«Los hijos de Dios» abarrotan Servicio Médico Forense en Zacatecas
Reproducimos íntegro este reportaje de la periodista zacatecana Irma Mejía, corresponsal de El Universal, por la importancia que su contenido amerita
Zacatecas, Zac.- Son los «hijos de Dios no identificados» y desde hace tres años van en aumento. Del total, se estima que dos terceras partes tienen como destino final la fosa común, porque no son reclamados o se desconoce su identidad.
De 11 que se registraron en 2009, para 2012 se incrementó a 309 la cifra de muertos que ingresaron al Servicio Médico Forense (Semefo) bajo este status. Y en lo que va del año, ya suman 243 cadáveres en esta misma situación.
Este fenómeno, inédito en Zacatecas, se atribuye a la violencia que azota al país y a la presencia y arraigamiento del crimen organizado, situación que ha puesto en jaque a las autoridades locales y las ha obligado a reconocer dos realidades.
Por un lado, admitir las deplorables condiciones e infraestructura en que aún se encuentran varios Semefos, así como la necesidad de instrumentar protocolos de urgencia para la identificación de cadáveres, lo que a su vez ha permitido dignificar la fosa común en Zacatecas en un «camposanto anónimo».
Con 14 años de experiencia en el ramo forense, Antonio Muñoz Quintero, director de Servicios Periciales de la fiscalía zacatecana, admite que este fenómeno comenzó a registrarse en Zacatecas a partir de 2007, año en que se registró el asentamiento del crimen organizado en la entidad, pero reconoce que en los últimos dos años y medio se ha recrudecido.
Mencionó que el año pasado se registraron 328 fallecimientos, cifra que superó por mucho a la de 2011 que fue de 149 muertes, y refiere que aproximadamente 95% son de personas que mueren en hechos violentos, como enfrentamientos con las fuerzas federales, con marinos, militares o entre los grupos delictivos rivales que se dedican a actividades ilícitas como el trasiego de drogas, secuestro y extorsión, además de que se ha visto que entre estos muertos hay muchos menores de edad y, ahora, también mujeres.
Añade que no sólo se van a la fosa común los cuerpos no identificados, sino los que tampoco son reclamados, como fue el caso de Sergio Barraza Bocanegra, autor material del asesinato de la joven Rubí Frayre y autor intelectual de la muerte de la activista Marisela Morales, quien murió en noviembre de 2012 en un enfrentamiento con el Ejército.
Cabe mencionar que se logró identificarlo cuando fue reclamado por su última concubina, pero después ya no regresó al no acreditar en lo inmediato algún parentesco con éste y jamás fue reclamado por ningún familiar.
Así ha ocurrido con otros cadáveres, menciona Muñoz: se logra identificarlos, pero sus familias no los reclaman.
Este fenómeno también ha reflejado a las autoridades las condiciones en que se encuentran la mayoría de los Semefos, pues el procurador Arturo Nahle García admite que quedaron rebasados ante la cruel realidad de Zacatecas.
Cuando le tocó asumir el cargo de procurador (2010) tuvo que enfrentar un panorama distinto, como los recurrentes enfrentamientos entre grupos criminales antagónicos, y todavía hace unos meses mencionaba que «prácticamente no hay día en que no tenga un ejecutado producto de esa rivalidad».
Refiere que hace varios años se estableció un grupo delincuencial en la entidad conocido como Los Zetas, pero en la coyuntura del cambio de gobierno en 2010 arribó otro grupo rival (cártel del Golfo) que también disputó la plaza y comenzaron a recrudecerse los enfrentamientos.
Y agrega: «La pasada administración (Amalia García) minimizó el problema y no hicieron absolutamente nada para frenarlo. Recibimos un estado con un problema muy serio y sólo quedaba enfrentarlo», afirma.
Hacinados muertos y vivos
EL UNIVERSAL realizó un recorrido por las instalaciones del Semefo ubicado en la capital, en medio de varias colonias populares, a un costado de los edificios de la Policía Ministerial del Estado, Cruz Roja y del ayuntamiento de Zacatecas. Se llega por una estrecha calle. Es una pequeña finca que data de hace más de 40 años con una superficie de aproximadamente 200 metros cuadrados.
Hay una puerta que conduce a las oficinas y un zaguán que funge como estacionamiento del Semefo. Sólo los divide una columna. Es custodiado por unos cuantos policías ministeriales.
En el interior, prácticamente tanto vivos como muertos están hacinados. El área administrativa donde están los vivos está dividida en dos o tres estrechas oficinas improvisadas, en las que trabajan directivos, administrativos y operativos. Del anfiteatro sólo los separa una puerta de fierro que conduce a una reducida escalinata en la que apenas cabe una persona que desemboca a un pasillo que hacia el lado izquierdo lleva al cuarto del anfiteatro y al otro lado se ve el pequeño estacionamiento que da a la calle.
Al entrar, el anfiteatro emana un olor penetrante. Hay tres planchas y a lo ancho de la pared una repisa donde se alcanzan a apreciar algunos instrumentos como serruchos y tijeras que utiliza el personal forense en las autopsias.
-¿Me pude mostrar las gavetas de los cuerpos no identificados? -se le pregunta al personal guía.
Con un ligera sonrisa señalan con el dedo índice un diminuto pasillo al final del cuarto, donde sólo cabe un refrigerador de carnicería de acero inoxidable con capacidad de 25 cuerpos que se colocan unos encima de otros.
El personal precisa que sólo lo abren para depositar o sacar los cadáveres no reclamados o no identificados. «Sería insoportable y por cuestiones sanitarias no es conveniente abrirlo», sentencian.
De pronto llega un cuerpo que al parecer fue ejecutado. Simplemente para colocarlo en la plancha, con los camilleros, peritos y policías el cuarto se atiborra. No cabe nadie más. Trabajan amontonados peritos, médicos forenses y demás especialistas cuando hacen las autopsias.
-¿Qué pasa cuando llegan más de tres o hasta decenas de cadáveres? -se le pregunta al personal, que admite que los cuerpos se tienen que colocar sobre el pasillo y a veces en el estacionamiento.
-Donde quepan, mientras les toca el turno de la autopsia. Imagínese cuando hay enfrentamientos y son muchos cuerpos o cuando vienen en estado de descomposición. El olor penetra hasta los huesos, traspasa hasta las oficinas. Y aunque uno se bañe el olor tarda días en quitarse.
Antonio Muñoz menciona que apenas a principios de año se puso en marcha un nuevo Semefo en Fresnillo que ha permitido descargar en una gran porcentaje el trabajo en la capital.
Principalmente, porque el mayor número de muertos en hechos violentos ocurre en aquel distrito judicial, que abarca municipios como Fresnillo, Río Grande, Sombrerete, Miguel Auza y Clachihuites, entre otros.
Semefos
En entrevista, el procurador Arturo Nahle García acepta las deplorables condiciones no sólo del Semefo de la capital, sino de todos los que hay en el estado, y como ejemplo recuerda que hasta antes de que se inaugurara el nuevo Semefo de Fresnillo durante años las autopsias se practicaban en el panteón municipal y admite que esta situación «es una realidad que no se puede esconder».
De hecho, aclara que toda el área de Medicina Legal es «obsoleta» porque carece de espacio, equipo y personal; empero, dice que desde que asumió el cargo inició gestiones para la construcción del Instituto Zacatecano de Ciencias Forenses, que incluye un moderno Semefo.
A la nueva obra de tres pisos, en el municipio de Guadalupe, que está cerca de la Secretaría de Seguridad Pública, se destinaron 60 millones de pesos, pero aún está parada porque faltan recursos.
Comenta que ahí se alojará al nuevo Semefo «que fácil supera unas 20 veces a las diminutas instalaciones del actual», donde habrá seis planchas, un cuarto frío con capacidad para 60 a 100 cadáveres, área de identificación y mesa de Hipócrates en las autopsias.
Además, se integrarán las áreas de servicios periciales, balística, criminalística, lofoscopia, laboratorio químico y genético, entre otras áreas.
Ahora, el nuevo reto de la autoridad es lograr que en cada uno de los 18 distritos judiciales exista un Semefo, es decir, faltarían construir otros siete y modernizar los 11 existentes.
Un trato digno
Desde hace dos años, en Zacatecas se optó por darle al Semefo «un trato humanitario» y se convirtió en un camposanto anónimo con los cuerpos que no son identificados o reclamados. En 2012 fueron 90 los cadáveres que se enviaron a la fosa común y en este año ya van 42 cuerpos, los cuales han sido sepultados en tumbas diferentes y a cada una de ellas se les colocó una cruz con la inscripción: «Hijo de Dios no identificado».
Antonio Muñoz asegura que este trato no lo ha visto en otro estado. Refiere que esta determinación surgió al verse rebasada la capacidad de los depósitos, así como en la necesidad de crear y homologar protocolos para el tratamiento de los cuerpos, por lo que se optó por dar este trato a los no reclamados.
Asegura que ha sucedido que han acudido familiares a reclamar los cuerpos meses o años después, pero al mostrarles la fosa común y ver que sus muertos están en una tumba «digna» ya no quieren tramitar la exhumación y prefieren llevarles flores y coronas a sus muertos ahí a «los hijos de Dios no identificados».
El problema, dice, es que si continúa esta situación de incremento de cadáveres no identificados, un día «esos hijos de Dios ya identificados», tendrán que ser sustituidos por otros cadáveres que se depositarán en esas mismas sepulturas, porque no dejan de estar en terrenos de la fosa común del Estado.