Tello gobernador
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
La mañana de la semana en que inician las Fiestas Patrias y en que se dará el recambio según los tiempos constitucionales de la investidura mayor del Estado, asistí a la Misa dominical a la que nuestros padres nos acostumbraron a acudir desde finales del siglo pasado. Debo confesar que tenía algunos años sin hacerlo.
Me emocionó en un primer momento la sonoridad de la Catedral – Basílica, me impactó su altar modernizado con diseño eclesiástico autorizado por el Vaticano y el ritual conducido con una voz religiosa y cálida: la de un orador con contundencia en sus ideas y en su lenguaje corporal religioso.
Me tocó ubicarme de pie en la última columna del lado derecho del recinto. De pronto observé pasar al señor Gobernador Electo, solo: se dirigía a su lugar donde estaba su familia, sentada en la parte posterior, del lado izquierdo, con absoluta discreción: no en la primera fila.
A la salida de la Misa los feligreses se acercaban a saludar, más que con respeto, con cortesía. He leído crónicas donde el licenciado Tello asiste a eventos deportivos con ese mismo espíritu de ciudadano común que ocupa el sitio libre en el recinto: no hay guaruras visibles ni música de viento, mucho menos síntomas de que se esté gestando una gubernatura imperial. Se dibuja otro esquema de gobierno.
En estas 24 horas deberá anunciarse la integración del gabinete del poder Ejecutivo que gobernará el próximo quinquenio. Los zacatecanos elegimos al Poder Ejecutivo: la autoridad sólo recae en el Gobernador, quien a su vez delega la procuración de justicia en un profesional, las finanzas en otro, la administración en otro más, y quedará siempre como responsable último el Gobernador que ha sido electo por la mayoría de los votantes para cumplir las tareas de administración y operación cotidianas en la entidad. Los demás funcionarios solamente cumplen roles que les han sido transferidos por el titular de la Primera Magistratura. La toma de decisiones sólo corresponde al Ejecutivo: no hay quien pueda acotar o recomendar la integración de su equipo.
Zacatecas vive una severa crisis –al igual que el país todo- de credibilidad en sus gobernantes. Se requiere de un hombre nuevo que transforme hábitos viejos en nuevas costumbres. Zacatecas, con 12 años de oposición, no pudo abandonar las maneras antiguas de hacer las cosas. Los partidos se pudrieron en la transición. Las Cámaras de Diputados locales y federal, son centros de poder que reemplazaron el presidencialismo por la partidocracia, corrompiendo aún más, los hábitos de gobierno.
Un diputado de manera formal puede ganar 4 o 5 veces lo que un gobernador. Un senador, 3 o 4 veces lo que un presidente de la República. En México cambió todo para no cambiar nada.
Zacatecas, actora principalísima de la vida colonial, no sólo en América sino en el mundo por su explotación de plata y oro, participó contundentemente en la Independencia, en la Reforma con el casi zacatecano Valentín Gómez Farías o a través del guerrero invencible, verdadero triunfador de las batallas de Puebla y Calpulalpan. En la Revolución definimos la victoria del pueblo sublevado y fuimos uno de los primeros Estados donde hubo transición hacia la democracia en las gubernaturas.
Esta vez a Alejandro Tello le corresponde el honor que hereda de su familia como parte de un ADN intrínseco de honradez y eficiencia que él debe preservar, porque Zacatecas tiene sed de justicia, hambre de combatir a fondo la corrupción y un deseo ferviente de que las obras que se emprendan sean trascendentes para transformar el campo, la educación y la seguridad, a fin de conducirnos como Estado de la Federación, al lugar que merecemos por nuestra historia y por los muchos méritos de nuestros antepasados.
Hay esperanzas, hay necesidades, no es igual hacer una glorieta o modificar la Plaza de Armas que invertir en el campo o en educación para nuestros hijos. La burocracia es obesa y poco eficiente. Se observa una tendencia a acortar los horarios laborales y a la abundancia en el número de días vacacionales, celebrando siempre cumpleaños de los jefes y “el día de algo” porque cada vez nace un nuevo pretexto “Labor vincit omnia” es el lema de nuestra entidad, y no corresponde a coronar reinas o a crear nuevas ferias –más que municipios- donde la frivolidad embrutece a los jóvenes con alcohol, llena de accidentes las carreteras y causa ausentismo en las empresas públicas y en el sector privado.
Zacatecas necesita al hombre nuevo. Ojala este relevo sea el que estamos esperando. Alejandro Tello tiene todas las circunstancias que le permitirán convertirse no sólo en el administrador sino en el estadista que conduzca a su pueblo a condiciones superiores de productividad, seguridad y justicia.