Los jóvenes no deben truncar sus sueños

ISADORA SANTIVAÑEZ RÍOS

El Consejo Nacional de Población (Conapo) señala que en Zacatecas habitan 303.3 mil adolescentes entre 10 y 19 años, que representan el 10.4 por ciento de la población nacional y 19.2 por ciento de la población total del estado.

Este sector, hoy en día, es la prioridad número uno en las políticas públicas no sólo a nivel federal, sino estatal, y obviamente Zacatecas se encuentra inmerso en el esfuerzo por dotar a esta población no sólo de los satisfactores primordiales, sino una vida con calidad que favorezca su desarrollo pleno.

Por ello, en Zacatecas, al igual que en todo el territorio nacional, resulta preocupante el número de mujeres adolescentes que resultan embarazadas, quienes, como lo dijo nuestro gobernador Alejandro Tello Cristerna, cambian su proyecto de vida y, en muchos casos, ven truncado su proyecto de desarrollo personal, para afrontar una responsabilidad que las supera.

El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en su reciente visita a Zacatecas, detalló la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, misma que plantea reducir en un 50 por ciento la tasa de fecundidad entre las adolescentes de 15 a 19 años para el año 2030.

Y para ello existen ejes rectores implementados por la Federación, en los cuales todos debemos trabajar, desde el Congreso del Estado, en mi caso, como en las dependencias gubernamentales involucradas y, claro está, también desde los hogares zacatecanos, siendo esta acción, justamente, la primera de las acciones, un trabajo conjunto entre los sectores público, privado y social.

Pero también se hace necesario el proporcionar a los jóvenes información, educación y servicios salud de calidad que les permitan tomar decisiones responsables, pues sabemos que, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2014, el 58.5% de las adolescentes de 15 a 19 años, sexualmente activas, declaró no haber usado un método anticonceptivo durante su primera relación sexual.

En este esfuerzo, se hace urgente entender que los varones, y no sólo las mujeres, tienen que ser parte esencial del ejercicio de la sexualidad responsable, tomando en cuenta que el 82% del total de egresos hospitalarios en mujeres de 15 a 19 años están relacionados con causas obstétricas (embarazo, parto y/o puerperio).

Al saber que del total de mujeres en edad fértil (15 a 49 años) que presentaron un aborto, 21.6% son adolescentes, se prenden las alarmas para privilegiar ya el fomento al desarrollo de habilidades en los menores, con la finalidad de que puedan definir sus metas de largo plazo con responsabilidad y priorizar acciones específicas para generar sinergías entre autoridades, padres, comunidades escolares, personal de salud y los propios adolescentes.

Nunca debemos pasar por alto que ser madre y padre adolescente desencadena un sinnúmero de condiciones de vulnerabilidad que están asociadas a la poca educación sexual y reproductiva, y que, por si fuera poco, traen consigo la probable deserción escolar y la limitación de vivencias juveniles propias del desenvolvimiento personal y social.

Pero, además, no podemos cerrar los ojos al hecho de que, a pesar de los cambios en la mentalidad de los zacatecanos y mexicanos, las madres adolescentes siguen siendo estigmatizadas y sufren discriminación de género, además de la desaprobación y rechazo familiar y social, tanto en escuelas, sectores de salud, en las comunidades y, por qué no decirlo, hasta en el ámbito religioso.

En otro tiempo, esta situación “se salvaba” con el casamiento de los adolescentes, pero ha quedado comprobado que esta no es, de ninguna manera una solución, luego que el riesgo de separación en estos casos es cuatro veces más alto entre parejas casadas durante la adolescencia que entre los matrimonios consumados a edades más tardías.

Tras implementarse la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, se proyecta que en el corto plazo se presente una reducción a 63.1 nacimientos por cada mil mujeres de 15 a 19 años para este 2018, la meta, como lo hemos visto, es una prioridad, y como tal la debemos acatar para evitar que nuestros jóvenes terminen sus sueños, sus aspiraciones y sus anhelos, viviendo una paternidad adelantada.

* La autora es diputada local

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