Los compadres electorales
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
Al derrumbe del presidencialismo mexicano que convocaba a elecciones, las operaba, las calificaba y determinaba al ganador a través de la Secretaría General de Gobierno o de Gobernación federal, después de una larga lucha, en 1988 logramos crear un mecanismo que evitara que el régimen tuviera ingerencia directa en los registros ciudadanos, en las campañas y en la calificación electoral.
Yo competí como candidato a gobernador con esas condiciones y logramos una muy alta votación como segundo lugar. Gané la diputación federal a pesar de este autoritarismo de Estado, y fue hasta que pudimos modificar la ley, que se implantó el Instituto Federal Electoral y se construyeron órganos estatales para cada entidad federativa.
La lucha de muchos mexicanos cristalizó en esta transición permitiendo que, ciudadanos, se convirtieran en actores electorales y custodiaran su propia elección. El término fraude electoral –que había sido concebido fundamentalmente en 1988 cuando Cuauhtémoc Cárdenas fue candidato presidencial por vez primera- se empezó a diluir para convertirse en “tránsito a la Democracia” o en “alternancia”.
Parecía que habíamos construido el mundo feliz para quienes nos gustaban las contiendas electorales. Surgió la figura de José Woldenberg como un académico que logró una elección donde el partido del gobierno resultó derrotado y ascendió otro al poder, luego de más de 70 años de mañas y malos hábitos. Empezó también un tránsito ideológico.
Sin embargo, en la elección del 2006 volvió a apestar la cloaca. Fueron corrompidos los consejeros electorales. El reparto del queso en la Cámara de Diputados generó sectas y mafias que definían la elección a través de un voto interno. La danza de los millones volvió a surgir en el Instituto Federal Electoral. El Consejero Presidente resultó decapitado. Existió convulsión en el país pues se perdió la credibilidad en el árbitro de los comicios.
En el 2012 se repitió la historia, a pesar de que la diferencia de votos fue más abultada. En Francia por ejemplo, no hubo dudas cuando el presidente Hollander llegó al poder por una mínima diferencia de sufragios: el pueblo estaba seguro de cómo había votado y confiaba en sus instituciones.
Hoy, Zacatecas regresa a un gobierno autoritario que intenta imponer candidatos a través de políticos flácidos de historias extrañas y pecaminosas, con el aval del Instituto Estatal Electoral.
Su Consejera Presidenta, la señora Leticia Soto, cuya imagen fue impecable durante varios años, y que goza de una historia familiar bien probada, fue derrotada por el poder del Estado y ha cedido al menor antojo del dueño del mismo. Campañas anticipadas de funcionarios públicos con fotografías en los toros, repartiendo bicicletas, valeros, yoyos y hasta ojos de reemplazo, han mostrado el uso de un gran recurso financiero que, apretando más el cinturón del pueblo, ha provocado la inversión grosera del oficialismo, con acarreos perversos, todo en la búsqueda de mantenerse en el poder a pesar de las recurrentes malas decisiones.
El edificio del Instituto Estatal Electoral se ha convertido en una especie de Bellagio de Las Vegas, con plantas esplendorosas, frutas exóticas, edecanes bellas y bien vestidas. Una pulcritud absoluta en el lugar, y ropa de marca de quien dirige el organismo, todo esto a cambio de un sometimiento absoluto del IEEZ al gobierno del Estado.
El encargo fue claro: evitar las coaliciones partidarias, ridiculizar las candidaturas ciudadanas convirtiendo a sus actores en mapaches, mantener a sus comadres en los partidos existentes a pesar de la determinación política de sus dirigencias nacionales, tolerar precampañas priístas y presumir su sumisión ante el Estado.
Su otro par, el Tribunal Estatal Electoral, recinto de abogados glotones, parásitos del Estado, no hacen más que avalarse el uno al otro, tomando decisiones equivocadas que el Tribunal Federal ha modificado, lo que en un sencillo razonamiento nos muestra, o que no saben derecho electoral y todo lo hacen mal, o que prefieren pasar las decisiones a los órganos federales, mientras ellos cobran 60 salarios mínimos por rascarse simplemente su abultado abdomen, y esperar un suave y favorable tránsito salarial en los próximos meses, por los “servicios prestados”.
Cito como ejemplo el veredicto para mi candidatura ciudadana, emitido por el Tribunal Estatal Electoral.
Son 41 palabras, de las que solamente 4 son válidas.
SE CONFIRMA LA RESOLUCIÓN RCG-IEEZ-020/IV/2013 DICTADA POR EL CONSEJO GENERAL DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE ZACATECAS EL VEINTIDOS DE ABRIL DE DOS MIL TRECE, MEDIANTE EL CUAL DECLARÓ IMPROCEDENTE EL REGISTRO PRELIMINAR DE JOSÉ JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX COMO CANDIDATO INDEPENDIENTE.
¿Es así la forma en que se imparte justicia? ¿Son estas las argumentaciones que fundan las decisiones de nuestros letrados tribunos para responder a 40 cuartillas de fundamentaciones? El analfabetismo jurídico, la corrupción y la obediencia ciega al gobierno del Estado orientan sus actos. La cordura y la inteligencia de este país reclaman respeto a los ciudadanos, en quienes residen la soberanía y el poder.