Qué la indignación no se acabe
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
La nada es un lugar donde se tocan puertas que no se abren, donde nadie encuentra respuestas y todo hace crisis.
Abril hizo crisis en México por las mujeres desaparecidas, sin embargo, cada mes es de esa misma forma. Las redes sociales, como acceso inmediato a la información, dan cuenta cada día con imágenes de “fichas” de búsqueda emitidas por las familias de las víctimas y por las fiscalías de los estados.
Debanhi, la joven de 18 años, desaparecida y encontrada asesinada en Nuevo León, es la punta del iceberg de una de las aristas de la violencia feminicida en nuestro país, pero hay miles más de mujeres y niñas que no vuelven a casa, miles de mujeres y niñas de las que nadie sabe “nada”.
Lo dijo este lunes Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, son nueve las mujeres que desaparecen cada día. Nueve mujeres que no vuelven a su hogar, que cada mañana salen de casa a buscar trabajo, que se dirigen a la escuela o salen de ella, mujeres que hacen compras, que van por sus hijos e hijas a la escuela, mujeres que nunca llegan. Nueve mujeres que inesperadamente se quedan en la nada. Ese lugar donde, insisto, nadie sabe cómo llegar.
El problema de la desaparición de mujeres y su posterior asesinato -en muchos de los casos- ha traído consigo una andanada de opiniones, eso está bien, al fin hay un reclamo generalizado desde la ciudadanía y desde los medios, sobre un problema que lacera cada día a infinidad de familias mexicanas, más de tres mil al año, siguiendo el dato que ofreció el Subsecretario Encinas y que por años y años enarbolaron en solitario las feminista que también fueron las que han puesto en el ojo de este huracán de inseguridad el problema del feminicidio que, si ven, tiene cifras semejantes.
Pero si la ciudadanía y quienes hacemos periodismo opinamos a rabiar sobre este grave problema, lo más revelador y curioso es lo que sucede con los magos de la burocracia gubernamental de todos los niveles se han sacado un as de la manga y el conejo de la chistera. ¡Todos tienen la solución!
Es como si un alumbramiento hubiese encendido sus vidas. Todos y todas salen a decir qué hacer para resolver el problema y acabar con tanta impunidad, la que abunda y hace naufragar el país entre un mar que tiene una nata con cadáveres de mujeres.
El funcionariado tiene las respuestas. Saben lo que se debe hacer. No lo saben ahora que la desgracia persona se vuelve colectiva, lo saben desde hace mucho tiempo. Saben que por dónde y cómo resolver el grave problema de la inseguridad para las mujeres.
Lo sabían porque lo dijeron las feministas a Andrés Manuel López Obrador y a por lo menos otros tres gobernantes federales “del pasado”, algunos se negaron a observar el dantesco escenario que crecía y crecía; otros desviaron o se robaron el dinero para prevenir el problema; otros siguieron consintiendo los mismos vicios en las fiscalías de todas las especies y niveles; otros se creyeron el cuento de que las mujeres exageramos; algunos más se inventaron las cifras y han existido los gobernadores que siguen pensando que la desaparición de mujeres es pura ficción, están enfermas o se escapan con los novios.
Conservadores, neoliberales, demócratas, republicanos todos salieron iguales.
Sí, veo con tristeza al menos una decena de declaraciones sobre qué hacer o qué harán para prevenir que más de 10 mujeres sean asesinadas cada día o para que nueve mujeres no dejan de llegar a sus casas cada día, porque hace mucho tiempo lo hubieran impedido si al menos hubieran cumplido con lo que dicen las leyes, si al menos fueran intolerantes frente a la impunidad que protege a los feminicidas, autores intelectuales y materiales, cárteles del crimen organizado y de trata de mujeres con fines de explotación sexual, narcopolíticos o diputados y senadores o ciudadanos de todas las edades que contratan jovencitas para su placer y divertimento en vivo o por redes sociales…
En fin, que la indignación no se acabe hasta que se acabe el verdadero problema: el machismo.