Luchemos contra el cambio climático
LUIS GERARDO ROMO FONSECA
El deterioro ambiental es uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad en el presente siglo: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, las emergencias provocadas por los desastres naturales, la escasez de agua, entre otros serios problemas que están modificando los patrones de vida actuales y poniendo en riesgo a las próximas generaciones. Efectivamente, entre las prioridades para alcanzar el desarrollo es preciso hacer frente a los problemas ambientales como el calentamiento global y las afectaciones en los recursos naturales y los ecosistemas a nivel global, nacional y local.
Justamente, Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995, nos advierte que el cambio climático “efectivamente está ocurriendo” y asegura que ya existe un consenso científico en cuanto a que es ocasionado por actividades humanas, trayendo como consecuencia que las variaciones naturales del clima se hayan intensificado y la temperatura promedio del planeta registre un aumento: “por eso se han intensificado estos eventos fríos y en consecuencia los de calor. Si antes ocurrían cada 100 años, ahora ocurren cada 10 o dos o tres años”.
Sumado a ello, en México acarreamos ya un deterioro ecológico que es urgente revertir porque más de dos mil 500 especies están amenazadas y 104 de los 653 acuíferos del país están sobreexplotados, 75% de 718 cuencas hidrográficas tienen contaminación. Hemos perdido el 34% de la reserva original de bosques y selvas. Ante este escenario, la protección de los ecosistemas y su biodiversidad se ha convertido en un asunto de Estado. Somos el cuarto país del mundo con mayor riqueza biológica, pero también somos uno de los países donde la biodiversidad se encuentra más seriamente amenazada. Hoy en día, el 15% de nuestro territorio, el 68% de la población y el 71% del PIB se encuentran en riesgo por la extrema vulnerabilidad que tenemos frente a los impactos del cambio climático.
Por otro lado, cerca de 14 mil 700 mexicanos mueren cada año como consecuencia de la mala calidad del aire en 33 ciudades con población de más de 500 mil habitantes, debido a emisiones arrojadas por las automóviles. El tráfico provocado por la saturación de vehículos motorizados y por el transporte público obsoleto, entorpecen la movilidad urbana y generan una gran contaminación. Esto representa un problema severo para el desarrollo urbano de las ciudades y para la calidad de vida de los ciudadanos en el medio urbano. Tenemos que planificar desde ahora, para que en el futuro tengamos ciudades sustentables y más resistentes a los fenómenos climáticos en Zacatecas. Si ignoramos esto ahora, miles de personas correremos el riesgo por un crecimiento anárquico, contaminante y difícil de sostener.
A nivel general, podemos concluir que la política ambiental nacional ha tenido un ámbito de acción limitado y los instrumentos promovidos han demostrado ser aún poco efectivos para modificar las principales tendencias de degradación del ambiente y de los recursos naturales; lo que en buena medida se debe al escaso presupuesto destinado a los asuntos ambientales.
Sin duda, estamos en un punto de inflexión para dejar atrás los viejos modelos centralistas deficientemente diseñados y con frecuencia orientados hacia fines distintos al cuidado ambiental, así como articular la política nacional y local con la gestión ambiental desde los municipios para la ejecución conjunta de estrategias y planes de desarrollo acordes a los conceptos de sustentabilidad. Vale la pena insistir en que es desde los espacios locales donde pueden hacerse grandes cambios, empezando por promover una nueva educación ambiental, aplicando nuevas pautas en el manejo de nuestros recursos naturales y en el tratamiento de los residuos; en las ciudades también podemos avanzar en aprovechar fuentes de energía renovables en el transporte y dejar atrás los combustibles fósiles en vehículos eléctricos, estableciendo una red de transporte público eficiente y gradualmente reducir el uso del transporte particular.