Oaxaca y su Rey desnudo
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
Inició eso que se llama la cuenta regresiva para Alejandro Murat en Oaxaca, la tierra donde no nació y le ordenaron gobernar, él asumió la encomienda y demostró que nunca el dinero es suficiente, siempre se ambiciona el poder, lo cual vuelve un peligro para el resto de las personas.
Cierto, salvo contadas excepciones en el mundo, quienes gobiernan terminan envueltos en la burbuja construida por sus colaboradores cercanos y navegan con la idea de que todo está bien, viven engañados por sus propios ojos. Así de grande y complejo se vuelve un gobernante alejado de la gente, su complejidad y su realidad.
Aplica, como en muchos otros casos, el cuento del Rey Desnudo o El Traje Nuevo del Emperador como se conoce el cuento infantil de Hans Christian Andersen publicado en 1837.
La fecha límite para que Alejandro Murat deje el cargo para el que fue electo en 2016, es el 30 de noviembre del 2022, si es que antes, la amistad fraterna que ha hecho con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, no lo salva de la pesadilla en la que vive por gobernar Oaxaca, dónde por debajo del relumbrón de sus preciosidades turísticas, prevalece la desigualdad en toda la extensión de la palabra. En el juego de las apuestas de la politiquería hay quienes opinan que dejará el tiradero para escapar rumbo a un nuevo cargo, una encomienda pactada a cambio de impunidad y de claro el cambio de estafeta o mal llamada “transición democrática” que dan desde ahora el triunfo a Morena y quien sea su candidata o candidato.
El tiradero implica mucho, desde una deuda millonaria para Oaxaca, que es más de lo mismo o lo de siempre, hasta el pacto de amigos, compañeros de trabajo que se irán de Oaxaca con el futuro asegurado, al menos en lo económico, hasta –se dice, se ve, se siente- con grandes y peligrosas mafias, algunas de ellas metidas de lleno en cargos públicos o de elección popular, como el diputado re-electo Gustavo Díaz Sánchez, del PRI, que desde la cárcel en Buenavista Tomatlán, en Michoacán, pide se le tome protesta como legislador a pesar de los cargos que se le imputan: ultrajes a la autoridad, portación de armas de uso exclusivo del Ejército y de estupefacientes y al menos tres homicidios, estos últimos graves señalamientos hechos por la Fiscalía General del Estado de Oaxaca.
Aunado a ello, en noviembre quedó claro que Oaxaca es una tierra sin ley, en específico para las mujeres. Hasta hoy los conteos hemerográficos que ofrecen organizaciones no gubernamentales señalan que en este sexenio han ocurrido 575 asesinatos de mujeres, la mayoría en la impunidad total, entre otras cosas derivado de las malas prácticas, por decir lo menos, de quienes son responsables de procurar e impartir justicia.
De ahí que, durante el Tribunal Feminista contra el Feminicidio en Oaxaca, una acción de denuncia y sanción ciudadana, se presentaran siete casos, ocho de feminicidios, ejemplos claros de cómo se opera la justicia en esta entidad donde las mujeres siguen ocupando en el imaginario machista un lugar secundario.
Y aunque es pertinente decirlo, el gobernador Alejandro Murat no las asesinó, en los hechos sus omisiones contribuyen y mucho a que permanezcan en total impunidad por la “ausencia de investigación con debida diligencia y perspectiva de género”, lo que viola flagrantemente las leyes mexicanas, que dan como resultado que un puñado de asesinos anden sueltos, algunos a salto de mata y otros desde sus posiciones de poder, gracias a “la colusión, corrupción y tráfico de influencias para beneficiar a los responsables feminicidas”.
Las especialistas que actuaron como juezas en este tribunal de conciencia, el primero que se realiza en México por feminicidios – María de la Luz Estrada Mendoza, del OCNF; Ruth Fierro Pineda, del Centro de Derechos Humanos para las Mujeres (CEDHEM); Norma González Benítez, de Amnistía Internacional; Ana Yeli Pérez Garrido, de Justicia Propersona/OCNF y Karla Micheel Salas Ramírez, del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social-, concluyeron:
“… (en) la existencia de un patrón de impunidad sistemática cuyo principal asidero se encuentra en la falta de voluntad o incapacidad de las autoridades para implementar de forma efectiva y adecuada el marco jurídico nacional e internacional de derechos de las mujeres a una vida libre, digna, plena”.
Y condenaron al Estado mexicano y las autoridades de la entidad federativa de Oaxaca, por las graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres, niñas y niños, violación al derecho a la verdad, al acceso a la justicia, al derecho a una vida libre de violencia y discriminación.
En suma, las juezas identificaron siete derechos violados a las víctimas y sus familias:
- Violación al derecho humano de las mujeres a vivir una vida libre de violencia
- Violación al Derecho de acceso a la justicia
- Violación de la obligación estatal de garantizar la existencia y efectividad de autoridades de procuración y administración de justicia con perspectiva de género
- Violación de la obligación de garantizar la existencia de instituciones de gobierno y autoridades que protejan efectivamente a las víctimas y que cumplan con las medidas y obligaciones que tienen hacia las mismas conforme a lo señalado en la Ley General de Víctimas y a la ley local de víctimas
- Violación de la obligación de garantizar autoridades independientes e imparciales
- Violación de la obligación de proteger el acceso a la justicia, a la verdad y a la reparación del daño, mediante investigaciones y procedimientos judiciales con debida diligencia y con perspectiva de género, en debido cumplimiento del debido proceso
- Violación de la obligación de proteger a las mujeres a través de la realización, difusión y promoción de medidas adecuadas y pertinentes derivadas de la declaratoria de alerta de género en la entidad.
El día 5 de diciembre, al encender del árbol monumental de Navidad (una política pública de fantasía) Alejandro Murat afirmó que “lo más importante y lo más valioso que tenemos las y los oaxaqueños” es la familia…pero se olvidó que muchas de esas familias están rotas no solo por el asesinato de nuestras hijas sino porque esas “familias” se cometen otros delitos ante la inexistencia de justicia.
El mejor regalo de navidad, siguiendo la perorata del gobernadorcito Murat, sería que se saliera de su burbuja en la que vive, a ver si así logra conectarse con la realidad. Pero parece que no le importa y tal vez ya sea muy tarde.