Los riesgos del maíz transgénico para la biodiversidad y la salud

ULISES MEJÍA HARO

Los organismos genéticamente modificados (OGMs), también llamados “transgénicos”, son seres vivos cuya estructura genética ha sido alterada mediante biotecnología para otorgarles características específicas. En la agricultura, por ejemplo, se busca resistencia a plagas y al herbicida glifosato. Sin embargo, pocos avances se han orientado hacia soluciones que realmente beneficien al medio ambiente o mejoren la calidad nutricional de los cultivos, o en la tolerancia a sequías y salinidad de los suelos.

El control de las corporaciones

Las empresas trasnacionales Monsanto y Bayer han promovido el uso de cultivos transgénicos como una solución global para la seguridad alimentaria, pero su enfoque prioriza intereses económicos sobre el bienestar ambiental y social. Estas compañías desarrollan semillas modificadas genéticamente, como el maíz Bt, que produce una toxina contra insectos. Si bien esto combate plagas, también afecta polinizadores esenciales como las abejas, impactando la biodiversidad de manera irreparable.

El uso masivo de glifosato, un herbicida asociado a los cultivos transgénicos, agrava este problema. Clasificado en 2015 como “probablemente cancerígeno” por la Organización Mundial de la Salud, su aplicación ha generado resistencia en malezas y contaminación en ecosistemas terrestres y acuáticos. Además, estudios recientes relacionan este químico con alergias e inmunosupresión.

La dependencia tecnológica y alimentaria

El uso de semillas transgénicas genera una dependencia hacia las corporaciones que controlan la producción de semillas. En México, donde el maíz es un alimento esencial, esta dependencia amenaza la autosuficiencia alimentaria y expone a nuestros maíces nativos a la contaminación genética. Estos maíces son patrimonio biocultural y representan un reservorio clave para futuras investigaciones científicas.

La resolución del T-Mec

El reciente fallo del panel de controversias del T-MEC, que permite la importación de maíz transgénico para masa y tortilla, refleja los intereses económicos de Estados Unidos, que exporta más del 40 por ciento de su maíz a México. De enero a octubre de 2024, nuestro país importó maíz amarillo por un valor de 4.8 mil millones de dólares. Esta decisión subestima la evidencia científica que demuestra los riesgos de los OGMs para la biodiversidad y la salud.

Defender la biodiversidad y la salud

Ante este panorama, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo impulsará una reforma constitucional en febrero para prohibir la siembra de maíz transgénico en México. Esta iniciativa busca proteger nuestra biodiversidad y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras. Además, es necesario reforzar el etiquetado obligatorio de productos que contengan OGMs, asegurando transparencia para los consumidores.

México, como cuna del maíz, tiene la responsabilidad de preservar este recurso invaluable. Nuestro compromiso debe ser claro: proteger la biodiversidad, garantizar la salud de los mexicanos y construir un modelo agrícola sustentable y sostenible y libre de dependencia extranjera.