sucesión 2016, la Universidad no debe ser moneda de cambio por privilegios políticos
MANUEL IBARRA SANTOS
Con el comienzo del ciclo escolar 2015/2016 inicia la cuenta regresiva que conducirá al proceso de renovación rectoral de la Máxima Casa de Estudios en el mes de mayo próximo, que coincide históricamente en esta ocasión con la tercera sucesión al gobierno de Zacatecas en los albores del siglo XXI. El asunto no es menor y abre un debate de fondo: ¿Qué perfil de rector, para qué tipo de Universidad?
Los universitarios en el ejercicio pleno de su soberanía, como lo establece su Ley Orgánica, estarán determinado en menos de un año el liderazgo académico de su futuro rector, si es que es uno con perfil renovado, comprometido con el establecimiento de un nuevo paradigma de gestión del cocimiento, de eficiencia y transparencia o bien se deciden por la opción que privilegie los inercias, los vicios y la corrupción, que vaya a contrapelo de la gloriosa tradición de la Universidad fundada por Francisco García Salinas, en 1832.
La rectoría en la universidad pública mexicana concentra gran parte de la capacidad de gestión y la toma de decisiones de la mayor relevancia académica y administrativa. De la habilidad de gestión de los rectores depende no sólo la legitimidad sino también la gobernabilidad institucional. De ahí la importancia de la renovación de las autoridades de la Máxima Casa de Estudios.
La Universidad se encuentra, por eso, en una encrucijada: o se elige un rector con liderazgo moral fuerte que sea el pivote del cambio estructural o bien se toma la determinación por una personalidad complaciente y cómplice que administre las inercias y conduzca a la profundización de las múltiples crisis que afectan a la Universidad. Esta es una respuesta que sólo en sus manos tienen los universitarios, de una institución que como expresión del Estado, es patrimonio exclusivo de la sociedad y no sólo de los grupos burocráticos.
La otra salida es la que plantea el reduccionismo político exógeno de la Universidad, la que sostiene que habrá que esperar la renovación del gobierno del Estado en el 2016, para conocer si en el portafolio de sus ideas se carga algún proyecto claro de fortalecimiento de la Universidad Pública, sobre todo cuando hay la tradición de expiar culpas y enderezar responsabilidades de todo lo que pasa a su interior a fuerza externas. Sin embargo, ésta no es la salida.
Lo que es incuestionable es que la Universidad y sus disímbolas corrientes a su interior jugarán un papel protagónico en la sucesión gubernamental del 2016. Pero lo que se tiene que evitar es que a esta noble institución se le dañe en esta coyuntura de cruzados intereses y se le utilice como moneda barata de cambio por privilegios y favores políticos.
Universidad, palanca de las grandes transformaciones en el estado de Zacatecas
A lo largo de 183 años de historia, la Universidad Autónoma de Zacatecas, además de ser la institución civilizatoria más emblemática de nuestra sociedad, se ha convertido también en la palanca de las transformaciones más importantes del Estado. Pero para cumplir a plenitud su función requiere de profundas reformas estructurales y una de ellas está amarrada a la demanda de implementar un nuevo modelo de gestión del conocimiento y de administración eficiente de sus recursos.
En 1832, fecha de fundación de la Casa de Estudios de Jerez, el antecedente más simbólico del origen de la Universidad, dicha institución se convierte en receptáculo de los más avanzados ideales liberales; en 1837 se transforma en Instituto Literario y el cambio se realiza en el huracán de la violenta pugna entre federalistas y centralistas; en 1885 es puerta de entrada a la entidad del racionalismo positivista y se constituye en Instituto Científico y Literario, contribuyendo a la formación de los primeros grandes científicos zacatecanos de finales del siglo XIX, como Don José Árbol y Bonilla; y en 1968 nace en su versión moderna, la Universidad Autónoma de Zacatecas.
A lo largo de esta trayectoria histórica, la Máxima Casa de Estudios ha cumplido con un papel centralmente protagónico en la construcción de la prosperidad de Zacatecas. Y en esta ocasión, no puede ser la excepción.
De 1968 a la fecha, la Universidad ha experimentado una serie de grandes reformas. Podemos destacar al menos tres de ellas: la autonomista y de co/gobierno, en 1968; la de la movilización social y vinculación con las causas populares en los setentas; la de la masificación de la matrícula en los ochentas y noventas. Hoy sin duda, la sociedad demanda <al igual que los propios universitarios>, de una transformación de fondo, un cambio de timón, de esta institución.
El gran debate académico en torno a la universidad que Zacatecas necesita
Por lo pronto, en la entidad los docentes y trabajadores de esta institución han iniciado un rico debate sobre los cambios y transformaciones que deben realizarse en la Máxima Casa de Estudios. El doctor Rodolfo García Zamora ha formulado con certeza el camino del fortalecimiento de la racionalidad académica, la consolidación de un nuevo paradigma de gestión del conocimiento y la reforma integral de la institución; el maestro Eduardo Hiriart Estrada, por su parte, con ejemplar visión crítica y no sin razón, fue al fondo del asunto y sacudió conciencias y estructuras con su interesante reflexión al proponer la separación de las Preparatorias de la Universidad, por su efecto pernicioso en la administración, en las finanzas y en los procesos de investigación en esa institución. Él por su calidad de ex/rector, con autoridad moral, sabe lo que dice. Nadie lo podrá acusar de lo contrario.
Esos son tan sólo algunos de los muchos y valiosos argumentos que los universitarios han expresado, como perlas de ejemplo, en relación a los cambios y transformaciones que deben hacerse en las estructuras de la Universidad.
La Universidad, por cuestiones imperativas y estratégicas, tendrá que plantear con racionalidad los cambios y transformaciones que requiere, para seguir siendo la gran palanca de las transformaciones de Zacatecas.