Los jóvenes sicarios y el rol de la educación

MANUEL IBARRA SANTOS *

Las huellas de la violencia criminal han mostrado ya los vestigios de la emergencia de una nueva cultura de la muerte (-que de no enfrentarla ahora con capacidad se transformará a futuro en un drama social de mayor complejidad-), la que está encarnada por el fenómeno ignominioso del aumento  del número de adolescentes y jóvenes atrapados por las redes del narcotráfico, ante la falta de oportunidades dignas de empleo, educación y opciones decentes de desarrollo.

En Zacatecas, por lo menos uno de cada dos jóvenes – que representan a cientos y miles de personas, entre 15 y 24 años de edad- se encuentran en condiciones de exclusión laboral, educativa y social, situación que los coloca en extrema vulnerabilidad, frente a las amenazas del crimen organizado. La propia marginación se tipifica, por su propia naturaleza, como una forma de violencia institucional.

La pobreza, los rezagos y la vulnerabilidad, en nuestro Estado como en el país, de hecho, se han constituido en factores detonantes de nuevas expresiones de violencia social y criminal, que mantienen atrapadas en sus garras a amplios sectores juveniles. A esas y otras razones obedece el incremento de la cantidad de sicarios jóvenes en la sociedad.

Por eso, no es un asunto menor la noticia dada a conocer por las autoridades estatales de procuración de justicia, cuando revelan que el mayor número de muertes que como saldo han dejado en la entidad los más recientes enfrentamientos entre fuerzas federales y narcotraficantes, corresponde a jóvenes sicarios, con edades entre 18 y 24 años. El hecho no debe enorgullecernos y si preocuparnos. El tema no sólo tiene implicaciones de carácter criminológico/delincuencial, sino también causales y derivaciones sociales, políticas y culturales, que deberán atenderse.

En los últimos cuatro años en México, han sido reclutados al menos 30 mil adolescentes y jóvenes por el narcotráfico, para realizar entre otras las siguientes tres tareas: a).- informantes (halcones); b).-vigilantes; y c).-sicarios. Coinciden en el manejo de los anteriores datos, lo mismo agencias gubernamentales internacionales como nacionales, entre ellas la propia Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

El alarmante incremento del número de adolescentes y jóvenes  que trabajan para el crimen organizado exige replantear el esquema  de desarrollo social de México y Zacatecas y urgen medidas para hacerle frente a éste dramático fenómeno. Sin  duda esta será una de las grandes prioridades a enfrentar por parte del  gobierno de la República, de aquel que resulte triunfador en las elecciones federales de julio próximo. Es una responsabilidad, también, de las administraciones públicas de todos los demás niveles.

La creación de opciones dignas de empleo, desarrollo y enseñanza de calidad, son alternativas adecuadas para encarar estos enormes problemas estructurales. La educación sigue siendo (-sobre todo cuando se hace con visión estratégicamente planificada y no improvisada-), la mejor herramienta de políticas públicas para propiciar una distribución equitativa de la riqueza entre la sociedad.

EMPLEO DIGNO PARA LOS ZACATECANOS:

La creación de empleo digno y decente se mantiene como una de las demandas de la sociedad nacional, para encarar los riesgos representados por la marginación, la vulnerabilidad y las expresiones de las nuevas violencias criminales.

El reto es mayúsculo: los requerimientos de empleo en Zacatecas al 2016, de acuerdo a los estudios estatales de proyección de la población económica activa (PEA), realizados por el doctor Saúl Robles Soto (especialista en economía y maestro investigador de la UAZ),  por año, son los siguientes: 34 mil 786 empleos para el 2012; 43 mil en el 2013; más de 58 mil en el 2014; un total de 65 mil en el 2015; y más de 75 mil en el 2016.

Pero para cumplir el compromiso social de la generación de empleos, resulta importante emprender la reestructuración de la atrasada estructura productivo/económica de la entidad.

EDUCACIÓN,  UN TEMA CRUCIAL:

Para enfrentar, procesar y resolver medianamente los problemas que plantea el riesgo de la “sicarización” de los jóvenes, la educación es la más excepcional arma.

Para eso, hay que ampliar la cobertura en educación media superior y superior y mejorar la calidad de los procesos de aprendizaje significativo a lo largo y ancho de todo el sistema educativo en la entidad.

En la agenda pública de asuntos futuros fundamentales por atender, la educación, el empleo juvenil y el desarrollo humano, son cruciales y prioritarios.

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