Sólo el pueblo puede defender sus causas

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

Estamos a menos de 20 días de que concluyan las campañas políticas de 2024, en otros escritos he dado mi modesta opinión sobre el proceso de sucesión presidencial, la renovación de los ayuntamientos y el congreso local en Zacatecas. Quiero insistir sobre la importancia de reflexionar el sentido de nuestro voto y colectivamente tomar decisiones a efecto de escudriñar cuidadosamente a los candidatos y errar lo menos posible al momento de emitir el sufragio. En otro momento aportaré elementos de juicio para los procesos mencionados, sin embargo, hoy quiero referirme a dos casos del vecino estado de San Luis Potosí, que a mi juicio aportan componentes importantes que se constituyen en lecciones para todos, toda vez que se trata de auténticos hijos del pueblo que han trabajado desde siempre por el bien común. Veamos.

  1. El primer caso es el de la señora Olegaria Alvarado Argüello quien aspira a dirigir los destinos del municipio de Santo Domingo, una persona de extracción humilde y originaria de la comunidad Illescas, es madre de familia que no se ha conformado con contemplar los problemas de la realidad circundante y ha tomado la determinación de ser parte de las soluciones. Por ello desde hace muchos años impulsó junto con otro grupo de campesinos, obras importantes como la perforación del pozo en San Antonio del Mezquite y Gámez; y la introducción de la energía eléctrica en 1987 en la población Jesús María. A esa lista inicial se suman decenas de acciones emprendidas en conjunto con los antorchistas que demuestran que la candidata no es sólo palabras de compromiso y amor al pueblo, sino que su labor se traduce en acciones contantes y sonantes.

Como siempre acontece con los hijos del pueblo que se disponen a dar la pelea por un mundo mejor, a Olegaria le toca enfrentar al poder económico representado por los caciques que quieren regresar al gobierno para utilizarlo al servicio de intereses personales; y al poder político que impulsa desde el partido oficial con todo tipo de apoyos a su candidato que pretende desterrar la histórica lucha de los pobres en Santo Domingo, comprando voluntades con todo tipo de dádivas. ¿Cómo vencer al poder político y económico? La respuesta es clara, como en toda batalla desigual la compañera cuenta con la fuerza invencible del pueblo, misma que debe hacerse presente en las urnas desafiando los intentos por detener el progreso social.

  1. El segundo ejemplo acontece en Armadillo de los Infante, donde el joven profesor Ramiro Miguel Hernández, pretende encabezar los destinos del municipio. Ramiro también es de extracción humilde y tuvo la oportunidad de encabezar los esfuerzos de la demarcación para progresar, el ahora candidato fue impulsor de diversas obras de carácter básico como la introducción de energía eléctrica, pavimentación de caminos y la perforación de pozos; la lista de acciones de su periodo gubernamental es bastante grande, pero todas ellas son resultado del trabajo colectivo. A él le ha tocado recibir un alud de calumnias de todo tipo, todas ellas encaminadas a generar confusión y desaliento, sobre todo con el propósito de que la gente olvide los hechos a su favor. También le ha tocado enfrentar el uso de recursos públicos para comprar voluntades, la coerción y amenazas contra la ciudadanía para frenarlo, e incluso se acude a recursos legaloides para impedir que la gente le dé su respaldo en las urnas, aun así, el profesor “Ramirín” como lo conocemos sus compañeros, ha resistido todo en su intento por representar y defender a los menesterosos.

Los dos casos anteriores resultan ilustrativos sobre el papel del pueblo, se demuestra que es posible destacar a quienes han sentido la pobreza y ponerlos al frente defendiendo sus causas y el bienestar común. Todos debemos entender que el único camino es poner los destinos de los municipios en manos de alguien surgido de sus entrañas y marchar unidos de la mano buscando el desarrollo. El ejemplo de nuestros compañeros potosinos nos alienta y nos lleva a seguir su trabajo para sumar el mayor número de voluntades, para llegado el momento demostrar cómo se hacen las cosas cuando se trabaja por el progreso de todos.