Noviazgo presidencial
RAÚL MANDUJANO
Donald y Claudia, el noviazgo.- El periodista halló en Metepec un extraordinario lugar para comer. Se llama Kloshee, es comida japonesa, makimonos, nigiris, noodles, temaki, ensaladas, sopas, una delicia. Y mientras degusta de un temaki, que son piezas de sushi con forma de cono de alga nori, el escribano rememora el comienzo de un año más… o menos –para quienes nos quitamos la edad-. De fondo musical se escucha a Molotov: “Aunque nos hagan la fama, de que somos vendedores, de la droga que sembramos ustedes son consumidores… Don’t call me gringo, you fuckin’ beaner”…
Este 2025 –piensa-, despertamos con declaraciones del desquiciado casi presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que tomamos muy a la ligera. Amenaza a México con aranceles, con invadirlo para combatir a terroristas mexicanos o de cambiarle el nombre al Golfo. Me recuerda a un trasnochado Adolfo Hitler que en 1938 amenazó con «la aniquilación de la raza judía en Europa» en caso de guerra. Lo tomaron a broma y en la memoria histórica queda el holocausto de la segunda guerra mundial. La locura puede desquiciarse.
El reportero entiende que son ocurrencias del poder (ya pasamos por eso de las chocarrerías en México) pero no deberíamos caer en chistes socarrones para entrarle al juego del copete rubio. La presidencia mexicana, que se le ha confiado por primera ocasión a una mujer, debería ser más inteligente y con nivel. Que no parezca que son dimes y diretes del profesor Jirafales y Doña Florinda, los novios de la vecindad.
La sombra del EZLN
Mientras degusta de su café americano sin azúcar y apreciando la anfitrionía y buena charla de Fernando Reyes, presidente de la CANACO-SERVyTUR Valle de Toluca, el amanuense recuerda aquel inicio de año, el más trágico en la historia de México, ese de 1994. Aquella madrugada del 1 de enero, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional apareció en Chiapas, y lo hizo el mismo día que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ese que hoy es causa de conflictos con Estados Unidos.
El levantamiento armado, según escribió Carlos Tello en su libro “La rebelión de las Cañadas”, fue declararle la guerra a un país que sólo pensaba en los indígenas para saquearlos. Fue un episodio temible, porque los combatientes eran mexicanos, indígenas armados, hombres y mujeres, hasta niños, con pasamontañas, portando aquella bandera negra con una estrella roja, liderados por un tal “Subcomandante Marcos”, Rafael Sebastián Guillén, licenciado en Filosofía de la UNAM. Un hombre de barba, fumando pipa y portando un pasamontañas con el que protegía su identidad, y quien daría a conocer la Declaración de la Selva Lacandona, con la que se ‘levantaban’ contra el “gobierno dictador” debido a las condiciones inhumanas y la pobreza en la que la gente vivía.
En 12 días de combates en los Altos de Chiapas, en San Andrés Larrainzar, Teopisca, San Cristóbal de las Casas y Ococingo, hubo alrededor de 350 muertos, 300 fueron indígenas. El Ejército –decían- ganó esa guerra. Nada más estúpido que pensarlo así.
A 31 años de aquel triste suceso, pareciera que el movimiento agoniza. Por eso no hay que creernos eso de que los pobres son amigos del gobierno, y que no pasa nada, si pasa. Nuestras comunidades indígenas están en manos de criminales, la pobreza es material de discursos políticos, y en las montañas la gente sigue esperando ese bienestar que les platicaron, o simplemente, deambulan en las calles pidiendo limosna y haciéndola de payasitos… Que sea un año de mucha salud para todos. Hasta otro Sótano.
X: @raulmanduj