Ni la 4T frena la violencia

 

JUAN GÓMEZ

Al aprobarse en 17 estados del país la reforma para crear la Guardia Nacional, podrá ser promulgada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero hasta el momento, ni esta figura constitucional ni el “perdón” presidencial para el narco, detienen la ola de violencia que vivimos en México. Todo lo contrario.

Los meses de enero y febrero del año en curso han sido los más violentos en comparación con los de la administración peñista, observación que ha evidenciado la poca eficiencia de la actual administración en el combate contra la delincuencia organizada.

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el pasado mes de febrero se generaron 2,796 homicidios dolosos que se traducen en un promedio de 102.5 diarios, lo que constituye la cifra más alta desde que se empezaron a contabilizar en 1997.

La cifra de homicidios dolosos durante el mes de febrero del presente año representa el 15 por ciento superior a los generados en el mismo mes del año pasado, correspondiente a la administración del presidente Enrique Peña Nieto.

En algunos estados como Zacatecas, por ejemplo, la violencia no solo se mantiene sino que se recrudece. Este domingo, durante las primeras horas, un domicilio particular del municipio de Loreto fue atacado por un grupo armado que roció la casa con gasolina y disparó contra los habitantes. Murió una mujer y aparentemente dos menores de edad, de acuerdo a las primeras versiones.

La violencia en el país va en escala ascendente. La nueva administración no ha podido generar la estrategia para su descenso.

En las conferencias de prensa mañaneras, donde el Ejecutivo marca la línea de los principales temas nacionales, el mandatario nacional poco habla del tema de la violencia en México. No menciona cifras y menos aún, da a conocer una estrategia sobre como generar condiciones de seguridad para los mexicanos.

El año pasado fue el más violento en el país y también en Zacatecas, pero no ha sido el único. El 2017 fue también el más violento en México y hasta el momento, nada ni nadie ha podido disminuir los índices de hechos de impacto.

Es evidente que en los primeros cien días de la actual administración federal no se pueden ver todavía los efectos de una estrategia de combate con los grupos de la delincuencia organizada, pero los mexicanos no estamos viendo ninguna acción enfocada que permita llevar paz y tranquilidad a los hogares, a las empresas, a las calles.

No es, sin duda, un escenario manejable fácilmente para cualquier mandatario, sobre todo cuando se recibió a un país en una crisis como la que vivimos en la actualidad, en la que ni los gobiernos panistas o priistas pudieron resolver. No.

Pero tampoco estamos viendo una sólida acción que permita proyectar confianza en el trabajo o en el esfuerzo que se realiza para frenar o contener el creciente número de asesinatos, secuestros, robos, extorsiones y violaciones que sufrimos en el país.

Durante las giras que realiza el presidente Andrés Manuel López Obrador a distintos estados del país, hemos visto que además de la estrategia de abucheos en contra de algunos gobernadores, se generan también manifestaciones en su contra por la disminución presupuestal para las estancias infantiles que las tienen a punto de la desaparición y a otras de plano ya las borró.

Pero el hartazgo va en ascenso. El sábado pasado cuando acudió el mandatario a la inauguración del nuevo estadio de béisbol de los Diablos Rojos del México llamado “Alfredo Harp Helu”, fue abucheado incesantemente desde su llegada.

Son apenas poco más de tres meses al frente de las instituciones y el presidente de la República ya recibe el rechazo de un sector importante de la sociedad mexicana, que de esa manera desaprueba algunas de sus decisiones.

Pero para el presidente López Obrador todo es política y por lo tanto, reacciona políticamente. En el estadio respondió a la rechifla y abucheo de la siguiente manera: “Hay algunos de la porra fifi, pero la mayoría de la gente está a favor del cambio y del Rey de los Deportes”.

En cada estado que el jefe del Ejecutivo federal visita es recibido por madres de familia y ex trabajadoras de las estancias infantiles en las entidades federativas, quienes le reprochan la supresión de financiamiento para mantenerlas. López Obrador no hace caso a las mujeres.

Indudablemente el presidente López Obrador tiene claro sus objetivos: consolidar su plan de política social rumbo a las elecciones del 2021, para lograr la mayoría electoral en los estados que renovarán gubernatura y consolidar su estrategia de partido hegemónico de permanencia en el poder.

Nada lo hará cambiar. Seguirá avanzando a pesar del desgaste social que empieza a registrar en cada una de las salidas de la Ciudad de México.

Mientras tanto, seguirá descalificando a cada uno de sus críticos y detractores. Les llamará fifís o conservadores, para desviar cada uno de los cuestionamientos y afianzar la consolidación popular de su gobierno a través del asistencialismo.

Empero López Obrador tiene un problema que coincide con el de la oposición política: no hay otro liderazgo a la vista.

Mientras tanto, la 4T no puede frenar la violencia y llevar paz y tranquilidad a los hogares mexicanos.

Al tiempo

Twitter: @juangomezac

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