Los antorchistas no somos el problema
OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO
Tal como lo habíamos anunciado, el pasado 1 de febrero una pequeña comisión de integrantes del Movimiento Antorchista acudió a presentar un modesto pliego de peticiones al Gobierno del Estado y solicitamos una audiencia con el Lic. David Monreal Ávila a efecto de inmediato exponer de forma personal las solicitudes de obras básicas, asistencia social y apoyos al campo en beneficio de miles de familias de 32 municipios de la geografía estatal.
Los antorchistas, como cualquier zacatecano también tienen derecho a organizarse y acudir a demandar atención al gobierno, y sin aspaviento podemos afirmar que la jornada fue un éxito, primero por el entusiasmo de los asistentes, segundo porque a pesar de llevar cuatro años del gobierno federal y los 17 meses de la nueva gobernanza sin solución alguna no ha sido razón para desarticularnos y abandonar la lucha; y en tercer lugar porque establecimos interlocución con el Prof. Manuel Ibarra Santos, Subsecretario de Gobierno que escuchó nuestras demandas y se comprometió a buscar alternativas de solución.
Para grata sorpresa de un servidor, fue positivo encontrar pocas muestras de molestia y salvo los bots de las redes sociales, que repiten como loros los ataques de siempre, la difusión en los medios se realizó apegada a la responsabilidad de informar. Pero como siempre no podía faltar quien sin razón alguna además de informar se le suman algunas expresiones peyorativas con el fin de ridiculizar o causar rechazo de la opinión pública a la protesta en cuestión.
Fue en la columna TripleErre escrita por Don Francisco Reynoso, un medio digital desde donde se enfilaron una serie de aseveraciones que a mi juicio conviene traer a cuenta y verter sobre ello algunas reflexiones. Veamos.
Primero, bajo el llamativo título: “De qué viven los defensores del pueblo”, otra vez se escribió la misma perorata, por enésima ocasión hay que repetir lo que incluso en una entrevista en su medio expuse: La lucha de Antorcha se sostiene con los modestos negocios que hemos creado. Y en el caso de Zacatecas se trata de modestas tiendas de abarrotes que venden a bajo costo y generan algunas ganancias, la otra fuente de ingresos es la colecta en la vía pública, también de actividades económicas como rifas o kermeses y finalmente la cooperación de algunos comprometidos militantes que aportan parte de su salario para la actividad política que realizamos. ¿Qué de ilegítima tiene nuestra actividad financiera?, ¿constituye algún delito tener tiendas de abarrotes? ¿cuántas veces debemos aclarar esto?
Segundo, se afirma que el contingente formado en su mayoría por mujeres pretende diálogo con él gobernador y nos llama ilusos por solicitar audiencia, ¿acaso el periodista en cuestión lleva la agenda del gobernador para determinar con quién debe hablar?, ¿tal aseveración de ingenuidad es producto de su reflexión o alguien con mucho poder le pidió que nos respondiera?, ¿ignora Don Francisco que la ley ampara el derecho de petición?
Las respuestas las tiene el autor de la columna, pero creo que más que descalificaciones a los líderes o al contingente, se ocupa conocer las penurias de las familias, entender que a veces es inevitable exigir atención y que aunque tenemos conciencia de que la historia se repite una y otra vez, al no existir respuestas no hay de otra que denunciar tal situación y salir a la calle aunque ello irrite a quienes desde cómodas oficinas o frente a una computadora se molestan por todo y se encogen de hombros ante los males crecientes como la pobreza, el desempleo o la inseguridad. Criticar es fácil, pero ocuparse de la gente es una tarea compleja que muy pocos estamos dispuestos a hacerla.
Por tanto desprecio e ironía del columnista en cuestión, me recuerda que no es la primera vez que vienen tales descalificaciones, por diversas motivos ante acciones realizadas por el antorchismo, viene el ataque, desconozco la causa de tanto repudio, ojalá un día me la exponga de manera personal Don Francisco Reynoso, pero conviene recordar que los males no los generamos los antorchistas.
En este país existe un tremebundo desequilibrio social, la inflación lastima los bolsillos de las familias, la violencia en este sexenio ha costado más de 130 mil vidas que han perecido en actos violentos, se han eliminado programas para obra pública como el Fondo Minero o el Ramo 23 y ante esto y un largo etcétera, a las familias no les queda otra que unirse y exigir se cumplan sus derechos contenidos en la Carta Magna.
Los problemas que padecemos los mexicanos más pobres, genera iras y descontento social y conviene que este se encauce ante los gobernantes, que en última instancia por omisión o negligencia olvidan su obligación de servir y sólo se ocupan de la gente en los discursos, pero ya en el poder solo tienen justificaciones.
Por ello digo con claridad, las protestas en las vías públicas son efecto de los múltiples males y la ausencia de soluciones por parte de las autoridades, por ello le pese a quien le pese e implique molestia a connotados periodistas y poderosos gobernantes, nosotros seguiremos unidos y levantando la voz cuántas veces sea necesario, sabedores que esta es una tarea necesaria que nos tocó hacer a los luchadores sociales.