Otra Cumbre Climática más sin acuerdos contundentes
LUIS GERARDO ROMO FONSECA *
El lunes de la semana pasada arrancó la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en Doha, Catar, con la participación de cerca de 17 mil personas y cuyo objetivo es evaluar los progresos de los distintos países en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Con más de 190 países participantes, esta Cumbre pretende que se le de seguimiento a los acuerdos adoptados en las conferencias anteriores, así como alcanzar consensos para dejar de consumir energía producida a partir de combustibles fósiles.
Esta Cumbre tiene como antecedente la realizada en Durban, Sudáfrica y que no arrojó los resultados deseados, porque no se avanzó sustancialmente respecto a las medidas anteriores para afrontar la crisis ambiental. De esta forma, pese a los avances registrados en el plano internacional, todavía estamos muy lejos de consolidar cambios estructurales profundos en los modelos depredadores e insostenibles de producción y consumo; los acuerdos alcanzados sólo se han traducido en fondos y recursos insuficientes para el combate al calentamiento global, ni tampoco se ha dado una transferencia de tecnologías limpias a los países en desarrollo, como vía para superar el modelo energético sustentado en energías fósiles.
Por supuesto, tenemos que ir mucho más allá de los convenios y resoluciones que se limitan al comercio de servicios ambientales y del mercado de carbono, porque esto no implica una solución de fondo para la conservación ambiental. Primeramente, se requiere reorientar el modelo actual que concibe a la naturaleza como un botín interminable para acumular riquezas en beneficio de una minoría de la humanidad, pero destruyendo el futuro de todos.
Desgraciadamente, la COP 18 se lleva a cabo en un momento en que el calentamiento global sigue afianzándose, al grado de que el 2012 pasará a la historia como uno de los más cálidos desde mediados del siglo XIX; con un nuevo récord en el deshielo del Ártico y una inédita cantidad de alteraciones meteorológicas que provocaron desastres en todo el mundo. Según un estudio reciente, al ritmo en que aumentan las emisiones de CO2, a más de 3% anual entre 2000 y 2011, el incremento de la temperatura podría superar los 5 grados centígrados en 2100, es decir, tres grados más del límite a partir del cual la maquinaria climática podría acelerarse. Así mismo, la estimación más precisa realizada hasta la fecha sobre el deshielo de los glaciares polares muestra un aceleramiento mayor durante los últimos 20 años, al aumentar el nivel de los océanos en un 20%. Justamente, en el marco de la COP 18, un grupo de científicos del Comité Climático de Naciones Unidas afirmaron que las pruebas de que “el calentamiento global lo genera el ser humano son cada vez más consistentes”.
Las posibilidades de la ONU para alcanzar un objetivo que frene el calentamiento global están disminuyendo, pero todavía puede cumplirse el objetivo si las emisiones de gases de efecto invernadero se reducen en un 15% antes de 2020, según coinciden académicos y científicos. Razón por la cual, en la Cumbre de Doha resulta fundamental que los países participantes alcancen un acuerdo en torno a ello y así poder frenar la cadena de inundaciones, sequías, olas de calor y crecimiento en el nivel de los océanos.
Sin embargo, en Doha, Catar, aún no se han concretado acuerdos trascendentales y muy probablemente los resultados terminen siendo limitados e insuficientes. Uno de los temas más importantes que se están tratando en la Cumbre es, precisamente, la conformación del Fondo Verde para el Clima que tenga un presupuesto mayor que el del Banco Mundial para asistir a los países pobres en su lucha contra el calentamiento global; no obstante, hasta ahora está vacío. En este punto, el asesor de políticas sobre cambio climático de Oxfam International, Timothy Gore, asegura que “las finanzas están en el centro de las negociaciones”.
El problema mayor en la COP 18 es que se ha llegado a un punto muerto donde el G77 (un grupo de países en vías de desarrollo), manifiestan su inconformidad ante el incumplimiento de las naciones industrializadas por no cumplir sus compromisos adquiridos; por un lado, de reducir las emisiones contaminantes y, por otro, en su negativa de entregarles ayuda financiera a partir de 2013 (que llegaría a 100,000 millones de dólares anuales adicionales para el 2020), promesa hecha en el 2009 durante la Cumbre COP 15 de Copenhague. Cosa que no ha sucedido y ahora tiene entrampados los acuerdos.
Por otra parte, diversos académicos y ambientalistas han manifestado su preocupación que de que establecerse el Fondo Verde para el Clima, los países industriales buscarán tener el control de la junta que lo administre; mientras que las naciones en desarrollo opinan que debe quedar bajo la tutela de la Convención Marco, en la que cada país tiene un voto. En torno a ello, la representante de Filipinas, Victoria Tauli-Corpuz, afirma que “en esta COP, los países ricos se están absteniendo de comprometer recursos para el Fondo para ver qué concesiones pueden arrancar a sus pares en desarrollo”, en pocas palabras, parece un cuento de nunca acabar.
Evidentemente, también en esta reunión la falta de voluntad política de diversos países, sobre todo los ricos, está entorpeciendo los posibles avances que nos permitan enfrentar globalmente los problemas del medio ambiente. Sin embargo, por otro lado, muchas organizaciones ecologistas y la sociedad civil en general, no sólo se han limitado a denunciar esta falla; sino que se han erigido como fuertes impulsores de una acción política global y de una concientización colectiva respecto a la necesidad de frenar el cambio climático para transformar las relaciones económicas de producción y consumo que imperan en el orbe.
Para lograr un Desarrollo Sustentable y equitativo, es imprescindible que las personas se conviertan en agentes activos para promover el papel protagónico de las comunidades en mediante un cambio de actitud generalizada hacia la adopción de prácticas ambientales, al mismo tiempo de presionar para una cooperación internacional en el cuidado del medio ambiente; que las naciones y personas del mundo, todos juntos, podamos construir un futuro viable, prospero y seguro a partir de los siguientes objetivos:
Procurar el equilibrio entre medio ambiente y desarrollo, con equidad social; concebir al desarrollo como un proceso humano que coloque a las personas en el centro del proceso regenerador del entorno natural y del tejido social, donde predomine el derecho de todos a una vida sana, digna y productiva en armonía con la naturaleza; y asumir que todas las naciones tienen responsabilidades colectivas pero diferenciadas para preservar las condiciones de vida sobre el planeta.
* Diputado local perredista