Madres sí, pero con derechos
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
Creí que no lo volvería hacer, pero aquí está de nuevo, como siempre, de tanto en tanto, porque la exaltada maternidad y la realidad de una buena parte de las mujeres que son madres viven separadas por una brecha ancha y a veces muy profunda.
¿Y qué es lo que repito? El título de esta columna: Madres sí, pero con derechos. Es como la cuarta ocasión que lo utilizo para decir, en este día “tan, pero tan especial” en el que necesitamos dejar de lado tanta dulzura y tanto derroche de palabras maravillosas, para mirar a las mujeres-madres como seres con derechos. O bueno, está bien, acompañar el derroche de dulzura con derechos humanos para las mujeres.
INEGI dio a conocer recientemente, a propósito de este día, que el número de mujeres solas que deciden tener hijos e hijas solas, sin pareja, se ha incrementado porcentualmente en los últimos años y que tiene que ver con los cambios sociales. El mayor porcentaje (47 %) de estas mujeres se concentra entre las mujeres que tienen entre 20 y 34 años de edad.
Es decir, por la edad muchas de estas mujeres estarían estudiando una carrera universitaria, algunas incluso un postgrado, pero tener un hijo o hija implica una condición diferente, incluso de vulnerabilidad sobre todo entre las más jóvenes, quienes por lo regular frente a la maternidad deben dar un giro de 360 grados a sus planes y proyectos de vida.
La más costosa para ellas a lo largo de su vida será dejar la escuela para incorporarse a un trabajo de tiempo completo que les permita satisfacer sus necesidades primordiales y las de su hijo o hija. Una estimación de 2014 revela que casi 300 mil abandonaron la escuela por esa razón. Otro dato dice: ENADID 2014, indica que 73 de cada 100 no asisten a la escuela.
Ese mismo año, el total de madres solteras con al menos un hijo/hija, el 44.3 por ciento tenían estudios completos de primaria o al menos un grado aprobado en secundaria o terminada la misma, 8.7 por ciento no tienen instrucción o no concluyó la educación primaria, y sólo una quinta parte (21.3%) cuenta con nivel superior.
Al dejar la escuela derivado de la maternidad la realidad no es la prometida en los cuentos de hadas y así lo revelan las estadísticas oficiales: siete de cada 10 mujeres solteras de 15 años y más de edad con al menos una hija o hijo nacido vivo, no reciben apoyos económicos provenientes de algún programa de gobierno o de alguna persona que vive en un hogar distinto al suyo.
De ellas, trabajan el 41.8 por ciento. Pero la falta de preparación se refleja en el hecho de que solo el 15.1 por ciento de las mujeres solteras menores de 30 años con al menos una hija o hijo nacido vivo, trabajan. Lo otro es mirar en dónde trabajan y una gran porcentaje se localizará entre el sector terciario.
Sobre todo en el campo laboral, las mujeres con hijos e hijas enfrentan dificultades para obtener empleo. Por ejemplo, persiste, aunque no esté permitido por violar los derechos de las mujeres, solicitar el certificado de no embarazo; en la entrevista es común preguntar si son solteras o casadas; si tienen familia, y hasta si tienen hijos pequeños menores de dos años. Luego las mujeres tendrán que buscar quién les cuide a sus hijos e hijas, o echar mano de sus redes sociales, mujeres cuidando de los hijos de otras mujeres a veces sin pago y algunas otras con pago mínimo. Es entonces cuando la maternidad se convierte en un obstáculo para las mujeres y sale del estado de veneración perpetua.
Sin duda, frente a los cambios sociales el concepto de maternidad tendrá que irse despojando de muchos de esos atributos casi divinos que se ponen sobre las mujeres y que las mandata, las obliga, a cumplir al pie de la letra. Eso ya no se puede. La maternidad ya cambió y seguirá cambiando.
La maternidad es, insisto -en buena parte de las mujeres lástima que no en todas-, un hecho que se decide y no una realización impuesta, para cumplir, como dicen, con un papel divino, social y hasta político. Hoy las mujeres están llamadas a cumplir con otras aspiraciones, desde las académicas hasta las deportivas. Mujeres que quieren disfrutar la vida de otra forma, otra forma de ser mujeres.
También repito en esta columna las muchas acepciones de MADRE, al menos en México:
Madre-Cosa: “pásame esa madre”.
Madre-Cantidad: “es un madral”, “ni madre”.
Madre-Denigración: “hijo de tu pinche madre”.
Madre-Estado: “ya está muy madreado”.
Madre-Imposición: “¡por qué soy tu madre!”.
Madre-Velocidad: “iba a rajamadre”.
Madre-Daño: “le di en su madre”.
Madre-Daño masivo; “le dieron en toda su madre” (por aquello del quinto gasolinazo).
Madre-Valor: “no vale madre”, “me vale madre”.
Madre-Volumen: “es un madrecita”, “¿ya visteS esa madrezota?”.
Madrazo-Golpe: “te voy a dar un madrazo”.
Madriza-Golpiza: “te voy a poner una madriza”.
Desmadre-Caos: “es un completo desmadre”.
(http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Madre)