El Padre Chalío, toda una vida trasmitiendo el amor a Dios
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
Jerez de García Salinas, Zac.- Su vocación tal vez se definió desde la niñez, sus juegos estaban encaminados en gran parte a la vida religiosa; fue uno de los presbíteros más queridos y respetados; el pasado 22 de agosto arribó a sus bodas de oro sacerdotales, un día antes de cumplir sus 76 años de vida.
Miembro de una distinguida familia jerezana, cuyo pilar fueron sus padres don Antonio Ramírez Torres y María del Refugio González, matrimonio que dio vida a los siete hermanos, Inocencio (conocido como José Guadalupe), Rosalío J. Cruz (Raúl), María del Carmen, José Antonio, Leopoldo y Pablo.
Su ingreso al Seminario fue el 18 de octubre de 1954 y su ordenación el 22 de agosto de 1965 a cargo del Obispo de la Diócesis don Adalberto Almeida y Merino, en la capilla del seminario Mayor de Guadalupe; su primer misa la cantó el 25 de agosto del mismo año en la Parroquia de la Inmaculada Concepción, presidida por el señor cura Carlos Uriel Argüelles Aldana.
Empezó su peregrinar
Como primer destino fue la Parroquia de Mezquitic, como vicario cooperador, el 24 de mayo de 1966, fue cambiado al Sagrario de la ciudad de Zacatecas; ahí tuvo la oportunidad de fundar el Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana (MJVC) a nivel diocesano, del cual fue asesor por espacio de una década y además asesor nacional del propio movimiento durante dos años.
Fue también asistente de las religiosas asesoras de grupos internos de la Acción Católica, delegado de la instrucción religiosa en abril de 1969; padre espiritual del Colegio del Centro y director de Pastoral Juvenil de la diócesis en 1970. Capellán de las religiosas del Monte Carmelo en 1973 y de las religiosas Misioneras Oblatas de San José en 1974.
Asesoró al grupo Cursillos de Cristiandad en 1975, año en que también fue auxiliar de la secretaría del Obispado.
Capellán Auxiliar del Santuario de Plateros en 1977, vicario fijo en María de la Torre, Monte Escobedo, en 1978; vicario cooperador en la Parroquia de Huejúcar, Jalisco un año después, hasta 1982, cuando asume la titularidad en la parroquia de Trancoso, por espacio de dos años.
En 1984 se trasladó como vicario foráneo a Ojocaliente y al año siguiente a la Parroquia de San Francisco de Asís en Luis Moya.
Su retorno a Jerez se dio el 13 de junio de 1987, cuando fue nombrado párroco de San Francisco de Asís, recibiendo además el nombramiento de vicario foráneo y confesor ordinario de las religiosas de la foranía Jerez.
En 1991 asumió la parroquia de San Judas Tadeo en Villanueva; nuevamente tuvo la oportunidad de ser asesor diocesano de Pastoral Juvenil en 1994, año en que se le asignó como maestro de ceremonias y asesor pastoral en la Catedral Basílica.
En 1998 se dio un nuevo retorno a su lugar de origen, ahora en la Parroquia de nuestra Señora de Guadalupe, como Párroco y luego otra vez vicario de la foranía.
En 1999 recibió un nuevo servicio como juez diocesano del Tribunal Eclesiástico.
En 2001 se convirtió en Canónigo del Cabildo Cardenalicio “no residente” y dos años después en capellán del monasterio de Carmelitas Descalzas del Purísimo Corazón de María en Jerez.
Fue párroco en la parroquia de San Antonio de Padua de Morelos en 2005 y decano en Calera.
Posteriormente párroco en la Ermita de Guadalupe de Jerez.
Muy querido entre la feligresía
Son varios los momentos que han marcado la vida sacerdotal del padre Rosalío Roberto Ramírez, pero desde nuestra óptica podríamos mencionar tres.
Evidentemente el instante de su ordenación sacerdotal, significó no sólo el logro personal o familiar, sino que fue una alegría que contagió a la feligresía jerezana, al ver la realización de un siervo de Dios originario de esta tierra, algo que no se repetía muy frecuentemente.
Durante sus bodas de plata sacerdotales, siendo párroco de San Francisco de Asís, hubo una gran celebración que encabezó el obispo de la diócesis Javier Lozano Barragán y una fiesta popular que congregó en promedio a mil 500 jerezanos, con un imponente coro formado para la ocasión, en el que participaron cerca de 75 personas y además, impartió el sacramento de la comunión por vez primera a 115 niños que decidieron tenerlo como padrino.
Un momento más quizá sea la visita que en el 2003 realizó a Zacatecas el cardenal Javier Lozano Barragán y que consideró una parte de su agenda en el municipio de Jerez; el padre Chalío fue parte fundamental en la organización y logística.
Dios le permitió arribar a sus Bodas de Oro a pesar de lo deteriorado de su salud; el padre conocía perfectamente casi a todas las personas que previo a la celebración lo visitaron y con algunos pudo incluso intercambiar diálogos cortos.
Luego ocupó un lugar especial en torno al altar improvisado, junto a los 15 sacerdotes que lo acompañaron en la misa presidida por el vicario de la Diócesis Tranquilino Romero Franco.
El padre Chalío que portaba un atuendo con una imagen de la Virgen de la Soledad bordado, fue auxiliado por otros sacerdotes, para participar en el momento de la consagración, intercambió el saludo de la paz e impartió la que fue su última bendición a los fieles; al término de la ceremonia, decidió permanecer con sus invitados por varios minutos.
El fin de semana su sobrina María del Carmen García Ramírez informó de la nueva hospitalización, mientras que el padre armando García Martínez en la misa de las 19 horas, pidió por su salud y habló de que la situación era grave; horas después se dio el desenlace.
LNY/RECV