Tiempo de hermanarnos más

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

Ha corrido ya el primer mes de campañas electorales con miras a la renovación de más de 20 mil cargos entre ellos la Presidencia de la República, 128 senadores, 500 diputados federales, 30 congresos locales y los Ayuntamientos en la mayoría de los estados, será la elección más concurrida en la historia reciente y según han afirmado será la madre de todas las batallas donde se determinará el rumbo de la patria.

Las dos principales coaliciones desde el oficialismo y la oposición construyen una narrativa pretendiendo ganar adeptos; el oficialismo ofrece continuar con la transformación del país e impedir el regreso de la corrupción (sic) y la oposición habla de sacar a Morena para evitar la destrucción del país, lo cierto es que son muchos los males que aquejan a los ciudadanos y bien valdría la pena reflexionar sobre la determinación que tomaremos en junio próximo. A efecto de aportar algunos elementos a mis escasos lectores. Veamos.

La guerra de encuestas es la estrategia empleada por los oficialistas con su candidata Claudia Sheinbaum Pardo, siendo la de Mitofsky publicada en el diario El Economista la que da 60 por ciento de intención contra 34 por ciento de la opositora Xóchitl Gálvez, en este rubro sólo la casa encuestadora Massive Caller habla de 41.8 por ciento para el oficialismo contra 34 por ciento de la opositora.

Lo cierto es que, en efecto, pareciera que estamos ante una estrategia que pretende evitar que la gente salga a votar pues ya está decidido todo, o de plano que los indecisos se carguen a quién va adelante en las encuestas. No podemos perder de vista que una encuesta sólo es una fotografía del momento y que para confirmar lo dicho por las empresas demoscópicas, o cambiar el sentido de tal intención es salir a votar; por ende, si usted amable lector no cree lo dicho por estas empresas, sencillo vaya el dos de junio a las urnas y sume a su familia a esta responsabilidad cívica, nada, nada está escrito.

Por otra parte, el recambio de cuadros es lo de siempre, quienes antes juraban amor eterno a sus institutos políticos y hablaban pestes de su contraparte repentinamente cambiaron de parecer al no ser nominados a la posición que aspiran, pero no sólo cambian de colores en la vestimenta, sino también como en un acto divino empiezan a enlistar los errores de su otrora partido.

El chapulineo no es nuevo, pero algunos casos resultan francamente desconcertantes por decirlo menos, es el caso de la fórmula al Senado presentada por Morena en Yucatán y compuesta por los actuales senadores Jorge Carlos Ramírez Marín y Verónica Camino Farjat que en la elección de 2018 fueron impulsados por el PRI; o la aspirante a la Gubernatura de Morelos la ex morenista Lucy Meza Guzmán por la coalición

Por la Seguridad y Dignidad de Morelos compuesta por el PRI, PAN y PRD, todavía recuerdo la vehemencia con que la ex guinda defendía los libros de texto adoctrinadores a favor de la 4T; o que el ex priista Ramírez Marín hablaba de defender a México de las garras morenistas, ¿dónde quedaron sus ideales, sus principios, su visión de país? Respuesta, en el olvido absoluto, esperan que la desmemoria colectiva cumpla su papel y que los ideales, los nuevos proyectos y las virtudes recién descubiertas a sus nuevos partidos sean adoptados por los electores, aunque se trate de un cambio de 180 grados, ¡vaya cinismo!

Además, los tres candidatos presidenciales continúan con su mismo esquema, Sheinbaum oferta continuidad, Gálvez acentúa las estridencias, mientras Máynez sigue con su propuesta de lo nuevo; pero nada dicen en concreto, solo manifiestan generalidades y golpes bajos de sus partidarios; no se dice como abatir la inseguridad, como garantizar medicamentos en los hospitales públicos, son sólo declaraciones dulces para el oído, pero no se explica cómo se harán realidad.

En virtud de lo anterior ¿qué debemos hacer? ¿observar pasivamente y ser víctimas después de los excesos de los gobernantes? Nada de eso, ello implicaría un auténtico despropósito que nos llevaría a otros tres o seis años de adversidades, y lo descrito anteriormente se multiplicará con el inicio de las campañas locales que presentan los mismos vicios explicados ya, por ello, desde mi modesta opinión vale la pena ponderar lo siguiente:

Primero. La única posibilidad de tomar la mejor decisión es la observación de las propuestas y que los candidatos establezcan compromisos colectivos, y luego se exija en conjunto su cumplimiento; porque no hacerlo lleva al riesgo de que nos mientan, o mañana se desdigan de lo ofrecido.

Segundo. No podemos en ninguna circunstancia, intercambiar nuestro voto a cambio de un apoyo, llámese tinaco, boiler, despensas o dinero en efectivo, de hacerlo ciertamente vamos a recibir un beneficio en lo inmediato y después se olvidarán de nosotros.

Tercero. Es necesario que se analice la concordancia entre el decir y el hacer, sobre todo ahora que varios de los aspirantes esperan repetir en el cargo o desempeñaron alguna función pública y, por ende, si hoy hablan de servir, de compromiso con el pueblo o trabajar al lado de la gente, pero no se pueden ignorar los hechos; por ejemplo, si alguien espera repetir como alcalde habría que observar si se hicieron las cosas o se esgrimieron excusas como muchas ocasiones.

Pero también debemos entender que son múltiples problemas que afectan a los mexicanos, principalmente que suman ya más de 180 mil muertos en actos violentos en el actual sexenio que ofreció pacificar el país, a su vez, las carencias de medicamentos son muchas a pesar del tan cacareado sistema de salud, por tanto, el único camino es conformar una gran fuerza social que tome en sus manos los destinos de la patria y transforme la realidad de fondo, por ello nuestra es trabajar para arraigar en el pueblo pues las campañas concluirán en dos meses y de nueva cuenta se olvidaran de nosotros hasta que nos vuelvan ocupar.

Finalmente, no podemos pensar que un candidato vendrá a resolver los males de la patria o de nuestro municipio, pues los problemas tienen su raíz en la injusta distribución de la riqueza social y sólo el pueblo en el poder cambiará de fondo esta terrible realidad, por ello la tarea sigue siendo mantenernos unidos y conformar un auténtico partido popular que dé la pelea porque las cosas cambien, de lo contrario vendrán más políticos a ofrecer discursos engañosos para permanecer en el poder sin beneficio para los votantes.