Mujeres y Política | Ivonne y Claudia, justicia sin justicia

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

La primavera es una estación violenta para las mujeres y, claro, no tiene que ver con el clima o el nacimiento de las flores. La violencia feminicida y el feminicidio tienen que ver más que otra cosa, como lo sentenció Françoise Heritier: “La humanidad es la especie más estúpida: es la única donde los machos matan a sus hembras”.

Y justamente de la primavera del 2021 es de lo que quiero hablar. 2021 fue un año difícil para las mujeres, estamos hablando de meses de incertidumbre por la presencia de la pandemia de Covid 19 y estadísticamente el año en que la violencia en casa creció. En paralelo, un proceso electoral que determinaría el futuro del país o el futuro del partido político que hoy gobierna.

En Oaxaca esa primavera dejó pendientes. Fue en la primera del 2021 cuando es asesinada Ivonne Gallegos Carreño seria aspirante a la presidencia municipal de Ocotlán de Morelos por el PAN.  Los sicarios la alcanzaron y le dispararon mientras se trasladaba desde ese municipio a la capital oaxaqueña, en Santo Tomás Jalieza, unos minutos apenas desde que inició el viaje, una rutina que fue interrumpida. Ella murió en el lugar, el conductor del vehículo en el que viajaba murió en un hospital hasta dónde fue trasladado.

Ese fue un primer crimen político de género ocurrido en el proceso electoral en el que se eligieron mil 249 diputaciones locales propietarias y de representación proporcional, presidencias municipales, regidurías y sindicaturas. Ivonne Gallegos Carreño solo quería gobernar el municipio en el que nació en 1981, un cargo al que aspiraba por tercera vez.

Dos de los involucrados fueron sentenciado en enero pasado a 80 años de prisión a cada uno. Pero la verdad aun se desconoce, nadie sabe quién o quienes y cual sería la sin-razón para asesinarla.

Gallegos Carreño, siendo diputada de la 61 legislatura local, en tribuna denunció un posible desvío de más de mil millones de pesos y pidió la destitución del entonces secretario de Desarrollo Agropecuario y Forestal, Salomón Jara Cruz. También fue ella quien, como presidenta de la Comisión de Género, presentó la iniciativa del tipo penal de feminicidio, que se aprobó.

Cuatro días después, el 26 de marzo de ese mismo año, fue desaparecida la defensora de derechos humanos Claudia Uruchurtu Cruz en la población de Asunción Nochixtlán. Uruchurtu Cruz había descubierto una serie de actos de corrupción cometidos por la alcaldesa Lizbeth Victoria Huerta, quien fue detenida días después junto con algunos de sus colaboradores.

El desaseo del proceso judicial dio al traste con el desenlace. Solo los colaboradores de Victoria Huerta, colaboradora y amiga del entonces aspirante a la candidatura por el gobierno de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, fueron sentenciados en calidad de copartícipes de la desaparición de la activista, por el delito de desaparición forzada. Claudia Uruchurtu fue una ciudadana incómoda a la autoridad por el hecho de exigir sus derechos y por repudiar la corrupción. La alcaldesa solo cubrió una irrisoria sentencia de poco más de cuatro años.

Claudia Uruchurtu descubrió malos manejos de los recursos públicos, los documentó y los denunció. Era incómoda para la autoridad surgida en 2018 por el partido Morena, una alcaldesa que se ufanaba de ser la primera munícipe de su localidad. Como en los tiempos del PRI la verdad sigue oculta y en cambio, pese a la detención de la alcaldesa, se logró protegerla para que el castigo no la alcanzara, como sí pasó con sus subalternos, sus colaboradores más cercanos, ya lo sabe al perro más flaco se le pegan las pulgas.

¿Qué habría pasado si a Claudia Uruchurtu en lugar de ser ignorada por varios funcionarios, estatales y federales, incluso el expresidente Andrés Manuel López Obrador a quien envió varias cartas, hubieran puesto atención y exigido resarcir los daños al erario? Por supuesto que nadie le habría hecho daño. Pero es claro, el Estado (morenista) la dejó sola.

Cuatro años después nadie sabe de su paradero, pese a los múltiples esfuerzos de su familia. Lo que sí está claro es cómo una vez más, es la forma en que desde el poder se inclinó la balanza para proteger a quien fue señalada por Claudia Uruchurtu.

Marzo de 2021 fue un año difícil y hoy nos permite recordar a ambas mujeres que intentaron mirar la entraña corroída del poder público y eso sería su sentencia.