Tello dejó de escuchar
GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ
Pese a que los tiempos electorales quedaron atrás, el contador Tello mantiene una postura de confrontación con los diferentes grupos políticos en el estado. Sus declaraciones parecieran seguir en una lógica de ganar el debate al de enfrente, antes que detenerse y ofrecer calma al cúmulo de problemas públicos que primero debe diagnosticar y luego atender operativamente desde la administración pública.
Si los empresarios del ramo minero le ofrecieron sobornos, o si el Colegio de Bachilleres en Zacatecas es un lastre financiero para las arcas estatales, son apenas impresiones personales que luego debe asimilar con la investidura de gobierno que reviste. Su comunicación, sin embargo, se ha estancado en el plano de las percepciones individuales mismas que opacan la institución que representa.
Si la asertividad que lo caracteriza lo puso antes como un contrincante sólido a la hora de contrastar proyectos electorales, esa misma cualidad hoy lo está llevando a desfondar sus propuestas. El juego de fáciles señalamientos y opiniones de bote pronto en temas de trascendencia estatal, le han arrebatado la oportunidad de dar claridad y rumbo a la agenda pública zacatecana.
El paso entre el político nuevo, fresco, ciudadano, hacia el político que entiende las relaciones como luchas de poder e intereses lo ha postergado. La piel con la que recibe los lances de sus opositores es la del padre de familia y comprometido zacatecano, no la del mandatario que asume la crítica como un elemento natural de las democracias. El pronto uso de la fuerza pública en los albores de su quinquenio puede dar al traste con los principales activos de su campaña: escuchar a la gente e involucrarse en la problemática social.
Había adelantado aquí la semana pasada que precisamente Tello dejó para un segundo momento la mesa de diálogo e imaginó que su voluntad como máximo jerarca estatal debía tener mayor peso político. Como Poder Ejecutivo cierto es que le corresponde velar por el imperio de la ley, pero olvida que las leyes que tienen mayor funcionalidad y economía son aquellas que provienen del consenso, no de la imposición.
En una democracia es impensable la articulación de las relaciones entre gobierno y sociedad, gobierno y grupos de poder, si las instituciones se conducen con verticalidad. Por el contrario, el uso de vestigios autoritarios ya las lleva al encono y la crispación.
Al Sindicato Nacional Minero Metalúrgico en Zacatecas le bastaron apenas unos minutos para asfixiar una de las rutas de comunicación estratégica, en la Carretera Federal 45, como respuesta de fuerza a las cargas impositivas “ecológicas” previstas en el Paquete de Ingresos 2017. No conformes con ello, un día irrumpieron en la agenda de eventos del mandatario y lo “encapsularon” hasta no lograr la derogación total del comentado impuesto.
El forcejeo concluyó con la modificación de algunos apartados de esa ley de ingresos, para no afectar los privilegios del gremio metalúrgico. El gobierno entonces se vio obligado a consensar. A regañadientes descafeinaron la recaudación “ecológica”.
Amparados en la premisa simple de que el rescate financiero era la única forma de darle “viabilidad” a la hacienda estatal, ahora las instituciones miran cómo el “pisar callos” es apenas una primera etapa de los proyectos transformadores.
Pero para concretar las modificaciones por sobre el cúmulo de intereses que se pretende traspasar son necesarios también nuevos consensos, no su deterioro; al inicio, no como respuesta. La aplicación de la ley y el uso de la fuerza aparecen después, cuando las contradicciones son ya insalvables.
Por ahora el gobernador y su equipo cercano han dado muestras de flexibilidad. El discurso del contador durante la conmemoración del centenario de la Constitución de 1917 reaviva la hipótesis del abandono de los resortes de fuerza por la vía del acercamiento, para generar acuerdos que permitan “sacar adelante a Zacatecas”.
Si no le ha quedado claro que la lucha política se extrema cuando se libra con la bandera de quien defiende una verdad, su apertura entonces será un llamado parroquiano. Reducir la política al “quién está con Zacatecas” (tuit oficial que luego fue borrado) y quién en contra, es no entender que el Poder Ejecutivo ocupa el centro de los acercamientos, no las desavenencias.
Las “verdades” en política son apenas discursos que enarbolan intereses y las visiones de individuos y de grupo. Es la lucha de percepciones la que permite que esos discursos prevalezcan o se eclipsen en las coyunturas y los procesos políticos.
Hasta ahora Tello ha sufrido constantes derrotas en el terreno de las percepciones. La población y los grupos de presión económicos han terminado de acuñar la idea de que el deterioro financiero en Zacatecas fue favorecido por la cuestionable administración de su amigo de la infancia, Miguel Alonso. Jorge Miranda, Secretario de Finanzas y brazo derecho del mandatario, rubricó dicho escenario al inicio de este gobierno.
Twitter: @GabrielConV