Madre… ¿Sólo hay una?
ALEJANDRA BUGGS LOMELÍ *
Hoy 10 de mayo, Día de las Madres, es el día en que el tráfico se exacerba, las familias discuten sobre dónde comer para festejar a las mamás, es cuando muchas mamás corren (más de lo que ya lo hacen) para estar listas y arregladas para los festivales de las escuelas.
También es el día en que en la mayoría de los casos, las mamás terminan más cansadas que de costumbre, porque no dejan de ejercer el rol materno dictado por la sociedad.
Porque en ese día especial se tienen que asegurar que el traje para el bailable de las y los niños esté listo o en el peor de los casos terminan preparando comida y limpiando la casa incluso en “su día”.
En fin… son muchas las actividades que las mujeres deben cumplir siendo madres, y que no son exclusivas de las madres heterosexuales, porque existen diversas formas de ser mamás.
Partamos de que en la antigüedad la palabra maternidad no existía ni en latín ni en griego (Knibiehler 2001), sin embargo, en la mitología griega se hace mención de celebraciones en las que se rendían honores a la diosa Rea, madre de los dioses Zeus, Poseidón, Hades y de la diosa Hestia.
Por otro lado, los romanos llamaron a esta celebración “Hilaria” o Día de la Alegría y se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles, donde se realizaban ofrendas durante tres días.
Para la religión católica el Día de las Madres empezó celebrándose el 8 de diciembre cuando se le rendía culto a la Virgen María, madre de Jesús, a través de la Inmaculada Concepción.
En 1870, Julia Ward Howe, activista y poeta, escribió la Proclamación del Día de las Madres en Estados Unidos, que era un apasionado llamado a la paz y al desarme, con la intención de trabajar por los derechos de las mujeres y la paz.
En México los datos que se tienen sobre cómo se estableció esta fecha son muy controvertidos. Se sabe que el 10 de mayo se festejó por primera vez en 1911, pero fue hasta 1922 cuando se institucionalizó.
Parece que esta institucionalización se debió a una iniciativa que encabezó el periodista Rafael Alducín, director del periódico Excélsior en esa época, y se rumora que fue influenciado por una propuesta de José Vasconcelos, entonces secretario de Educación, de dedicar un día a la madre.
Es importante saber que esta iniciativa tenía un objetivo principal: reducir la influencia que estaban adquiriendo los grupos feministas en cuanto al uso de los métodos anticonceptivos.
Y para lograr mayor efectividad en su lucha contra las feministas de ese tiempo, empezaron a premiar a las mujeres que tuvieran más hijas e hijos.
He aquí tanto el origen del regalo del Día de las Madres, como el significado de que para ser madres únicamente es premiada y por tanto valorada, la mujer que biológicamente se convierte en madre.
Afortunadamente en la actualidad la maternidad no se vive de una sola forma, las madres de México y de algunos países viven un sinfín de realidades distintas, como por ejemplo: Mamás con pareja heterosexual, mamás lesbianas, mamás solteras por elección, mamás adoptivas, mamás adolescentes, mamás viudas, tías mamás y en algunos casos abuelas mamás que apoyan el crecimiento y educación de hijas e hijos huérfanos de madre y/o padre.
El abanico de historias es más amplio de lo que podríamos imaginar en lo que a maternidad se refiere. Es por ello que hoy he decidido dedicar este artículo a todas las mujeres que son madres más allá del estereotipo impuesto por la sociedad.
Como psicoterapeuta he tenido la oportunidad de constatar los diferentes rostros de la maternidad, porque cada mujer consultante que es madre me corrobora que no existen fórmulas para serlo, y que los ingredientes esenciales para quienes así lo viven son el amor y la decisión de querer convertirse en mamás.
Por lo que concibo a la maternidad como un camino único y personal, camino donde siempre habrá partes sencillas o más difíciles de recorrer.
Podemos entonces referirnos a la maternidad como una vocación nada sencilla a la que se puede llegar por diferentes caminos y que, como toda vocación, se puede convertir en una profesión que necesita de valor, fuerza, perseverancia y arrojo para ejercerla.
Por lo que la maternidad tendría que ser una elección que involucra a la mujer de forma integral, es decir, que requiere de todo su ser emocional para llevarla a cabo.
Sin embargo, es una elección que muchas veces está influenciada más por la construcción cultural de la maternidad que por un instinto que resulta ser un mito, porque la capacidad de procrear es biológica y la necesidad de convertirla en el papel primordial de la mujer es cultural.
Como podemos ver, ser madre rebasa el aspecto biológico porque tiene un significado a nivel social, psicológico, cultural e histórico.
Diferentes autores como Benedek (1983) denominan como “cualidad maternal”, “maternalización” o “maternaje” (Oiberman y Racamier 1984) al proceso psicológico de la maternidad.
Estoy de acuerdo con Alicia Oiberman cuando afirma que “una madre no nace, se hace”, porque una mujer que ha decidido transformar su vida convirtiéndose en mamá independientemente de la forma en la que logra serlo, inicia un viaje al interior no sólo de su cuerpo (si es el caso) sino también de su psique.
Un viaje compuesto de historias, sueños, proyectos, conocimientos y experiencias.
Las posibilidades de convertirse en madre están afortunadamente cambiando, por tanto considero que es un gran compromiso de las y los profesionales de la salud mental y emocional visibilizar que madre no sólo hay una.
*Psicoterapeuta Gestalt, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.