Nuevo régimen: de la represión al diálogo
DAVID MONREAL ÁVILA
Desde que inició el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, aseguró que nunca más habría represión en México, nunca más sucederían hechos como los de 1968. Y hasta el día de hoy, es un compromiso que se ha cumplido.
En las democracias contemporáneas se entiende que la participación política implica el involucramiento de los ciudadanos para realizar acciones que expresen los anhelos y que contribuyan al mejoramiento del país. Distintos autores a lo largo del tiempo han considerado que dicha participación se debe dividir entre la convencional y la no convencional.
La primera contempla las acciones que realizan los ciudadanos por medio de los canales institucionales, como el voto, firmas de petición, asistir a sesiones de cabildo, es decir, participar activamente en las estructuras creadas por el Estado. Por su parte, la segunda se refiere a aquellas acciones que no son guiadas por los organismos establecidos, como las huelgas, los bloqueos de calles y las manifestaciones.
Cabe destacar que una no le quita legitimidad a la otra, y pese a que normalmente nos guiamos por la primera, siempre se debe respetar y proteger a la ciudadanía que decida expresarse y participar por medio de la segunda.
En el 2018, con más de 30 millones de votos y una participación electoral del 63.42%, Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el presidente más votado de la historia, con una legitimidad incuestionable.
No obstante, aunque la mayoría eligió y es la misma mayoría la que simpatiza con las decisiones del Ejecutivo, siempre habrá una minoría que tendrá todo el derecho de expresar sus inconformidades.
La oposición es un grupo natural que surge en todos los sistemas políticos, y también es esencial para mejorar los trabajos gubernamentales a partir de sus exigencias. Se debe gobernar y escuchar a toda la sociedad sin excepciones, sin represión, sin violencia.
Es de vital importancia generar espacios, mecanismos y condiciones para que el pueblo pueda expresarse y manifestar sus opiniones, sus dudas y su poder para fortalecer la soberanía. La ley de Revocación de Mandato es una de las acciones más importantes del actual gobierno, pues va a permitir el debate, la confrontación de ideas, y la participación en su máximo esplendor para mejorar inevitablemente la democracia a partir de la votación para decidir si los gobernantes terminan su mandato o se retiran antes de tiempo por no cumplir con las expectativas y promesas.
Y en lo que se acerca la fecha para dicha consulta, todos los espacios de participación, convencionales o no convencionales, están puestos a la disposición del pueblo, garantizando también su seguridad y garantías individuales.
Como establece nuestra constitución, “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa…”. Todos los mexicanos deben sentirse seguros de que su voz nunca será silenciada, en cambio, siempre será fortalecida y empoderada.