Procesos electorales adelantados, ¿saltar del sartén a la lumbre?
OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO
Con bombo y platillo se anunció el pasado 26 de junio el método de selección para nombrar al coordinador del Frente Amplio por México, conformado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la sociedad civil, que en una ecléctica amalgama de ideologías y personalidades se dieron cita para anunciar la forma en que se elegirá a quien encabece el proceso sucesorio y haga frente al seleccionado morenista.
Los medios de comunicación dieron cuenta de una reunión en la cual desde el principio se mostraban serias dudas y divergencias sobre el proceso, en voz de los dirigentes partidistas Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano se dieron a conocer las tres fases del proceso, primeramente quien aspire a la candidatura deberá recabar 150 mil firmas que respalden su interés, como segundo paso vendrán foros de discusión de propuestas y la visión de país, para de ahí realizar una encuesta donde se elegirán a los tres mejor posicionados, que en una tercera etapa participarán en una elección abierta que se efectuará el 3 de septiembre, tres días antes de la publicación del ganador o ganadora de Morena.
Un amplio debate ha generado el método en cuestión, incluso previamente el gobernador de Yucatán y el senador Germán Martínez Cázares desistieron de su aspiración y una vez anunciado el mecanismo electivo las Senadoras Lily Téllez y Claudia Ruiz Massieu hablaron de imposición y de la intención de desalentar la participación ciudadana y abrir el paso a recursos de procedencia ilícita. Después de entrevistas a los aspirantes, en los medios de comunicación una de ellas lanzó un cuestionario con más de 50 preguntas sobre la imprecisión de las reglas, pero el proceso sigue en marcha en medio de cuestionamientos que demuestran la fragilidad de este proyecto aliancista.
En mi colaboración anterior daba cuenta del inició de los recorridos de las llamadas corcholatas presidenciales del partido guinda, que después de renunciar a sus cargos recorren el país y realizan encuentros con la ciudadanía a la que le ofrecen “continuidad con cambio” (frase que nadie entiende qué quieren decir). Han pasado ya más de 15 días de los actos masivos y lo notable han sido las estridencias de los discursos que hablan de soluciones a los males de la patria y la duda es por qué no las pusieron en práctica desde sus responsabilidades públicas. Son destacadas las incongruencias al hablar de austeridad y usar al mismo tiempo ropa cara o relojes costosos como denunció Latinus (26 de junio), tal como lo hace Adán Augusto López, también destaca la zalamería de quién pretende formar la Secretaría de la 4T y nombrar al hijo del presidente López Obrador, así las cosas, ahora y todavía nos esperan casi dos meses del inicio formal del espectáculo.
Los procesos que describo son muy adelantados, pues arrancaron a más de un año de la elección presidencial quebrantando las leyes electorales que contemplan su inicio hasta noviembre y son una demostración, hablando en términos coloquiales que tan malos son los integrantes del bloque opositor como los de la alianza oficialista; en ambos bandos pareciera que sólo les interesa el poder y que si para ello tienen que violar la ley no hay el mínimo rubor para hacerlo. Pero a mi juicio, tratando siempre de encontrar el impacto o afectación al pueblo del actuar de la clase política creo que hay otros aspectos sobre los que debemos reflexionar. Veamos.
Primero. Llama poderosamente la atención la demagogia imperante en ambos frentes, pues mientras los primeros ofrecen continuidad de la 4t, ninguna crítica hace al actual gobierno, e incluso hablan de profundizar la transformación (la inseguridad, el desabasto de medicamentos o de qué hablan los aspirinos); la contraparte sólo denuncia los problemas y culpa a los morenistas, pero no plantean propuestas concretas y convincentes a los votantes. Quizá si se les cuestionara sobre la ausencia de propuestas, la respuesta pueda ser que la ley no lo permite, pero ni un infante podría creerles tal cuento, pues si se atreven a violar la ley para hacer actos proselitistas porque no aprovechar para decir cómo resolver la compleja realidad que nos aqueja, simplemente no hay propuestas debido a que no les interesa el pueblo, así de simple y quién lo dude esfuércese por recordar una propuesta seria de Ebrard, Sheinbaum, Téllez o Creel, resulta bastante difícil la tarea.
Segundo. Resulta paradójico que quienes juran velar por el cumplimiento de las leyes sean los primeros en violentarlas al realizar campañas anticipadas, lo que nos genera la duda sobre si esa misma tónica no se hará presente en el actuar cotidiano a efecto de defender los intereses personales o de grupo, pues por más que se encubra con nombres ficticios como “defensor de la cuarta transformación” o “coordinador de la defensa de México” o a los eventos partidistas se les llame “encuentros con la militancia”, la verdad es que son un claro atropello de la ley, de paso habría que preguntarles sobre el origen de los recursos utilizados en sus actividades proselitistas.
Tercero. Quizá el dato más preocupante sea la indolencia ante los males del país, la delincuencia está desbordada y esta semana se sumó el artero asesinato del líder de las autodefensas en Michoacán a los más de 160 mil muertes violentas en lo que va del sexenio; aunque el presidente lo niegue hay apagones del suministro eléctrico en diversas zonas del país; sigue el desabasto de medicinas y material quirúrgico en los hospitales; la fuerte oleada de calor ya hace estragos en la salud de los mexicanos y así podría seguirle con las penurias del pueblo. Ante tan grave situación, nuestra clase política no está proponiendo soluciones o llamando a la ciudadanía a unirse para enfrentar la terrible adversa realidad, unos y otros se olvidan de los problemas con tal de conseguir el poder.
Mi opinión no pretende llevar al desaliento colectivo, simplemente quiero subrayar el cinismo y la desfachatez presentes en tales actos para de ahí derivar la urgencia de sustituir a la clase política actual, ha quedado claro que nos han gobernado en los distintos niveles todos los partidos existentes y que no basta con cambiar de partido en el poder, pues además muchos de los militantes de esos institutos políticos saltan con facilidad del PRI al PAN o a Morena, según soplen los vientos. Se requiere por tanto crear un partido de auténtica raigambre popular que tome en sus manos los destinos de la patria, un partido surgido de la entraña del pueblo conformado por la vanguardia de este que esté dispuesto a transformar la terrible realidad que nos aqueja.
Hoy adquieren absoluta vigencia las palabras de Stalin contenidas en el artículo titulado, La Clase de los proletarios y el partido de los proletarios: “A nuestro parecer, lo dicho no necesita demostración, ya que de suyo se comprende que mientras subsista el régimen capitalista, del que son compañeros inseparables la miseria y el atraso de las masas populares, el proletariado no podrá elevarse todo él hasta el nivel deseado de conciencia, y que, por tanto, se precisa un grupo de dirigentes conscientes, que instruya en los principios socialistas al ejército de los proletarios, lo agrupe y lo dirija durante la lucha.” Sin duda nuestra tarea es muy compleja, pero hoy más que nunca urgente y necesaria”