Las prioridades de Murat

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

Sin duda cada persona tiene sus prioridades, pero la prioridad de un gobernante es su pueblo. En su gobierno debe haber equilibrios, no todo para unos y nada para el resto.

El mismo día en que el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio presentó en Oaxaca los resultados de su informe, acto que congregó a sobrevivientes de la violencia feminicida, así como a madres que luchan por la justicia para sus hijas asesinadas, el gobernador de Oaxaca estaba en la Ciudad de México haciendo “bolita”, jugando al porro y haciéndole al cuento con los mezcaleros.

Lo señalamos la semana pasada, con cifras escandalosas de feminicidios, una declaratoria de Alerta de Violencia de Género para las Mujeres en diversos municipios de Oaxaca, lo que priva es el silencio de parte de Alejandro Murat y también de quienes dicen operar las políticas de género en la entidad. Recodaremos que durante esta gestión gubernamental la estadística muestra que cada mes mueren en Oaxaca más de 10 mujeres. El doble de casos que ocurrían con Gabino Cué.

Son como elefantes blancos la Secretaría de la Mujer de Oaxaqueña y una Fiscalía Especializadas para la Atención a Delitos contra la Mujer por Razones de Género. La primera que debe garantizar, entre otras muchas cosas, la política de género en la administración de gobierno y claro acciones encaminadas a prevenir y si no fuera mucho pedir, eliminar la violencia contra las mujeres. La otra que debería atender la violencia feminicida sobrevive por falta de todo.

Ambos son esqueletos, fantasmas, donde ni Ana María Vásquez Colmenares ni María del Carmen Chimas Salinas, sus titulares, atan ni desatan y se unen al silencio omiso de quien gobierna Oaxaca en relación con los múltiples casos de feminicidios: 210 en lo que va de la actual gestión muratista.

Esa acción de indolencia ha creado una serie de movilizaciones de organizaciones no gubernamentales que buscan que las autoridades asuman su verdadero papel como garantes de la vida de las ciudadanas. Solo eso.

Sin embargo, está vista, pesa más el mezcal que las mujeres y los pueblos indígenas, uno de los renglones más olvidados, al menos durante los últimos meses, por parte de quien asume que gobierna Oaxaca. Un muro de lamentaciones.

La actuación del mandatario oaxaqueño provocó toda clase de burlas, chistes, menes y caricaturas, porque mientras en la entidad se desborda la violencia y, en específico, contra las mujeres, la fundamental preocupación, al grado de manifestarse como cualquier ciudadano o porro decidió encabezar una protesta en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial para que reconsidere los mecanismos utilizados para otorgar la Denominación de Origen del Mezcal, toda vez que suman 500 mil hectáreas certificadas y, de incrementarse, se podría perder el prestigio y el valor ganado.

Léase dinero, dinero, dinero, intereses de un sector de la población que no precisamente de los verdaderos productores de mezcal.

Lo cierto es que hay una grave omisión por parte el mandatario oaxaqueño.

Quizá, quizá, quizá (como dice la canción) ahora que tengamos una nueva diputación algo se mueva desde el Congreso local, donde la mayoría es de Morena y, sobre todo, donde también hay un importante número de mujeres diputadas. Ojalá no sean esperanzas guajiras.

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