Los temas centrales: mujeres rurales y mujeres en los medios de comunicación

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

Este viernes termina el 62 Periodo de Sesiones de la Condición Social de la Mujer que se realizó en la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. Durante dos semanas, 10 días, desde las ocho de la mañana y hasta muy altas horas de la noche, mujeres de organizaciones de la sociedad civil y mujeres que colaboran con los gobiernos examinaron dos asuntos que, como se ha dicho aquí, estaban rezagados entre todos los planteamientos hechos desde la IV Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en 1995 en Beijing, China, y en ese camino hacia la Agenda 20/30.

Por un lado, las mujeres y niñas en contextos rurales, un gran porcentaje de ellas pertenecientes a grupos indígenas alrededor del mundo, sus desafíos para el empoderamiento y desarrollo. Y, por otra parte, la participación de la mujer en los medios de comunicación y la comunicación digital.

Este último, el más cercano a nuestro quehacer periodístico y en el que hemos estado “picando piedra” desde un año antes de la celebración de Beijing, gracias a la visión de Sara Lovera quien en México fue la responsable de conjuntar a mujeres de todo el país en un esfuerzo que se desvaneció por falta de liderazgos reales al paso de los años, sin embargo, la semilla quedó regada y como en toda primavera algo floreció.

Porque, aunque hoy el análisis nos dice que no están reflejadas como debieran, ni cuantitativa ni cualitativamente, sin perder de vista los odiosos estereotipos de las mujeres como objetos y no como sujetas de derechos, lo que hoy se publica tiene una misma raíz: el movimiento de periodistas, comunicadoras e informadoras feministas, al que años después se sumarían las académicas e investigadoras, algunas con acciones sumamente afortunadas y positivas, como la realizada por Aimée Vega Montiel, coordinadora de la Alianza Global de Medios y Género, movimiento que promueve la igualdad de género a través de los medios, organismo de la UNESCO.

Como en 1995, el análisis nos obligaba a mirarnos a nosotras mismas y la conclusión era igual a la actual: precarización laboral y una permanente pérdida de derechos para las periodistas. Nada ha cambiado desde entonces excepto que hoy hacer periodismo es, al menos en México, un asunto peligrosamente grave.
Cierto, años atrás, muchas veces no identificamos el riesgo y no hicimos caso a las advertencias, estábamos acostumbradas a actuar entre poderes fácticos que daban manotazos y uno que otro grito. Hubo también persecución y amenazas. Hoy, en cambio, es preciso actuar de otra manera, considerando que no solo despiden, cierran espacios, censuran nuestras columnas y noticias desde los gobiernos que pagan a los medios o los subvencionan bajo ciertos condicionamientos que lesionan la libertad de expresión cuando el servicio de los medios se confunde con un negocio mediático.
Lo grave hoy está reflejado en las cifras de periodistas, hombres y mujeres, que desaparecen o son asesinados por su trabajo. Recién recordamos un aniversario de la periodista Miroslava Breach, pero no queremos olvidar a las otras: Anabel Flores Salazar, América Maribel Alva Larrazolo, María del Rosario Fuentes Rubio, Rosa María Ríos Campos, Rosa María Ríos Campos, Ana Irasema Becerra Jiménez, Regina Martínez Pérez, María Elizabeth Macías Castro, Rocío González Trápaga, Ana María Marcela Yarce Viveros, Yolanda Ordaz de la Cruz, Selene Hernández León, María Elvira Hernández Galeana, María Isabella Cordero, María Esther Aguilar Cansimbe, Felicitas Martínez Sánchez, Teresa Bautista Merino y Claudia Rodríguez Llera, solo por citar a las periodistas asesinadas en la última década.
Durante los últimos 30 años también cambió la forma de la comunicación gracias a la irrupción de las tecnologías de la información y comunicación, pero no cambió para las mujeres. El traslado fue exactamente igual: con estereotipos que subordinan, lenguaje que invisibiliza, ginopía y una carga de violencia contra las mujeres y niñas que se incrementó, apuntan los estudios académicos y los hechos relatados por las propias periodistas.

¿Cuál es el logro más importante en materia de medios de comunicación ahora durante la CSW62?

Sin duda que el Secretariado General de la ONU, que como dice la propia coordinadora de la Global Alliance on Media and Gender (GAMAG), Aimée Vega Montiel, reconozca la importancia de la igualdad de género en los medios de comunicación tradicionales y digitales como tema de la agenda de los derechos humanos de las mujeres. Por su puesto que no es poca cosa.

Hay un planteamiento de 14 recomendaciones a los Estados parte, México entre ellos, para -pienso- desestructurar el sistema de dominación masculina. Si las cosas son como deben ser, eso implica algo más que hacer visibles a las mujeres, significa que hay una herramienta para hacer realidad la presencia de las mujeres en los medios de comunicación, en México establecido de forma constitucional, por cierto. No es una tarea fácil, pero los Estados parte tendrán que asumir su responsabilidad, menos palabras y más hechos y la tendrán que hacer en serio. Las responsables somos todas las mujeres, pero son las más jóvenes las que deberán exigir su cumplimiento.

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