Misoginia un animal que camina
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
Desatada la misoginia o es mera percepción personal. Lo cierto es que los demonios andan sueltos y resultan peligrosos, son expresiones que vienen de todos lados y de todos los poderes. Algunos de ellos no tan poderosos, pero resultan igual de peligrosos.
Empezaremos por el obispo de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, el mismo a quien la madre de una víctima de feminicidio llamó a “limpiarse el hocico”, y no es para menos.
Y eso me lleva a recordar esa costumbre del gremio al que pertenezco de poner las grabadoras a todas las personas solo porque ocupan un cargo y su palabra parece tener mucho peso, aunque lo que digan sea totalmente contrario a la defensa de los derechos humanos, en específico, de las mujeres.
El obispo, como enumera la corresponsal de SemMéxico, Josefina Aguilar Pastor, ha hecho aberrantes declaraciones en los últimos días: el 17 de este mes llamó a participar en una marcha contra el aborto y declara que a las mujeres que son asesinadas es porque “no andaban en misa ni en la catedral” y tres días después agrega que son asesinadas porque están involucradas en el narcotráfico, la prostitución o son halcones (vigilantes de la delincuencia).
Sin duda, escuchar esto de un prelado de la iglesia católica es alarmante considerando, como ya se ha señalado, su nivel de injerencia en sus feligreses, resulta por ello un peligroso promotor de la violencia contra las mujeres. Una lástima porque en este país, como en muchos otros la violencia está directamente relacionada con la supremacía machista que, hay que decirlo, ha propalado a lo largo de los últimos XX siglos, la propia iglesia católica, donde las mujeres tenemos dos categorías: santas o putas.
En Oaxaca, como dicen aparentemente solo, un hombre mayor propaga la idea de asesinar a las mujeres “porque nos estamos reproduciendo exageradamente por culpa de ellas”, dice en papeles que pega en los camiones de transporte público.
“El Estado no hace nada para controlar la sobrepoblación; Guanajuato y el Estado de México ya empezaron bien y debe seguirle Oaxaca; son más de 67 millones, hay que bajar el número”, dice parte de los pegostes que ese señor no identificado sigue haciendo en los camiones, donde su objetivo es invitar a “matar una hembra”.
Esta persona, que hasta hoy se cree opera en solitario podría no estar tan solo y su propuesta sin duda es un permiso para matar para quienes consideran que las mujeres estamos de sobra en esta sociedad patriarcal.
La otra, que según se explica circula en redes sociales es producto de una escuela de la UNAM, y que sin embargo podrían encontrarse en otras escuelas del país de todos los niveles educativos. En la foto presuntamente tomada en un baño de la Facultad de Ingeniería de la UNAM se invita a “violar” a las “feminazis”, además, de advertir que “Ingeniera es para hombres”, doble acto de odio contra mujeres.
Y la última, la expresión violenta del diputado local en el congreso de San Luis Potosí del Partido Verde Ecologista de México, Edgardo Hernández Contreras, en contra de la diputada Beatriz Eugenia Benavente Rodríguez a quien le dijo “me hubiera gustado que fuera hombre para partirle la madre en esta tribuna” y amenazó a la Presidenta de la Mesa Directiva del Congreso, Sonia Mendoza Díaz, a quien le dijo: “ojalá que no le pase nada a su integridad física y a su familia, porque entonces la voy a ver aquí llorando”.
En suma, la misoginia no tiene edad ni posición. Puede ser un obispo o un diputado. Puede venir de jóvenes universitarios o de un hombre adulto mayor, todas van el mismo sentido: odiar a las mujeres.
Y la pregunta es ¿qué están haciendo las autoridades al respecto?