Manuel María Ponce
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
Así se llamó el precursor del nacionalismo musical mexicano, nacido en El Mineral de Fresnillo, Zacatecas, el 8 de septiembre de 1882. Fueron sus padres, Felipe de Jesús Ponce y doña María de Jesús Cuellar. Sus maestros: su propia hermana Josefina y el profesor Cipriano Ávila. Fue organista del templo de San Diego en Aguascalientes.
Es el primer compositor que emprendió una investigación de la música folklórica mexicana –fundamentalmente en sus raíces mestizas-. Su obra popular más identificada es, sin duda “Estrellita”, sin embargo, su desarrollo musical es enorme.
Estudió en Europa, en el Conservatorio Stern de Berlín, en Italia con Marco Enrico Bossi y después profundizó la materia de Composición con Paul Dukas en París. La influencia que recibió de la música del viejo continente, cambió radicalmente su concepción musical. Amigo de Andrés Segovia, le dedicó piezas para guitarra como “Alborada”, “Alegro en La”, “Andantino Variato” y “Balletto”. Uno de sus alumnos fue Carlos Chávez. También se debe a Ponce la introducción en México de la música de Debbussy. Recopiló y armonizó canciones como “La Valentina” y “La Adelita”. Se presentó en Nueva York, en La Habana, y fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de México. Fue director también del Conservatorio Nacional de Música.
Entre sus obras orquestales quedaron para la posteridad sus “Instantáneas Mexicanas”, su “Concierto del Sur” y su “Balada Mexicana” para piano y orquesta, además de “Ferial” y las hermosas “Estampas Nocturnas”. Para piano legó a la humanidad, no solamente “Estrellita”, sino “Lejos de Ti” una danza para la mano izquierda, “A pesar de Todo”, y su muy particular “Aleluya”.
Es quizá el músico más importante de este país en cuanto a música clásica y de concierto se refiere. Seguramente muchos lo colocarán al lado de otro que fuera su alumno: el maestro Carlos Chávez.
Zacatecano, conocido en sus orígenes y desconocido en su difusión. Muchas biografías lo señalan como nacido en el municipio de Aguascalientes. Todavía dura para algunos esa confusión, pero Fresnillo es sin duda la tierra que lo vio nacer, aunque vivió también en Aguascalientes y en la Ciudad de México. Pocos son los jardines, avenidas o comunidades que llevan este nombre en Zacatecas. Sus aniversarios, centenarios han resultado francamente poco celebrados y su obra no ha sido recopilada de manera consistente e insistente para que los zacatecanos la disfrutemos. Se escucha en programas específicos de música culta en Radio UNAM o Radio Educación de la capital del país, pero se encuentra en realidad dispersa, cuando que los organismos de cultura debieran recoger sus obras orquestales, sus valses, sus preludios o sus sonatas, tan hermosas como la número 5 en Re o la “Sonata Clásica” o el “Scherzino Mexicano”.
Hay una parte de su vida poco analizada, que fue el trabajo que realizó en los jardines de niños, para los programas estético – musicales. Le toco vivir el esplendor del Porfirismo, cuando la música europea se difundía con furor.
Murió en la Ciudad de México el 24 de abril de 1948. Su cuerpo descansa en la Rotonda de los Hombres Ilustres y en panteón de Dolores, y la sala más importante del Palacio de las Bellas Artes, lleva su nombre. Manuel M. Ponce, un zacatecano universal, a quien debiéramos rendir el homenaje de la divulgación, antes que nada entre las nuevas generaciones de nuestra entidad y, desde luego, del país y el mundo.
Hay una anécdota que muestra su talento musical internacional. El guitarrista Javier Calderón así la narra: “La Suite en La para guitarra es una excepción dentro del estilo musical de Ponce porque fue escrita a imitación de una suite barroca. Fue grabada originalmente por Andrés Segovia con el título de Suite de SL Weiss, nombre de un compositor y laudista alemán, contemporáneo de JS Bach. El título pretendía confundir a la audiencia en relación al compositor original de la pieza. Cuando Fritz Kreisler le preguntó a Segovia dónde había obtenido la obra, Segovia replicó: «del mismo lugar donde usted obtuvo la suya», probablemente refiriéndose a composiciones que Kreisler mismo había atribuido a otros.” Ponce era un músico tan grande, que usualmente era interpretado y hasta copiado por los grandes.
Quien revisa la historia de Zacatecas, no puede menos que sorprenderse de su grandiosidad. No sólo en sus construcciones y en sus paisajes, sino, sobre todo, en sus hombres, en su bagaje cultural y en el pensamiento universal que supo gestarse entre sus tierras áridas y sus cielos majestuosos. Decirse zacatecano, es sentirse y ser parte de los grandes, de hombres y mujeres que han sabido sacar música y poesía de la tierra roja, plata de sus minas y fuerza del propio espíritu para forjar entre todos el destino grande, que las musas nos tienen deparado.