Prometer no empobrece, asesina
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR *
En tanto el ejecutivo y el legislativo discuten sobre si dejan o quitan el artículo 134 del Código de Penal, luego de las observaciones que turnó el ejecutivo a finales del mes de agosto al decreto 1328, mediante el cual se reforman y adicionan diversos artículos del Código Penal y se tipifica el feminicidio, ocho mujeres más han sido asesinadas entre septiembre y lo que va de octubre, en tres de estos hechos el asesino era la pareja o ex pareja de la víctima.
Hasta este sábado, el recuento hemerográfico de Consorcio Oaxaca y Caracolasfem señala que 63 mujeres han sido asesinadas en 2012, que sumadas a 95 casos ocurridos en 2011 y diciembre de 2010, dan un total de 158 asesinatos en los casi dos años del gobierno de Gabino Cué.
¡Ese es el tamaño del problema en Oaxaca!
Estamos hablando de 158 vidas de mujeres que han sido terminadas por razones como el odio, los celos, la venganza por parte de su pareja, novio, otro pariente cercano o un perfecto desconocido; mujeres que son asesinadas a golpes, cuchilladas, disparos, degolladas o estranguladas y varios etcéteras más, pero el más común y que se repite es porque ellas eran mujeres y ellos se creían dueños y señores, no sólo de sus cuerpos los cuales muchas veces toman antes de asesinar, sino porque también han sido “educados” con la idea de que son los amos y señores de la existencia de las otras, de las mujeres, incluyendo sí, la vida de su madre, esposa, hijas y todas las que lleguen a conocer y quienes no tienen valor humano alguno, aunque digan lo que digan.
No existe región de la entidad en la que la violencia contra las mujeres no se refleje de la peor y más dramática forma, y no hay una respuesta posible, clara ni contundente del legislativo ni del ejecutivo, salvo –hay que decir- de las últimas detenciones de dos de los muchos asesinos que la tierra se traga y que dejan sin justicia a las víctimas y sus familias.
Tipificar el feminicidio era una petición de las feministas oaxaqueñas desde al menos un sexenio atrás. No olvidemos que la doctora Marcela Lagarde, siendo legisladora federal realizó una investigación en 11 entidades del país y Oaxaca fue uno de esos estados donde las responsables del proyecto, encabezadas por María Antonieta Vizcaino Cook, vieron su suerte cuando el gobierno de Ulises Ruiz no dio ningún dato, a pesar de todo, se confirmó que el problema era grave.
En 2010, siendo candidato a gobernador, Gabino Cué se comprometió a atender la desigualdad en la que viven las oaxaqueñas y lo hizo frente a las organizaciones no gubernamentales que abiertamente apoyaban su candidatura que terminaría finalmente con más de 80 años de priismo, pero sobre todo, con el gobierno de Ulises Ruiz a la población agraviada veía detrás de las rejas purgando por sus abusos de poder, la corrupción y todos los pecados propios de la ambición desmedida, pero no, tampoco eso sucedió.
Una de esas prioridades era terminar con la violencia y más tarde, ya siendo gobernador, se comprometería públicamente a terminar con otro flagelo, la muerte materna, y otros asuntos que profundizan la desigualdad entre mujeres y hombres.
Apunto, algo del recuerdo que está en la memoria de papel y mediática. En enero de 2011, durante el Foro Comunicación Social con Perspectiva de Género, Gabino Cué apuntó que desde ese mismo año su objetivo de gobierno sería erradicar, así dijo, erradicar la muerte materna.
No se pueden hacer promesas al aire cuando el resto del equipo está viendo hacia otro lado (ya vimos que la mitad de su gabinete aspira a seguir su carrera política y al menos tres apuntan con denuedo hacia la gubernatura en 2016). No se puede cumplir cuando los programas se construyen para resolver el problema mediante dádivas y no de fondo, o cuando no hay presupuestos para cumplir las promesas… entonces, el resultado es lo que hoy tenemos, mujeres en la cola de las prioridades gubernamentales y al final de las prioridades del legislativo. Cómplices ambos del feminicidio entendido como lo establece Marcela Lagarde y de los Ríos, “un crimen de estado”.
Sí, algo pasa y nadie sabe con exactitud qué es lo que ocurre. Nadie entiende la falta de voluntad política para buscar mecanismos que contribuyan a reducir la violencia de género, a pesar de las fanfarreas utilizadas durante el anuncio en el que Cué denominó (y sólo eso) al 2012 como el año de la no violencia contra las mujeres.
Un año, que como ya apunté antes, le ha costado la vida a más de 100 mujeres, ¡Mas de cien! si sumamos las 63 asesinadas y las 42 que fallecieron por mala atención médica, violencia obstétrica que no se quiere reconocer y menos castigar, la lejanía de sus comunidades, la desnutrición, la pobreza, la falta de oportunidades como la educación real y muchas otras razones que en el fondo tienen que ver con la discriminación de que son objeto por ser mujeres durante el parto o tal vez estando embarazadas o 45 días después del nacimiento de sus hijos e hijas. Sin duda se confirma lo que por décadas han planteado las estudiosas del tema: la muerte materna tiene una relación directa con la discriminación por ser mujeres, indígenas y pobres, tres factores que golpean a buena parte de las oaxaqueñas. Si no hace falta ser maga.
Violencia y muerte materna que terminaron con 95 vidas de mujeres por asesinato y 48 por muerte materna en 2011, dos fenómenos sociales lamentables para el avance de las mujeres o dicho de otra forma, dos fenómenos que muestran el lugar que tienen las mujeres en las prioridades gubernamentales o, para que nos quede bien claro, la importancia que tienen las mujeres para el gobierno de Oaxaca.
Arriba, abajo, en medio, ¿dónde las colocamos? ¿Les damos becas a las madres solteras? ¿cursos de capacitación en costura, cocina o les enseñamos a peinarse? ¿Qué les damos a las mujeres? Todo señor, responderá el séquito, la burbuja. Y les dan lo que desde sus escritorios creen que es la solución.
Desde cualquier punto de vista el asesinato de una persona, mujer u hombre, simple y sencillamente resultan una catástrofe humana, no deberían ocurrir. Sin embargo, la realidad, las cifras de esa violencia nos muestran que todavía las mujeres son cosas y no personas, y muchos hombres creen que por ello pueden disponer de sus vidas, algo que ha marcado la existencia de las mujeres a lo largo de la historia y que deviene en una de las propuestas más importantes del feminismo: la vida le pertenece a las mujeres, como su cuerpo y las decisiones que tomen.
Pero a las mujeres se les creyó menores de edad o, para que nos quede claro, se les consideró incapacitadas mentales, por eso el patriarcado (los poderes de los hombres: iglesia, gobiernos, padres…) las tutelaron siempre: cuando no el padre, el hermano, el marido o el hijo y cuando no existía ninguno estaba el sacerdote de la iglesia en el convento o en el confesionario. Esos tiempos no están lejos si pensamos que la historia no se mide en sexenios sino en cientos de años, como me explicaba hace unos días la maestra Gloria Zafra.
Por eso y por mucho más, como dice la popular canción, pienso que las cifras de Oaxaca son un escándalo a la que se suman los cientos de denuncias por otras violencias que parecen repetirse todos los días: mujeres desaparecidas, violentadas sexualmente, física o psicológicamente. Mujeres que viven en el quinto patio de las prioridades estatales, eso queda claro. Los programas de prevención y justicia son apenas de papel, sin profundidad ni trascendencia, por lo que arriba explicaba.
Cifras que nos muestran la tragedia de las mujeres en el siglo XXI y que revelan y comprueban con desagrado que la política se sigue haciendo con promesas y no con hechos concretos como hubiéramos querido en Oaxaca, no sólo las mujeres, no sólo las feministas, sino toda la población oaxaqueña.
Juan Álvarez ocupado hombre de la derecha oaxaqueña, presidente de la Junta de Coordinación Política del gobierno estatal, dirigente del PAN en la entidad y diputado local, está visto no puede con el paquete, actitud que me lleva a pensar que tampoco le interesa la vida de las mujeres, porque si así fuera estaríamos hablando de otra realidad. Así que con la mano en la cintura, este político multichambas se une al grupo de los mirones que conforman algunos y algunas trabajadoras del área de procuración de justicia, que cobran bien pero que no trabajan y se la pasan quejándose de su desgracia por falta de presupuesto, personal o porque nadie les hace caso o porque las feministas están en su contra, cuando no su propio personal o sus jefes…
Cifras que revelan algo importante y desagradable, la falta de palabra de quien prometió hacer frente al problema que como ya vimos termina con la vida de las mujeres, sí me refiero a Gabino Cué y a gran parte de la diputación que no se estresa frente a la desgracia de las mujeres asesinadas, desaparecidas con toda clase de fines malsanos, de las golpeadas o sacrificadas por el machismo perpetuado en las instituciones que comprobamos siguen siendo patriarcales y misóginas.
Si, no estoy diciendo nada fuera de la realidad, porque no tiene ninguna explicación que frente a un problema tan grave, el delito de feminicidio no se haya aprobado sino hasta 12 meses después y que a los casi 15 meses nadie sepa en qué va este asunto, ni siquiera las integrantes de la Comisión de Equidad y Género y el anuncio de convocar a una sesión extraordinaria para determinar si quitan o dejan el artículo 134 del Código Penal o lo pasan como si fuera iniciativa ficta, hecho que provocó la molestia de diputadas como Delfina Prieto ante la increíble actitud de Juan Álvarez que no tomó en cuenta el trabajo de la Comisión de Equidad y Género por lo que se aceptarían sin chistar las observaciones de Cué, yo insisto ¿será misógina? ¿será discriminación a sus compañeras diputadas? ¿será olvido? ¿será hacerle un “favor” a quien sabe quién?
Y después, tendremos que esperar, mínimo un año para que el procurador de Justicia elabore o mande elaborar los protocolos de investigación del delito de feminicidio. Frente a la realidad que suma 158 mujeres asesinadas en 22 meses del gobierno de Gabino Cué y 90 muertes maternas en el mismo lapso. A mi me indigna como mujer y como periodista me parece dantesco.
* Periodista