Municipios limítrofes de Zacatecas y Jalisco, despoblados por muerte y miedo
Jalisco.- La guerra entre cárteles del narcotráfico por el control de la zona limítrofe de Zacatecas y Jalisco, se respira en la soledad de los municipios despoblados por la muerte y el miedo.
Durante los últimos tres años la población de la cabecera municipal de Chimaltitán, ubicada en el norte de Jalisco, disminuyó de mil habitantes a 600. Se acerca Navidad y los adornos que visten algunas fincas alternan con casas abandonadas y crespones negros.
Al ingreso de esta localidad, a poco menos de 200 kilómetros de Guadalajara, hay dos vigilantes del grupo del crimen organizado que controla la plaza -conocidos como halcones- que reciben a los extraños, a quienes fotografían y delatan mediante llamadas por teléfono celular.
Esta zona, considerada paso en el trasiego de mariguana hacia entidades del norte del país, es disputada por dos grupos criminales, Los Zetas y los que llaman Chapos o Chapitos, resultado de una alianza entre integrantes del cártel del Pacífico, dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán y el cártel del Golfo.
Los sábados por la tarde no hay puestos ambulantes de antojitos y personas que disfruten de la plaza.
Entre bancas vacías y jardineras sin niños que jueguen, a unos 20 metros de la comandancia de policía, se levanta el armazón de un puesto de discos piratas que distribuye únicamente los que produce el grupo criminal que controla la plaza. Cada portadilla va marcada.
“Los que se van no vuelven”
Con el fondo de una canción que detalla los excesos y peligros de un traficante de drogas, una mujer de 60 años relata como el pueblo se fue muriendo de miedo. “Solo vea alrededor de la plaza y cuente los moños. Tengo mucho con un negocio aquí y no pago renta desde hace tres años. La dueña no quiere venir a cobrar, y no quiere que le deposite, porque dice que es peligroso y alguien podría darse cuenta. Tiene miedo, así es aquí. Los que se van no vuelven”, sentencia tajante.
A la charla se une un hombre de 70 años que advierte al aire un mal augurio para quienes no son de Chimaltitán y llegan a ser identificados por quienes conocen como los de la plaza. Al cabo de unos minutos el hombre calla, preocupado.
Cuando se retira, la mujer cuenta que al hijo de ese señor lo asesinaron hace meses. El homicida rentó por dos semanas una habitación a dos casas de distancia del domicilio de su víctima. El día del hecho el delincuente esperó a que el hombre estuviera solo en la finca para obligarlo a salir a la calle y matarlo.
Autoridades municipales y estatales reportan que en la zona norte de Jalisco, limítrofe con Zacatecas, se registraron 30 asesinatos en hechos al parecer vinculados con la delincuencia organizada en 2012. En Chimaltitán sucedieron 16 muertes, 13 casos en multihomicidios.
Del fallecimiento de dos hermanos identificados como Bartolo “N” y Delfino “N”, y un ex funcionario municipal reconocido como Juan de Dios “N”, ex regidor y ex director de Seguridad Pública local, cuyos cuerpos con impactos de bala fueron encontrados en una brecha en los límites con Zacatecas a inicios de noviembre, es el crimen del que aún se habla en el pueblo como si hubiera ocurrido ayer.
Luego de advertir que en “Chimal” es triste la situación, una mujer interrumpe su rutina de tejer manteles para relatar en secreto aquel acontecimiento: “Fueron a sacarlos de la junta de comuneros en San Juan de los Potreros. Dicen que los habían amenazado. No los esperaron a que salieran, se metieron por ellos”, dice con asombro la ama de casa de 37 años.
La madre de tres hijos concluye el relato: “Pobre de la mamá de los hermanos, imagínese que con ellos son cinco hijos muertos. Eran ocho y los van matando. Ha de ser horrible que se le vayan muriendo a una los hijos”.
Tras un breve silencio, confiesa que su segundo hijo, de 17 años, tuvo que migrar en agosto por seguridad a otra ciudad.
“Hace como año y medio había un chamaquillo, más o menos de la edad de mi hijo, y ya ve que se empezó a juntar con gente mala, y lo invitaron de halcón. En eso andaba y siempre presumía el dinero que ganaba, pero un día vinieron los negros (policías estatales de Jalisco) y a él se le pasó decirles, y ándele que lo matan a él y a su hermano. Dicen que el otro no tenía nada qué ver. Imagínese, si algo le pasa a mi hijo”, se justifica.
Suspendieron campañas políticas
Entre los que conocen la política local, cuentan que Chimaltitán fue el único municipio de Jalisco que suspendió campañas antes de los tiempos marcados por el calendario electoral durante este pasado proceso, por el ataque a balazos contra un grupo de militantes priístas que dejó dos muertos y dos heridos.
“Fueron dos días antes, no fue mucho, pero sí es significativo en eso que llamamos democracia, que la delincuencia nos haya obligado a cancelar actos políticos del PRI y del PAN, con tal de salvar las elecciones”, dice un funcionario de la administración que inició el 1 de octubre.
El 24 de junio, en una brecha conocida como La Rumorosa, fueron emboscadas por un grupo armado, cuatro personas que viajaban en una camioneta.
A bordo de la unidad murieron los militantes priístas identificados como José Gutiérrez, de 60 años de edad, y Mario Pozos Flores, de 40. Una mujer y un hombre resultaron lesionados.
Mientras caminan por las calles solitarias, los pobladores relatan otras historias que motivaron a muchos a irse.
“Aquí cerca de la presidencia municipal, hace dos años, en 2010, Los Zetas trataron de extorsionar a un hombre. Él rentaba maquinaria. Se lo llevaron. Cobraron casi un millón de pesos y lo fueron a tirar embolsado al otro lado del puente”, cuenta una mujer de 35 años. Ella asegura que otros que no quisieron pagar rescate y se murieron. También hubo quienes luego de ser liberados, huyeron.
“La situación es difícil. Muchos jóvenes le entran a eso y se llevan a la familia entre las patas. Otros se van de aquí a la primera amenaza. Otros ni eso esperan para escapar del pueblo. Muchos que nos quedamos no tenemos nada que perder. Las amenazas no son para nosotros, sólo nos queda rezar para que no nos toque una bala perdida”, concluye la madre.
Hay habitantes que evitan detallar a extraños historias de corrupción o vínculos entre autoridades y el crimen. En lugar de eso, muestran como ejemplo algunas fincas en la cabecera municipal y un mausoleo edificado en un terreno del ayuntamiento a un kilómetro del pueblo.
Se trata de una construcción rodeada por palmeras que parece más una capilla. La vegetación contrasta con el terreno árido de la zona. Y aunque hay relatos diferentes con relación al hombre que mandó construir el mausoleo, todos concluyen que el dueño yace en su sepulcro.
Los habitantes que hacen referencia a esta edificación aseguran no recordar el nombre de quien ordenó la construcción. Sin embargo, dice que era un traficante.
Aquí en Chimaltitán el miedo es silencio y ausencia. Los que se quedan saben que en cualquier momento ocurrirá un enfrentamiento, una asesinato o un secuestro y rezan para no ser víctimas. No obstante, la realidad obliga a más personas a emigrar del pueblo que no tiene una sola calle sin casas abandonadas.
Con información de: El Universal