Los niños mendigos del país

RAÚL MANDUJANO SERRANO

Mientras sorbe de su café americano sin azúcar, el periodista incómodo observa como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, pasa muy sin importancia. Pero la tiene, miren, durante las elecciones, en esa larga etapa de campañas, no escuché a candidatas ni al candidato, menos aún a aspirantes municipales, hablar de las condiciones de las niñas y los niños, de los adolescentes, no sólo para ofrecerles becas políticas desde temprana edad, sino de cuál es la situación real de casi cuatro millones de niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 16 años de edad que realizan trabajo infantil, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil del INEGI.

El discurso gubernamental sería que, “eso era antes”, pero son cifras hasta 2023 y que ¡ojo! se refieren únicamente a labores que pueden visualizarse, aunque no estén permitidas e involucren maltrato familiar por pobreza, como son las labores de albañilería, del campo, como jornaleros, en quehaceres domésticos en condiciones inadecuadas y durante horarios prolongados, además de que no cuentan con la edad mínima legal para trabajar y que pudieran ser consideradas peligrosas.

Pero ahora viene la zona roja para nuestros niños, niñas y adolescentes, y se refiere el amanuense a todas aquellas formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como son la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas, el trabajo forzoso u obligatorio, incluida la limosnería en las calles y el reclutamiento para utilizarlos en el crimen, y no menos violento, su aislamiento y desaparición o secuestro para ofertarlos en la prostitución, la producción de pornografía o el tráfico de estupefacientes.

Y también están quienes no pueden acceder a niveles de bienestar familiar por el abandono de sus padres o alguno de ellos, que no les proporcionen manutención o reciban maltrato físico o psicológico, y que por ello tengan que abandonar su hogar e ir a vivir a las calles, o que simplemente estén en las avenidas pidiendo limosna o limpiando el parabrisas de algún carro, porque así se los ordenan sus padres que los vigilan “sentadotes” a poca distancia.

Su condición no es nada buena. De hecho, cuatro millones de niños podría ser una cifra mínima si no los volteamos a ver, si hacemos como que no existen y que son sólo una estrategia neoliberal para desestabilizar a instituciones públicas.

Pero ahí están, no cerremos los ojos a este problema que, después de algunos años, se convertirá en una tragedia mayor al convertirse en sicarios o miembros de organizaciones criminales. Estamos a tiempo de eliminar las “peores formas de trabajo infantil” y urge darle soluciones…

La del estribo.- Nodal y Ángela

El escribano del inframundo degusta de una orden de tacos de costilla en un puesto de la calle. Y ahí lee su periódico –sí, él es uno de los pocos que aún leen el periódico por las mañanas- y ahí descubre que un tal Nodal, terminó su relación con una tal Cazzu, con quien trenía un hijo de pocos meses, y antes había sido novio de Belinda, pero ella lo terminó. Ahora, este sujeto de “marras” es el novio de una tal Ángela, hija de un tal Pepe Aguilar, quien a su vez es hijo de, ese si lo conozco, Don Antonio Aguilar…

Sabe Usted ¿qué es lo más triste de eso? Que no sabemos cómo está el país. Que ignoramos cifras rojas cobre asesinatos, el crimen organizado, el desabasto de medicamentos… En fin… Pero Nodal y Ángela son la neta, eso que ni que… Hasta otro Sótano.

X: @raulmanduj