Minería zacatecana: Orgullo y oprobio de nuestro pueblo
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
México es y ha sido a través de los años, el primer exportador de oro y plata al mundo. La explotación minera dura ya 5 siglos. Con la riqueza de nuestro país se han construido palacetes en Europa, se han mantenido guerras en el mundo y ha habido desarrollo, no para el que exporta sino para el importador.
México y Perú tuvieron la experiencia de haber sido los primeros exportadores mundiales de metal. Enriquecieron naciones pero mantuvieron a sus propios pueblos en estados miserables, con muertes en los socavones, con malacates que llegaban a niveles profundos del subsuelo –frío y caliente por las temperaturas que se alcanzan con diferencia de pocos metros y por el agua que emerge provocando la muerte del minero-, con el mal uso de explosivos, con derrumbes y con la silicosis como sentencia de muerte, angustiados los mineros por las dolorosas reumas que les dan promedios de vida de 35 años solamente.
La fiebre del oro de México fue primero que la del Lejano Oeste, que más bien fue superficial. A nuestro país arribaron unos cuantos años después de la conquista, empresarios españoles, ingleses, alemanes y de todas las nacionalidades que sabían de las bondades de nuestro rico suelo. La corona española daba su anuencia. Los oidores fueron reguladores de impuestos y observadores del transitar de la riqueza fuera de nuestras tierras. Los puestos honoríficos de condes o marqueses eran el premio que compraban a la Corona para preservar sus concesiones.
La estructura de los socavones requería madera. Así, pelaron los cerros colindantes con las minas. Había dos tipos de haciendas: la del beneficio del metal, y la hacienda mulera que era la que aportaba el animal requerido para mover el metal por abajo y arriba de la mina hasta llegar a los lugares de transportación masiva. He allí el “camino tierra adentro” que iba desde la Ciudad de México hasta Nuevo México.
Crisis mineras ha habido muchas. Muertes y tragedias incontables ya, pero el inversionista solamente cambiaba de Zacatecas a Guanajuato, a Hidalgo, a Mazapil, a El Oro, a Taxco… famosa es Santa Prisca por la bondad del minero que la construyó, José de la Borda, que al perder la bonanza de su feudo, se mueve a Zacatecas a explotar la mina El Bote donde tenía al menos 5 mil obreros calificados.
Hoy el oro es importante por su capacidad de conducción como material, pero no es para lo que se utiliza, sino para collares y anillos, para todo lo que es superfluo e innecesario en el humano, que mantiene siempre elevados los precios internacionales.
Agotar una mina es fácil. Tiene un rival muy fuerte que es la inundación, sin embargo, hoy la tecnología permite la minería a cielo abierto, como la que desarrolló Carlos Slim en Noria de Ángeles, Zacatecas. Hoy la iglesia del pueblo está cuarteada y las casas dañadas, la laguna y el agua subterránea contaminadas por mercurio que provoca enfermedades extrañas y niños de pequeña edad sin dientes. Los gobiernos solapan a los poderosos y olvidan a los pobres.
La exportación minera sitúa a Zacatecas en el primer lugar nacional como productor de plata, plomo y zinc, y en segundo lugar nacional como productor de oro y cobre. Según cifras oficiales, se produjeron en el 2014, 194 mil kilogramos de plata en la entidad, 10 mil kilos de plomo –lo que representó el 51 por ciento de la extracción total del país- y 22 mil toneladas de zinc –el 41 por ciento del total de la nación-. Las cifras de producción de pobres son capítulo aparte, porque las minas no traen prosperidad a Zacatecas: se la llevan. La gran contradicción desde tiempos de la Colonia es que esta entidad norteña es un pueblo pobre con mineras ricas. Su migración se estima en 1 millón y medio de personas que viven en los Estados Unidos, sin sumar la corriente migratoria de 1914 durante la Toma de Zacatecas, cuando nuestros coterráneos huyeron hacia Nuevo León, Coahuila y la Zona Metropolita de la Ciudad de México.
Al menos 30 casas del primer cuadro de la capital del país, la Ciudad de los Palacios, fue de mineros zacatecanos. La misma casa donde se ubica la Fundación Banamex, el Palacio de Iturbide, fue edificada por un minero de Valparaíso.
El nuevo polo de desarrollo minero es Michoacán, donde ya los extranjeros tienen casi 1 millón 500 mil hectáreas que el gobierno les ha conferido. Los nuevos señores feudales de la minería son canadienses, chinos, argentinos, austriacos y las mineras las mismas de toda la historia de la humanidad, sólo que con otros explotadores. Los explotados siguen siendo los mismos: generaciones nuevas de hombres y mujeres pobres atávicamente.