Nuevos impuestos contra la economía y la salud

RAFAEL CANDELAS SALINAS

Desde la evolución de lo que hoy es el Ser Humano, se nos han dado pautas que indican que el hombre se desarrolla íntegramente en un medio natural, cuanto más natural, mejor es su calidad de vida, aire puro, alimentos orgánicos, contacto directo con la naturaleza, sin embargo la modernidad nos ha ceñido a una cultura de consumo, olvidándonos así de nuestros orígenes y de lo que es más saludable para nosotros, si bien la esperanza de vida ha incrementado, los últimos años se viven en medio de enfermedades y productos artificiales que prolongan la vida y en ocasiones el sufrimiento.

Sin duda uno de los productos más consumidos en el país son los refrescos, sodas o bebidas carbonatadas y azucaradas. En México, el gasto en el consumo de refrescos representa casi la mitad del total de las compras en bebidas en general. Por año se compran 310 litros de refrescos en cada hogar, lo que representa 11% del gasto en productos de consumo masivo, 81% de los refrescos que se compran en los hogares mexicanos son de sabor cola. La compra de refrescos es una práctica generalizada en la sociedad mexicana, pues 99.8% de los hogares compra, por lo menos, un refresco al año.

El consumo de esta bebida tan popular en la población ha acarreado graves problemas de salud pública que apenas hace una década comenzaron a surgir, justo con el incremento del consumo del refresco. Contienen grandes cantidades de azúcar, por ejemplo una botella de 600ml tiene 63 gramos, lo equivalente a 13 cucharadas de azúcar si tomamos en cuenta que una cucharada contiene 5 gr., además de otros ingredientes como la cafeína, el aspartamo o el ciclamato, prohibido en EEUU, Reino Unido, Francia y Japón. Esto ha provocado una alta incidencia de padecimientos como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, estrechamente relacionados con el alto consumo de esa clase de bebidas. Para poner en perspectiva el problema, es preciso tener en cuenta que junto con los Estados Unidos somos el país con mayor obesidad infantil, una tercera parte de los jóvenes mexicanos padecen de obesidad y que uno de cada tres niños nacidos a partir de 2010 desarrollará diabetes en el curso de su vida.

Creo que la principal manera de revertir esta situación es mediante la información, la educación alimentaria y una mejor cultura en el cuidado de la salud que incluya una alimentación adecuada y la práctica de ejercicio. Sin embargo el Congreso de la Unión decidió aprobar a partir del 2013 un impuesto a los refrescos como medida orientada a reducir esta problemática. Aunque desencadenó un debate interesante, la realidad es que si disminuyó el consumo de este tipo de bebidas aunque el ingreso que el Estado obtuvo por esta carga impositiva no fuera relevante, se supone que no era el propósito. Sin embargo la semana pasada la Cámara de Diputados acordó en la Ley de Ingresos para 2016 una reducción de 50 por ciento en el impuesto a las bebidas endulzadas embotelladas, con lo que la tasa pasaría de un peso a 50 centavos por litro.

Si el propósito fuera ayudar a la economía de las familias mexicanas estaría de acuerdo, pero lamentablemente no es así, pues en el mismo dictámen en el que se planteó la disminución de este impuesto se propuso aumentar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios para los combustibles fósiles y no fósiles, con lo que nos quita la posibilidad a los mexicanos de pagar menos por la gasolina, lo cual fue aprobado en la Cámara por los Diputados del PRI, Verde y Panal.

A partir del próximo año, los automovilistas y transportistas de nuestro país tendremos que pagar entre 3.52 y 4.58 pesos extra por cada litro de gasolina o diesel que compremos. Esto quiere decir que gracias a los Diputados del PRI, Verde y Panal se gravará las gasolinas (Magna y Premium) en función de su octanaje por litro, lo que representa un aumento de 4.16 pesos para la gasolina Magna, 3.52 para la Premium, 4.58 para el diesel y 3.52 para combustibles no fósiles como el etanol.

Con esto queda claro que el propósito no es beneficiar a las familias mexicanas sino a las grandes trasnacionales como Coca Cola, que es muy eficaz con sus cabilderos, y tapar los hoyos financieros provocados por la Reforma Energética. Ojalá que los Senadores piensen más en las familias mexicanas y reviertan ambas decisiones, pues el impacto que tendrá el nuevo impúesto a la gasolina impactará negativamente en la ya de por sí lastimada economía de las familias de México, y la disminución a los refrescos y bebidas carbonatadas retocederá lo que ya se había logrado, reducir el consumo de refresco y aumentar el consumo de agua simple en la población mexicana. Por lo pronto tomemos responsabilidad y conciencia de nuestra salud y la de nuestros hijos adoptando medidas más sanas en nuestro consumo acercándonos a lo nuestro, a lo natural, así evitaremos daño a los que más queremos y a nosotros mismos.