México-California el valle del narcocorrido
RAÚL SILVA
La música ha jugado un papel único en el desarrollo cultural del ser humano. Pero, cuándo deja de ser un ente cultural para convertirse en moda?
Desde el 2006 México atraviesa por una grave crisis de seguridad. Las ciudades, poblaciones y localidades han padecido de una ola de violencia, muerte y droga.
En medio de este caos social, ha surgido un movimiento musical denominado “alterado” o “narcocorridos”, que tienen la particularidad de exaltar figuras del crimen como si fueran grandes héroes entre ellas: El Chapo o La China.
Esta nueva variante de la música regional-mexicano sea popularizado gracias a grupos y solistas que las interpretan. En sus letras les rinden culto al estilo de vida y acciones violentas del crimen organizado.
Es una nueva moda que describe la vida ostentosa de los hijos del narco; su constante son dinero, poder, mujeres bellas, autos de lujo, mansiones y viajes extravagantes.
Escuchar este tipo de canciones tiene la connotación de aceptar la violencia, pues el mensaje que uno, ser parte de la delincuencia organizada se tendrá éxito en todos los sentidos y el uso de armas generará el respeto de otros.
El corrido ha jugado un papel preponderante en la vida de México, ya sea por abordar relatos románticos, la disimilitud entre la clase alta y la campesina, y la de los mexicanos y los anglosajones. Pero sin duda su gran momento fue la revolución mexicana.
Los corridos han evolucionado, y las nuevas generaciones lo conocen por hacer una apología del delito, del crimen y la violencia.
Aquí en el Sur de California los narcocorridos son muy bien recibidos por los residentes hispanos, en su mayoría mexicanos, quienes los ven como una forma de preservar sus raíces culturales.
Suele ser tan normal que carros crucen por las avenidas con el volumen fuerte del estero con sus canciones a ritmo de banda y tambora con letras del “movimiento alterado”. Es como si estuviéramos en México.
Para Juan Carlos Ramírez Pimienta, profesor de la Universidad Estatal de San Diego y autor del libro «Cantar a los Narcos», el movimiento del narcocorrido es consecuencia de la guerra desatada por el entonces presidente mexicano, Felipe Calderón, que ha causado más de 40 mil muertes en México.
Ha explicado que los partidarios de esta variante musical suelen utilizar una mezcla de inglés y español para celebra la parte violenta del tráfico de drogas, ensalzando decapitaciones, asesinatos, balas y camionetas de lujo.
El académico asegura que estas canciones también funcionan como un mecanismo de empoderamiento étnico, que les permite cubrir esa parte vulnerable, desprotegida y de bajo ataque.
Ahora, los niños ya se sienten parte de los narcocorridos, ya que son influenciados por los gustos musicales de sus padres, y en algunos casos hasta son asistentes a los conciertos de los “corridos alterados”.
Las últimas semanas, el cantante Gerardo Ortiz está en el ojo del huracán por la publicación de un video musical titulado Fuiste mía, con el que se le acusa de hacer una apología del delito.
En dichas imágenes se observa a un Gerardo Ortiz poderoso, que descubre el engaño de su mujer, a la que golpea y quema viva, después de asesinar al amante.
Si bien toda la música es cultura, lo cierto es que no lo puede ser cualquier lirica; no para un país tan lastimado por el narcotráfico, tan acostumbrado a la muerte, por ello la violencia no puede ser cultura.
* Periodista Independiente