Mujeres VS Misoginia
SARA LOVERA
México, país de machos, se topó “sorprendido” con la feminización de la política, visible y creciente en menos de una década, una vez aprobada la paridad constitucional en 2014.
En 2024 podríamos tener no sólo una presidenta de la República, sino hasta 15 gobernadoras en funciones y cientos de diputadas, presidentas municipales, senadoras y un largo etcétera que incluye síndicas, concejalas y muchas integrantes de gabinetes.
La noticia de una probable presidenta se dio el mismo día, del mismo año, a la de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la inconstitucionalidad de criminalizar a las mujeres por interrumpirse un embarazo, dando plena libertad a las mujeres para decidir sobre su maternidad. ¡Cosa del diablo¡
Ambas noticias desataron peligrosas reacciones desde el patriarcado.
Lo cierto, en términos históricos, es que los plazos entre luchar, lograr algo y avanzar, se han ido acortando. Entre la demanda de ciudadanía y el primer país que aprobó el voto femenino pasaron 132 años.
En México pasaron 27, desde la primera recomendación para incluir mujeres en las listas electorales –1996-, a la paridad, en 2014 y sólo 7 para aplicar la obligación para elegir a gobernadoras en 2021, no sin la intentona desde los dirigentes partidarios de no permitirlo. No entendían, no es cuota, sino paridad.
No piensen que fue fácil. Venimos de lejos, y hemos escalado obstáculos muy diversos y dolorosos. Imaginen que 1791, hace 232 años, Olympe de Gouges presentó la Declaración de la Ciudadanía de las mujeres, y por ese atrevimiento fue degollada.
Luego vino una batalla global durante todo el siglo XIX, donde las feministas occidentales, incluidas las de México, desplegaron una campaña por el sufragio femenino sin descanso. Las inglesas pusieron una bomba en la casa del primer ministro para lograrlo. Hasta 1883 se logró en Nueva Zelanda; el siglo XX lentamente, fue de avances.
El voto femenino fue aprobado en México 60 años después, -1953–, hace 70 años exactamente. Pausadas llegaron las primeras mujeres al Congreso; 24 años después se eligió a la primera gobernadora y apenas hace 9 años se rompió la inercia y las presidencias municipales crecieron sin parar.
Claro, hoy parece un chiflón, como si no hubiéramos hecho nada. Hoy son muchísimas en el poder: nueve gobernadoras -10, a partir de este 15 de septiembre-decisorias en posiciones clave para garantizar elecciones en paz y legales.
Tenemos presidentas decisorias en el INE, en la SCJN, en el INAI, secretaria de Seguridad, y 10 gobernadoras, obligadas a garantizar la llegada a buen puerto en junio próximo.
Una maravilla, a pesar del machismo y la resistencia; de las asesinadas de a diario, el acoso, la violencia sexual, las brechas salariales, la discriminación y la violencia simbólica.
¿Se olvidan? Nos hemos levantado hace tiempo, logramos jefas en los partidos políticos, candidatas presidenciales, líderes sindicales. ¿De verdad se sorprenden? ¿no lo esperaban? Hoy el miedo machista, sumado a una sociedad profundamente conservadora, ve a las mujeres de reojo, se ríen de nervios, no pueden, no aceptan.
Por fortuna México es escenario de grandes movilizaciones feministas, desde 1935, y la rebelión de las jóvenes es un ejemplo.
La batalla por los derechos, la integridad y los derechos humanos de las mexicanas, si dio un salto histórico, pero no ha abatido al machismo, está viva la resistencia. No confiarse se recomienda, todas peligran y no basta decir cero tolerancia a la violencia política. Hubo 18 políticas asesinadas en 2018. Ahora vamos por más, me pregunto si la violencia en crecimiento, en todos los ámbitos, es una respuesta misógina. Pensarlo me aterra y me indigna. No podemos banalizarlo. Veremos.