Trump y su machismo
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
La semana hubo una conmoción mediática internacional por un nuevo desatino del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su visita a Francia.
No es para menos, además de sus recurrentes muestras de racismo y xenofobia, Trump ha mostrado su rostro misógino y machista en varias ocasiones. Esta vez le tocó a la compañera del presidente Emmanuel Macron, Brigitte Macron, a quien el presidente norteamericano saluda con un “Estás en muy buena forma” y luego, refieren las crónicas sobre ese instante, se volvió hacia Macron para añadir: “Hermosa”.
Inadecuado y excesivo el comentario de Trump, ni duda. A mi juicio, el comentario es tan machista como cualquier piropo que reciben las mujeres en la calle por parte de un desconocido o bien del conocido que cuestiona la estructura física de una mujer, para aprobarla o desaprobarla, lo que sucede entre amigos.
Trump en su no-saludo, evidencia la edad de la pareja del presidente Macron, algo que nos debería tener sin cuidado al resto del mundo, y al mismo tiempo es sexista, por eso digo, es semejante al que emiten en la calle aquellos que no son presidentes de la nación más poderosa del mundo, pero que incluye a una gran cantidad de varones que creen tienen el derecho de sancionar las mujeres con sus miradas lascivas o con sus comentarios para evidenciar que son machos de verdad.
El mandatario estadounidense tiene hoy 71 años de edad y nadie le ha dicho nada al respecto, es evidente que también tiene kilos de más, pero como se trata de un hombre, en él la edad y el peso, incluso su pelo, no son sujetos de crítica y mucho menos desde un aspecto sexista. En cambio, en ella, las características de edad y sexo constituyen elementos o estereotipos que se juzgan.
Decirle a Macron que su pareja es “Hermosa”, fue una muestra de su enraizado machismo, naturalizado en él y potenciado por ser el presidente de la nación más poderosa del mundo. Fue la aprobación de un hombre a otro hombre. El Visto Bueno.
No es esta la primera vez que Trump hace este tipo de exclamaciones sexistas, para nada. Lo que es verdad es que su comportamiento es tan común como la de muchos hombres en el planeta, porque la supremacía varonil está presente en sus vidas y entonces las mujeres dejan de ser personas para convertirse en cosas a las que ellos califican con expresiones que denigran a las mujeres.
En el peor de los casos, es la forma en que se ha naturalizado esta violencia contra las mujeres, al grado tal que vemos a la prostitución, el comercio de los cuerpos de las mujeres, como una necesidad de los hombres. Ese es el punto y esa es la razón por la que no se pueden permitir estos atracones verbales (que pasan luego a los hechos) de algunos hombres frente a una mujer, basados en el machismo elemento para muchas personas normal porque así han sido educados, porque lo han aprendido a lo largo de sus vidas.
Estamos ante un punto en que eso ya no puede seguir sucediendo y debe ser evidenciado, porque el machismo y el sexismo son dos líneas fundamentales de la exclusión de las mujeres que construyen la violencia que causa millones de víctimas en el mundo. Por citar un dato, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, señaló en octubre de 2016, que cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujeres.
En Estados Unidos, el país gobernado por Trump, según datos dados a conocer en 2016 por una organización no gubernamental denominada Centro de Políticas sobre Violencia, más de mil 600 mujeres fueron asesinadas por un hombre; en el 93 por ciento de los casos, ellas conocían a su perpetrador.
Estas cifras son aterradoras y son resultado de conductas machistas como las del señor Trump, que no son pues inocentes en ningún sentido.